Mostrando las entradas con la etiqueta Década de 1920. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Década de 1920. Mostrar todas las entradas

lunes, 18 de marzo de 2024

Calle Sarmiento. Se observa el paso de un Tranvía por calle Patricias Mendocinas y al fondo la Plaza Independencia. (c.1920) Ciudad de Mendoza

 El paso del tranvía de Sur a Norte por calle Patricias Mendocinas es a la inversa de lo que es actualmente. En la década de 1940, se adoptó el estilo de manejo Americano. 



miércoles, 13 de marzo de 2024

Juan Pí en pose, en su estudio fotográfico. (autorretrato realizado con la colaboración de su hijo Juanito) c.1928.San Rafael. Mendoza


Juan Pi nació en Ginebra el 19 de febrero de 1875. Pertenecía a una familia burguesa de origen catalán. Su abuelo era dueño de una fábrica de corchos y, según versiones de sus familiares, el mayor exportador de la ciudad. Su padre, Baldomero Pi, fue cónsul español en Ginebra hasta que adoptó la nacionalidad suiza; su madre, Stéphanie, era francesa. La familia incluía a dos hermanas mayores, Marie y Alphonsine. Jean asistió a los mejores colegios, en los que se hizo notar por su mala conducta y su carácter díscolo, renuente a la severa disciplina escolar de aquellos tiempos. Sucesivas expulsiones resignaron a su padre a incorporarlo a la empresa familiar antes de terminar sus estudios. Hacia 1896 la firma Pi recibió un pedido desde Rosario, en la Argentina. La operación aparentaba ser de tal magnitud que se decidió enviar a Jean para que la supervisara. El resultado del viaje fue descubrir que el cliente no era confiable, por lo que el negocio no se concretó, pero Jean, en lugar de regresar, decidió quedarse en el país. Estuvo poco tiempo en Rosario. Por lo menos a partir de junio de 1897 vivió en Buenos Aires, donde excepto un período de un año y medio, que pasó en una isla del Delta con un amigo permaneció hasta 1903, fecha en que llegó a San Rafael, en el sur de Mendoza. Sus descendientes aseguran que Buenos Aires, la luz de Buenos Aires, cautivó a Pi y lo retuvo en la Argentina. Aunque seguramente sus razones para no regresar a Europa fueron múltiples, esta explicación, que indica una personalidad singularmente sensible a los estímulos visuales, es coherente con otra anécdota familiar: cuando sus hijos le preguntaban por qué había dejado las bellezas naturales de Suiza, respondía: porque los atardeceres de San Rafael son los más hermosos, son únicos. No está claro cuándo Pi se acercó a la fotografía. Durante sus años de Buenos Aires transitó por diversos oficios, entre ellos el de fotógrafo, que probablemente ejerció de modo ocasional y sin estudio instalado. Sabemos. por otro lado, que dibujaba desde joven: se conserva un Album que fuera suyo, con poemas diversos, dibujos propios y vistas fotográficas de autor incierto. Aparentemente, el dibujo, más las perentorias necesidades de la supervivencia, llevaron a Pi a la fotografía. Cuando vi que algunos paisajes me daban buena impresión en la placa, me entusiasmé: compré los cuatro libros de Dillaye y estudié; compré mejores máquinas, tiré una enormidad de pesos en pruebas y ensayos, y un día me di cuenta de que después de haber probado diez u once oficios este era el que más me gustaba y en el cual podría progresar. Entre esa decena de oficios, trabajó durante más de un año en uno que le permitió conocer la región donde terminaría instalándose: encargado de coche-comedor ferroviario. Seguramente viajando en tal carácter se enteró de que franceses residentes en San Rafael promovían la radicación de colonos y el tendido ferroviario hasta dicha ciudad. Fue atraído por esa propaganda, por la presencia de una colonia francesa importante, y por la centenaria leyenda del oro de los incas y la ciudad de los Césares, los cuales como le aseguró alguien que le confió o vendió un plano- habrían estado en la zona de Malargüe. Pi se entusiasmó, pero ni bien llegó al sitio comprobó el engaño. Pero Pi no era un insensato. Para estable- cerse en San Rafael resolvió explotar un negocio formal: abrió un estudio fotográfico en la entonces pequeña villa, aislada en medio del desierto precordillerano pero con perspectivas estimulantes por la inminente llegada del ferrocarril. Antes se había casado en Buenos Aires con Florentina Widermann, de ascendencia austríaca. La decisión de mudarse a mil kilómetros de la capital y cambiar de profesión no fue improvisada, aunque tuvo, sin duda, el sentido romántico, propio de aquellos tiempos, de la marcha hacia la frontera y el inicio de una vida nueva

domingo, 3 de marzo de 2024

Cruce en vehículo del Río Atuel. (c.1925) San Rafael. Provincia de Mendoza. Foto: Juan Pí


