El concilio de Nicea sentó las bases de la iglesia moderna... moderna para el año 325, durante los siguientes 1.700 años no ha cambiado mucho. Desde ese momento la relación con los estados ha sido tensa, unas veces provocaba enojos y otras unos cuantos miles de muertos. La discusión nunca fue teológica, política o ética, siempre fue por ver quién cortaba el bacalao... y por consiguiente, quién manejaba la plata. Dentro de esa relación amor-odio uno de los momentos más tensos fue durante impresentables 50 años llamados la 'Querella de las investiduras'. El tole tole arranca allá por el año 1075 cuando se calzó la toga Gregorio VII. Hasta ese entonces la cosa fluía y hasta se ponían de acuerdo al elegir enemigos. El primer problema giró en torno al nombramiento de cargos eclesiásticos. Estos los hacía directamente el emperador de turno del Sacro Imperio Romano Germánico, no de guapo, era el que ponía la plata. Generalmente el emperador no era muy exigente y nombraba a cualquier pariente para que viva de arriba. Mientras el emperador de turno, Enrique IV se distraía en fiestas, Gregorio VII le clavó 27 axiomas en el ángulo. En ellos se atribuyó el derecho absoluto de dar los cargos eclesiásticos, se nombró señor supremo del mundo y decretó que los designios de la iglesia eran inapelables ya que nunca se equivocó, ni lo haría. Eso sí, la plata la seguía poniendo el estado. La reafirmación del celibato dejaba a todos los funcionarios de la iglesia sin descendencia y por lo tanto sin herencia legal, por ello los bienes de la iglesia eran un tentador botín. Enrique IV se cabreó despidió a Gregorio VII, este como contrapartida lo excomulgó y todo se fue al demonio. Muchos clérigos manejaban feudos y a su vez muchos señores feudales abrazaban con unción a Dios, así que ¿como seguimos?, a quién respondemos. Enrique dio un humilde paso al presentarse en Roma vestido con su traje mas humilde y pidió perdón, Gregorio se agrandó y mientras lo perdonaba con una mano, con la otra le nombró un sucesor. La siguiente vez que Enrique fue a Roma lo acompañaron miles de soldados, a Gregorio se le desinfló el ego y pidió ayuda al normando siciliano Roberto Guiscardo. Los que vinieron a ayudar terminaron saqueando Roma y todo se desmadró. La muerte de ambos contendientes hizo que las aguas se fueran calmando y sus sucesores fueron cediendo de a poco hasta que primó la razón. La Querella de las Investiduras terminó formalmente cuando el emperador Enrique V y el papa Calixto II firmaron el Concordato de Worms. A que no adivinan quién salió fortalecido de este entuerto?.
(Pequeñas Piezas de la Historia, por Gabriel Horacio Blasco Dantuono)
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