lunes, 9 de junio de 2025

1895 - El Palacio de Versalles es frecuentemente visto como un símbolo del lujo desmedido y la desconexión de la monarquía con el pueblo, aspectos que contribuyeron a la Revolución Francesa.


Construido por Luis XIV para consolidar su poder absoluto, el palacio no solo representaba la majestuosidad de la monarquía, sino también el inmenso gasto y el estilo de vida opulento de la nobleza, en contraste con las dificultades económicas que enfrentaba la población. Durante el reinado de Luis XVI y María Antonieta, Versalles se convirtió en un foco de crítica. La famosa (y posiblemente apócrifa) frase de María Antonieta: "Que coman pasteles", aunque no haya pruebas de que la haya dicho, ilustra la percepción pública de la indiferencia de la nobleza ante el sufrimiento del pueblo. Esto ayudó a alimentar el descontento que desembocó en la Revolución de 1789. Finalmente, en octubre de 1789, la multitud enfurecida marchó sobre Versalles y obligó a la familia real a trasladarse a París, lo que marcó el principio del fin de la monarquía absoluta en Francia. Hoy, Versalles sigue siendo un emblema de esa época de excesos, pero también un invaluable patrimonio histórico y artístico.
 En 1837 se inauguró oficialmente un museo, que marcó el inicio del turismo. Fotografiado aquí en 1895 rodeado de visitantes, el palacio y su hermoso recinto se han convertido en una de las atracciones más visitadas en Francia.

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