sábado, 12 de julio de 2025

🌆 En 1954, la vida callejera en Nueva York era un torbellino de energía, contrastes y transformación. La ciudad estaba en plena efervescencia posguerra, con casi 8 millones de habitantes y una mezcla vibrante de culturas, clases sociales y estilos de vida


Las calles estaban llenas de transeúntes bien vestidos, taxis amarillos, vendedores ambulantes y niños jugando en las veredas. En barrios como Harlem, el Bronx o Brooklyn, se respiraba una vida comunitaria intensa, con vecinos conversando desde las escaleras de sus edificios. Los autos clásicos como el Oldsmobile 88 y los buses de dos pisos eran parte del paisaje. El jazz sonaba en clubes y esquinas, especialmente en Harlem, donde músicos como Billie Holiday y Louis Armstrong eran íconos. La Generación Beat comenzaba a emerger en cafeterías y bares del Village, desafiando las normas sociales con poesía y filosofía. Broadway vivía su época dorada, y los carteles luminosos de Times Square eran un espectáculo en sí mismos3. Mientras Manhattan brillaba con rascacielos y tiendas de lujo, otras zonas enfrentaban pobreza y desigualdad. La migración hacia los suburbios comenzaba a vaciar ciertos barrios, y el crimen urbano empezaba a crecer lentamente. Fotógrafos como Vivian Maier, William Klein y Frank Oscar Larson capturaron la esencia de la ciudad: niños lustrando zapatos, mujeres con sombreros elegantes, obreros en pausa y escenas espontáneas llenas de humanidad. Nueva York en 1954 era una ciudad que no dormía, pero que también soñaba.

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