Alguna vez se preguntaron porque las banderas de algunas naciones centroamericanas se parecen entre sí?. O porque El Salvador, Honduras, Nicaragua, Guatemala y Costa Rica comparten su fecha de Independencia?. Parecería que es el producto de un proceso ordenado, mancomunado y coordinado, bueno casi. Cuando España todavía cortaba el bacalao en América, sus dominios estaban divididos en 4 virreinatos y 4 capitanías. Pero en 1808, Francia se llevó por delante España y sin un rey en ejercicio, algunos criollos díscolos de las colonias vieron una oportunidad, y la tomaron. En 1810 empezó el desbande, planteos, revueltas y revoluciones que amenazaban con tener que rehacer todos los mapas. La capitanía General de Guatemala abarcaba los actuales territorios de Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, el estado mexicano de Chiapas y las provincias panameñas de Chiriquí y Bocas del Toro. En 1811 hubo un primer chispazo en El Salvador cuando 2 curas y cuatro envalentonados señores robaron armas de la casamata de San Salvador. Pronto se dieron cuenta que con gritar ‘libertad’ no alcanzaba, por falta de un mensaje claro y logística, los pueblos aledaños no se sumaron y todo fracasó. Durante 1813 un grupo heterogéneo de personas se reunían en el Convento de Belén para organizar una sublevación. Pero antes de levantar un fusil, un estómago resfriado le fue con el cuento al Capitán José de Bustamante Guerra, y se acabó lo que se daba. En 1814 hubo un último intento que terminó para el demonio y para colmo Fernando VII regresó a España como rey y reinstaló el absolutismo. Pero en 1818 el implacable Bustamante deja el cargo y lo reemplaza Carlos Urrutia, buen tipo pero un poco flojo de cincha. Los independentistas retomaron protagonismo logrando libertad de prensa y reunión. El triunfo de la revolución mexicana infló los pechos de los criollos guatemaltecos que se pasaron por el chaleco las voces de esperar las opiniones de las otras provincias y el 15 de septiembre de 1821 firmaron el acta de independencia. Las flamantes ´Provincias Unidas de Centroamérica’ no tuvieron ni tiempo de pensar en cómo organizarse. Una combinación de presiones político militares desde México y una flojera de compromiso de las clases acomodadas locales arruinaron todo. Los territorios brevemente independientes fueron anexados al imperio de México. Los criollos ni se habían empezado a calentar cuando en menos que canta un gallo el imperio cayó y con él, el dominio sobre Centroamérica. Así fue que en 3 años se independizaban de nuevo, esta vez se llamaron ‘República Federal de Centroamérica’. En honor al corsario franco argentino Hipólito Bouchard, quien atacara las posiciones españolas en Centroamérica, la asamblea adoptó para su bandera, los colores de la de las Provincias Unidas del Río de La Plata. Esto no les trajo suerte, liberales, conservadores, criollos, latifundistas y campesinos nunca pudieron amalgamarse en un proyecto común. Una guerra civil desangró la región. La situación comenzó a aclararse cuando en 1838 Nicaragua se declara soberana. El pacto federal que mantenía unida la república fue derogado en 1839. Para enero de 1840 ya no había una república, había cinco.
(Pequeñas Piezas de la Historia, por Gabriel Horacio Blasco Dantuono)
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