Su historia es de una ambición, astucia y conquistas que transformaron el panorama político del Mediterráneo. Roberto nació alrededor de 1015 en Normandía, en el norte de Francia, en el seno de la familia Hauteville, una nobleza normanda de rango menor. Era hijo de Tancredo de Hauteville y hermano menor de varios siblings que también se aventuraron al sur de Italia en busca de fortuna. Los normandos, descendientes de vikingos, eran conocidos por su espíritu guerrero y su disposición a servir como mercenarios. Hacia 1046-1047, Roberto llegó al sur de Italia, una región fragmentada controlada por lombardos, bizantinos y musulmanes, con constantes conflictos. Sus hermanos, como Guillermo Brazo de Hierro y Drogo, ya habían establecido una presencia normanda allí como mercenarios al servicio de príncipes locales. Roberto, apodado "Guiscardo" (que significa "astuto" o "ingenioso" en antiguo normando, del latín viscardus), destacó por su inteligencia estratégica y ambición desmedida. Inicialmente, actuó como líder de bandidos, saqueando tierras en Calabria, pero pronto demostró habilidades militares y políticas excepcionales. En 1051, se unió a sus hermanos y comenzó a consolidar el poder normando. Tras la muerte de su hermano mayor, Hunifredo, en 1057, Roberto emergió como líder de los Hauteville. Junto a su hermano menor, Roger, Roberto lanzó campañas para arrebatar Calabria a los bizantinos. Usando tácticas de guerrilla y asedios, capturó ciudades clave como Reggio en 1060, estableciendo un dominio normando en la región. En 1059, un momento crucial llegó cuando el papa Nicolás II, en el Concilio de Melfi, invistió a Roberto como duque de Apulia, Calabria y Sicilia. Esto legitimó su poder, a cambio de que jurara lealtad al papado y se comprometiera a conquistar Sicilia, entonces en manos musulmanas. Aunque la conquista de Sicilia fue liderada principalmente por su hermano Roger (quien fundaría la dinastía que gobernaría la isla), Roberto desempeñó un papel crucial en la estrategia. Entre 1061 y 1091 (tras su muerte), los normandos expulsaron gradualmente a los musulmanes, comenzando con la captura de Messina en 1061. Roberto consolidó su control sobre Apulia, derrotando a los lombardos y bizantinos. En 1071, capturó Bari, el último bastión bizantino en Italia, poniendo fin a siglos de presencia del Imperio Bizantino en la península. Ambicioso, Roberto soñaba con conquistar el Imperio Bizantino. En 1081, lanzó una invasión a través del Adriático, capturando Corfú y avanzando hacia Dyrrhachium (hoy Durrës, Albania). Venció al emperador Alejo I Comneno en la batalla de Dyrrhachium, pero problemas internos en Italia y la resistencia bizantina frustraron sus planes a largo plazo. Roberto Guiscardo era conocido por su carisma, crueldad cuando era necesario y una astucia que le valió su apodo. La crónica de Ana Comnena, hija del emperador bizantino, lo describe como un hombre imponente, de gran estatura, con una voz potente y una mente brillante para la estrategia. En 1085, durante una nueva campaña contra Bizancio, Roberto murió de fiebre (posiblemente tifus) en la isla de Cefalonia, a los 70 años, el 17 de julio de 1085. Fue enterrado en Venosa, en la basílica de la Santísima Trinidad, un lugar ligado a los Hauteville. Su liderazgo transformó el sur de Italia, unificando regiones bajo el dominio normando y sentando las bases para el futuro Reino de Sicilia, fundado por su hermano Roger y sus descendientes. Su alianza con el papado también fortaleció la influencia normanda en la política europea. Roberto Guiscardo es recordado como un conquistador audaz que, desde orígenes humildes, forjó un ducado poderoso en un territorio caótico. Su mezcla de fuerza militar, diplomacia y oportunismo lo convirtió en una figura legendaria de la Edad Media, clave en la expansión normanda y en la reconfiguración del Mediterráneo.
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lunes, 2 de junio de 2025
Roberto Guiscardo (c. 1015-1085). Un aventurero normando, líder militar y uno de los protagonistas clave en la conquista normanda del sur de Italia durante el siglo XI.
