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En 1933, la vendimia mendocina era ante todo una experiencia colectiva de trabajo rural, marcada por la estacionalidad, la migración interna y la participación de familias enteras en las tareas de cosecha. La imagen que compartiste —con mujeres, hombres y niños recolectando uvas— es fiel reflejo de esa realidad. Cumplían roles clave en la recolección, selección y acarreo de la uva, muchas veces con jornadas extensas y bajo condiciones climáticas adversas. Las Mujeres eran contratadas por su destreza manual y minuciosidad, especialmente en tareas como el descarozado, pelado y envasado en la agroindustria frutihortícola. En paralelo, algunas mujeres comenzaban a organizarse sindicalmente, como las obreras de la conservera Arcanco, que en 1936 protagonizaron una huelga por mejores condiciones laborales. Los Hombres se encargaban de las tareas más pesadas: corte de racimos, carga de cajones, conducción de carros y logística de transporte. Muchos eran trabajadores golondrina, que se desplazaban desde otras provincias para participar en la cosecha. También cumplían funciones de capataces o encargados de cuadrillas, organizando el ritmo de trabajo en los viñedos. La participación infantil era frecuente, especialmente en familias rurales. Ayudaban en tareas menores como juntar racimos caídos, alcanzar herramientas o acompañar a sus padres. Aunque invisibilizados en los registros oficiales, su presencia era parte del paisaje vendimial, reflejando una economía familiar de subsistencia. La vendimia de 1933 no era aún una celebración institucionalizada, pero sí se vivía como un ritual comunitario. Al finalizar la cosecha, se realizaban bailes, comidas y festejos espontáneos, donde se elegía a la “más linda” del pueblo, antecedente directo de la futura Reina Nacional de la Vendimia. #Vendimia1933 #TrabajoRural #MemoriaAgraria #MendozaAntigua #CosechaDeUvas #HistoriaDelTrabajo #FamiliasEnLaVendimia #CulturaVitivinícola #PatrimonioMendocino #VendimiaHistórica #Mendozantigua
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