En esas primeras décadas del siglo XX el sur mendocino reunía a empresarios, profesionales y periodistas con los primeros líderes sociales y con bandidos populares, Rodolfo Iselin, de origen francés e ideología conservadora, impulsó diversas iniciativas agricolas, el doctor Teodoro Shestakof, exiliado de la Rusia zarista y liberal según los cânones de entonces, era el médico más conocido del sur, Francisco Salonia, proveniente de Buenos Aires, se instaló en Alvear para dirigir el periódico Nueva Epoca; y el italiano Valentin Bianchi fue, a la ser, destacado bodeguero de San Rafael y baluarte local del socialismo: dos veces resulto  concejal por el partido de Juan B. Justo. Favorecia la movilidad social el que las familias palieran enviar a sus hijos a las universidades de Córdoba, Buenos Aires o La Plata, ya que en Mendoza todavía no existía una.Las inquietudes culturales eran expresadas por poetas como Alfrede Bufano y Rafael Mauleon Castillo, el primer ganador del premio nacional de Poesia en 1934 y el segundo, nacido en Buenos Aires, editor de la revista Brigadas Léricas, en la que dio a conocer la obra de Vachel Lindsay y René Char, entre otros. Todos los nombrados formaban la elite del sur, junto con oficiales del ejército, politicos, funcionarios y comerciantes, y compartian tertulias en el Jockey Club de San Rafael, centro de reuniones de los dirigentes locales. El sur de Mendoza era también puerta de contrastes. La intensa actividad económica de los oasis se contraponia al inmenso desierto, casi deshabitado. Algunas familias lograban reunir grandes  fortunas en medio de masas de inmigrantes pobres. Y además de los ciudadanos preocupados por el progreso de la comunidad estaban los marginales e inadaptados, como el bandido Juan Bautista Bairoletto que. cansado de huir de las policias de Buenos Aires y La Pampa, se estableció en Alvear, un lugar atractivo y suficientemente alejado





sábado, 2 de marzo de 2024

Manifestación Política recorriendo las calles de la Ciudad de San Rafael. (c.1925) Provincia de Mendoza. Foto: Juan Pí


La consolidación de la frontera y la marginación definitiva del indio abrió paso a la explotación económica, por parte de los blancos, de estancias tan extensas como pobres en vegetación y agua. Eran manejadas por criollos que vivían en puestos aislados y esporádicamente llegaban a las ciudades por caminos casi intransitables. En las cercanías de estas, en cambio, se asentaba la agricultura intensiva bajo riego, que estaba en manos de colonos europeos y constituyó la base de la futura riqueza. La mentalidad peculiar del sur combinaba, pues, en la inestable vitalidad de la sociedad de frontera, el aislamiento de los puesteros y el empuje tenaz de los colonos, Estos comenzaron a llegar, como inmigrantes de ultramar y en cantidades importantes, en las primeras décadas del siglo XX. Se instalaron en una zona rica en recursos naturales, que estaban prácticamente inexplorados y, por ende, inexplotados. El sur mendocino se convirtió en la tierra del porvenir para estos colonos, muchos de los cuales dieron muestras de una vocación empresarial que se canalizó a la minería, la agricultura, la ganadería o la agroindustria. La zona de Malargüe atrajo a mineros que, condicionados tanto por la falta de estudios de prospección como por el espejismo de leyendas fabulosas, del estilo de la ciudad de los Césares, se animaron a lanzar empresas a menudo encaminadas al fracaso. Con el andar del tiempo se alcanzó un equilibrio entre fantasía y realidad, y se consolidó una minería de veso, fluorita, baritinia, manganeso, asfalto, cobre, hierro y uranio. Mientras la ganadería extensiva de cabras y ovejas constituía la pervivencia de la cultura tradicional en un medio que avanzaba hacia la modernidad, esta estaba representada por la actividad agrícola y agroindustrial que floreció, principalmente, en torno de las ciuda desde San Rafael y Alvear. Basadas en el riego, prosperaron fincas (nombre de época que se ha conservado) dedicadas al cultivo de frutas y hortalizas y, sobre todo, de la vid. Y casi inmediatamente se instalaron bodegas y plantas de conservas. El crecimiento de la producción dio lugar a una importante demanda de mano de obra, satisfecha en su mayor parte por inmigrantes de Europa. Junto con las actividades agroindustriales, se desarrolló la industria de la construcción y se crearon empresas de servicios, al tiempo que también comenzaba a asomar una vida cultural.



viernes, 1 de marzo de 2024

La Segadora (1920)


El pesado, penoso y agotador trabajo de la siega manual del trigo y demás cereales de invierno con hoz o guadaña siempre fue una de las tareas que más tiempo demandaban en la cosecha de estos cultivos. Toda demora de la misma traía serias consecuencias en la provisión de uno de los alimentos más importantes de la humanidad, el pan. Plinio informa que ya a comienzo de nuestra era en las Galias se recogía el trigo con una especie de arrancadora, el vallus,1​ que posteriormente cayó en el olvido. Desde fines del siglo xviii se retomaron en Europa los intentos de la mecanización de la siega.

miércoles, 21 de febrero de 2024

Tarjeta Postal de las Ruinas de San Francísco. Terremoto de Marzo de 1861. Ciudad de Mendoza (fecha de la estampilla Agosto de 1921)



Vista del Paseo del Rosedal y el Lago del Parque General San Martín. (c.1920) Ciudad de Mendoza



Tarjeta Postal de la Estación del Ferrocarril Trasandino en Puente del Inca. Colección Carlos Birle. (1923) Las Heras. Provincia de Mendoza



Tarjeta Postal de Calle San Martín. Ciudad de Mendoza. Colección Fajardo. (c.1920)



Ruinas del Templo de San Francisco, derribado por el sismo de 1861



Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...