viernes, 28 de abril de 2017

🐎 San Martín, el formador de héroes

El combate de San Lorenzo, obra del artista chileno Pedro Subercaseaux.


Antes de convertirse en el Libertador, José de San Martín fue, sobre todo, un maestro. En Buenos Aires, tomó las riendas del Cuerpo de Granaderos con la precisión de un estratega y la paciencia de un educador. Durante los primeros dos meses, los entrenamientos se realizaron en un terreno baldío conocido como la Ranchería, donde hoy se cruzan las calles Alsina y Perú. Allí, cada recluta tenía su propio instructor, pero era el coronel quien dirigía la sinfonía marcial. Inspirado por el modelo francés San Martín admiraba profundamente a Napoleón, diseñó un sistema de adiestramiento riguroso, adaptado a las necesidades americanas. Lo primero que enseñó fue a marchar. En menos de dos semanas, los jóvenes aprendices ya dominaban los movimientos de columna: marchar, contramarchar, girar en orden. Todo a pie. Para San Martín, no había atajos: el dominio del cuerpo precedía al dominio del caballo. Una vez alcanzada la coordinación, comenzó la segunda etapa: el manejo de armas. Los reclutas aprendieron a usar las tercerolas, fusiles rudimentarios con chispa y bayoneta. Pero el coronel no confiaba en ellas. Su verdadera escuela era la del sable y la lanza. En rondas formativas, se colocaba en el centro y llamaba a un aprendiz. Frente a todos, lo enfrentaba, lo corregía, lo perfeccionaba. Era un entrenador personal de guerreros. Las clases de esgrima eran meticulosas. San Martín enseñaba cómo posicionar el cuerpo, cómo mover la cabeza, el torso, las piernas, las manos. Explicaba el efecto de cada golpe: El plano de la hoja provocaba un planchazo aturdidor. La punta, una estocada profunda. El filo, un corte definitivo: brazo, pierna, cabeza. Tras las rondas, armaba parejas para practicar. Caminaba entre ellos, señalando errores, celebrando aciertos. Luego, ya instalados en Retiro, llegó el turno de los caballos. El clarín sonaba y cada sonido era una orden clara. La disciplina, incluso en el caos del combate, salvaba vidas. El dominio del sable les dio una ventaja decisiva. Los realistas, al enfrentarlos, no veían improvisados: veían profesionales. Así, los granaderos se convirtieron en embajadores de la hidalguía sanmartiniana. No solo luchaban: representaban un ideal. #SanMartínMaestro #GranaderosDelSur #ForjaDeHéroes #SableYHonor #HistoriaViva #DisciplinaCriolla #RondaDeValor #IndependenciaArgentina #ArteMilitar #MemoriaPatria #Mendozantigua 

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