Hijo de Amélie Françoise Pauline y Friedrich Jerôme Wilhelm Karl Graf von Zeppelin, ministro de Wurtemberg, se convirtió en General de Caballería sirviendo en Wurtemberg, Rusia y en la guerra de secesión norteamericana, fue allí que utilizó globos aerostáticos para ver posiciones enemigas y comenzó a valorar su utilidad en batalla. Terminada la guerra, este noble alemán se interesó y obsesionó con los dirigibles, comenzó a estudiar las posibilidades y materiales con que lograr una nave confiable, fue fundamental su visita al campamento de globos aerostáticos del profesor Thaddeus S. C. Lowe, de quién se contagió el entusiasmo. Cuando conoció a Carlos Albán, un colombiano cónsul en Hamburgo, y este le contó sobre su invento patentado en Bogotá en 1888, Ferdinand encontró la base desde la que continuar su trabajo, a Carlos no parecía importarle que lo hiciera. En 1899 comenzó la construcción de su primer modelo que estuvo listo en menos de un año, el monstruoso prototipo medía 130 mts de largo y 12 mts de diámetro y pudo transportar a 5 personas por 6 km a 400 mts de altura. Este éxito entusiasmó al público mas que al estado, tal es así que el segundo prototipo se construyó en base a donaciones privadas. Paradójicamente fue el accidente de 1908 del Zeppelin LZ4 en Echterdingen que logró una ampliación del presupuesto y fundar la compañía aérea de dirigibles que en 30 años transportaría mas de 15.000 personas en 1.500 viajes sin ningún accidente. Por su vulnerabilidad no pudieron ser muy útiles en la primera guerra mundial, la muerte de Zeppelin el 8 de Marzo de 1917, sumada al tratado de Versalles que prohibía su uso, sepultaron su fabricación por algunos años. Zeppelin no pudo ver el resurgimiento de su invento y sus gloriosos cruces del Atlántico, las vueltas al mundo y la innumerable cantidad de récords conseguidos aún vigentes hasta el accidente del Hindenburg que los sepultó para siempre en 1937.
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