En la Argentina, podemos bautizar un submarino con los siguientes nombres: Santa Fe, Santa Cruz, San Juan, Santiago del Estero, San Luis y Salta. ¿Por qué? Porque a partir de 1981 se establecieron normas generales para la asignación de nombres a las Unidades de la Armada. Por ejemplo, los submarinos llevan nombres de provincias y territorios. La norma establece que "se preferirán aquellos cuyos nombres comiencen con la letra S o del litoral marítimo".
Los destructores, fragatas y corbetas, en cambio, deben evocar en sus nombres a próceres navales o "denominaciones tradicionales de buques históricos de preponderante actuación". Es el caso de la fragata Sarmiento, el destructor Almirante Brown o la corbeta Espora.
¿Otros barcos? Los rompehielos emplean para su denominación accidentes geográficos, canales, estrechos en aguas antárticas argentinas; o nombres relacionados históricamente con la Antártida Argentina. En este caso, el rompehielos Almirante Irízar recuerda al capitán Julián Irízar, comandante de la expedición que partió a la Antártida en 1903 para rescatar un buque sueco.
Los avisos, buques de salvamento y remolcadores de mar rinden homenaje a marinos o civiles que hayan prestado servicios valiosos a la Armada. El aviso Alférez Sobral -atacado durante el conflicto de Malvinas- recuerda al marino argentino José María Sobral, quien se había sumado a la expedición sueca, aquella que debió ser rescatada por Irízar, en su viaje de 1903 por la Antártida.
Los buques-escuela deben evocar ideales de la nacionalidad (ejemplo, el buque escuela Libertad) o nombres de antiguas unidades que hayan desempeñado esas funciones o de combates navales. Mientras que las naves encargadas de investigaciones científicas, los buques hidrográficos, oceanográficos y balizadores deben hacen referencia a ciudades con puertos marítimos. El buque hidrográfico Comodoro Rivadavia cumple la norma.
Por su parte, las lanchas rápidas, patrulleras o torpederas de menos de doscientas toneladas se bautizan con ciudades ribereñas de litoral fluvial o nombres de raíz indígena de la zona de operaciones. Ejemplo: las lanchas patrulleras Baradero y Clorinda.
En cuanto a los remolcadores de puerto y dragas deben referir a tribus aborígenes (como los remolcadores Ona y Diaguita). También son válidos en estos casos los nombres de caciques que hayan cooperado en la organización del país, o peces de la fauna marítima argentina.
Barreminas, cazaminas y minadores se ven instados a utilizar nombres de provincias no incluidas en la nómina de los submarinos. Es el caso de los barreminas Neuquén y Formosa. La nomenclatura continúa con las lanchas hidrográficas, que deben utilizar nombres de aves de la fauna marítima argentina, como la lancha hidrográfica Cormorán.
Más allá de los buques, las bases navales, aeronavales o de infantería de marina emplean la denominación de lugares geográficos (Base Naval Zárate) e históricos, de figuras destacadas de la Armada que con su accionar hayan contribuido al prestigio y progreso de la misma, o de combates navales.
Una buena forma de preservar la memoria de nuestra geografía y de aquellos que sirvieron a la Patria desde sus aguas.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/2083365-por-que-los-submarinos-llevan-nombres-de-provincias