Su historia es de una ambición, astucia y conquistas que transformaron el panorama político del Mediterráneo. Roberto nació alrededor de 1015 en Normandía, en el norte de Francia, en el seno de la familia Hauteville, una nobleza normanda de rango menor. Era hijo de Tancredo de Hauteville y hermano menor de varios siblings que también se aventuraron al sur de Italia en busca de fortuna. Los normandos, descendientes de vikingos, eran conocidos por su espíritu guerrero y su disposición a servir como mercenarios. Hacia 1046-1047, Roberto llegó al sur de Italia, una región fragmentada controlada por lombardos, bizantinos y musulmanes, con constantes conflictos. Sus hermanos, como Guillermo Brazo de Hierro y Drogo, ya habían establecido una presencia normanda allí como mercenarios al servicio de príncipes locales. Roberto, apodado "Guiscardo" (que significa "astuto" o "ingenioso" en antiguo normando, del latín viscardus), destacó por su inteligencia estratégica y ambición desmedida. Inicialmente, actuó como líder de bandidos, saqueando tierras en Calabria, pero pronto demostró habilidades militares y políticas excepcionales. En 1051, se unió a sus hermanos y comenzó a consolidar el poder normando. Tras la muerte de su hermano mayor, Hunifredo, en 1057, Roberto emergió como líder de los Hauteville. Junto a su hermano menor, Roger, Roberto lanzó campañas para arrebatar Calabria a los bizantinos. Usando tácticas de guerrilla y asedios, capturó ciudades clave como Reggio en 1060, estableciendo un dominio normando en la región. En 1059, un momento crucial llegó cuando el papa Nicolás II, en el Concilio de Melfi, invistió a Roberto como duque de Apulia, Calabria y Sicilia. Esto legitimó su poder, a cambio de que jurara lealtad al papado y se comprometiera a conquistar Sicilia, entonces en manos musulmanas. Aunque la conquista de Sicilia fue liderada principalmente por su hermano Roger (quien fundaría la dinastía que gobernaría la isla), Roberto desempeñó un papel crucial en la estrategia. Entre 1061 y 1091 (tras su muerte), los normandos expulsaron gradualmente a los musulmanes, comenzando con la captura de Messina en 1061. Roberto consolidó su control sobre Apulia, derrotando a los lombardos y bizantinos. En 1071, capturó Bari, el último bastión bizantino en Italia, poniendo fin a siglos de presencia del Imperio Bizantino en la península. Ambicioso, Roberto soñaba con conquistar el Imperio Bizantino. En 1081, lanzó una invasión a través del Adriático, capturando Corfú y avanzando hacia Dyrrhachium (hoy Durrës, Albania). Venció al emperador Alejo I Comneno en la batalla de Dyrrhachium, pero problemas internos en Italia y la resistencia bizantina frustraron sus planes a largo plazo. Roberto Guiscardo era conocido por su carisma, crueldad cuando era necesario y una astucia que le valió su apodo. La crónica de Ana Comnena, hija del emperador bizantino, lo describe como un hombre imponente, de gran estatura, con una voz potente y una mente brillante para la estrategia. En 1085, durante una nueva campaña contra Bizancio, Roberto murió de fiebre (posiblemente tifus) en la isla de Cefalonia, a los 70 años, el 17 de julio de 1085. Fue enterrado en Venosa, en la basílica de la Santísima Trinidad, un lugar ligado a los Hauteville. Su liderazgo transformó el sur de Italia, unificando regiones bajo el dominio normando y sentando las bases para el futuro Reino de Sicilia, fundado por su hermano Roger y sus descendientes. Su alianza con el papado también fortaleció la influencia normanda en la política europea. Roberto Guiscardo es recordado como un conquistador audaz que, desde orígenes humildes, forjó un ducado poderoso en un territorio caótico. Su mezcla de fuerza militar, diplomacia y oportunismo lo convirtió en una figura legendaria de la Edad Media, clave en la expansión normanda y en la reconfiguración del Mediterráneo.
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Curiosidades Históricas
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