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lunes, 4 de enero de 2016
Sangrienta Navidad Los hermanos Leonelli fueron capaces de cometer una serie de asesinatos a sangre fría que, durante las fiestas de 1916, crearon una intensa paranoia entre los mendocinos. A 100 años de una tragedia con ribetes misteriosos
En la víspera de la Navidad de 1916, los mendocinos se enteraron de un hecho criminal que conmocionó a toda la provincia y al país. Como una película al mejor estilo Hitchcock, estos hechos conservan la triste notoriedad de ser los más aberrantes y sangrientos que hasta ahora se registran en los archivos policiales de Mendoza.
Vecinos asesinos
En la mañana del 20 de diciembre de 1916, se oyeron gritos desgarradores que salían desde el sótano de una casa, en calle Urquiza 191. Alertados, varios vecinos de la cuadra corrieron a la vereda en busca de la policía. Los uniformados llegaron a los pocos minutos al lugar y golpearon la puerta del domicilio, pero nadie contestó. Alguien, entonces, dijo que esa casa estaba abandonada. Los policías penetraron en la vivienda, con cierto sospecha respecto del individuo, quien intentó darse a la fuga sin conseguirlo.
El sospechoso, llamado José María Leonelli fue interrogado: confesó que su hermano, Marcos Mauricio, había matado a un hombre.
Inmediatamente, la policía ubicó a su hermano, quien vivía en Urquiza 171. Las evidencias estaban a la vista. Y confesó el asesinato.
El comisario de la Tercera dio la orden a los investigadores para que comenzaran a inspeccionar distintos lugares de la casa. Al llegar a la entrada, se encontraron con un gran charco de sangre en uno de los corredores, junto al ingreso a un sótano. Sospecharon que allí habían depositado el cuerpo de la víctima.
Una sótano con olor a muerte
Los “sabuesos” encontraron en el sótano el cuerpo de un joven envuelto con una lona y medio sepultado entre papeles y basura.
La víctima fue identificada como Tufik Ladekani, un cambista de dinero nacional, de origen Sirio, que operaba en importantes bancos de la ciudad.
Después de la detención de los hermanos José y Marcos Leonelli, acusados de matar al prestamista Sirio, los investigadores sospecharon de inmediato que habían cometido otros asesinatos del mismo tenor. Algo que los acusados negaron rotundamente durante un intenso primer interrogatorio.
En el domicilio de calle Urquiza al 171, se inició una excavación en la que participó un grupo de bomberos. Buscaban las pistas de otras muertes. Allí los uniformados encontraron el cadáver en descomposición de otra víctima. El médico forense determinó que los restos encontrados eran de otro desaparecido llamado Julián Azcona.
Habría más. A los pocos días de trabajar, se encontraron con los restos de Juan Dávila en un pozo del baño.
Muerte por dinero
Poco antes del asesinato del prestamista Ladekani, los Leonelli mataron a sangre fría a Azcona y Dávila.
Los hermanos tenían una abultada deuda con Azcona. Lo secuestraron y le obligaron a escribir un telegrama a su esposa, diciéndole que viajaba al norte por negocios. Luego lo asesinaron.
Los Leonelli tenían en su lista a Juan Dávila, por las mismas razones. Con estos crímenes, José y Marcos se hicieron de importantes sumas de dinero. Y crearon mitos.
En la época, se los creyó culpables de infinidad de crímenes, y se les endilgaron decenas de historias. De hecho, la desaparición de la sirvienta de Dávila y de otro vecino de la calle Urquiza, que conocía algunos de estos hechos, no pudo ser aclarada.
La cárcel del fin del mundo
Las pruebas de estos asesinatos fueron más que evidentes. La causa estuvo a cargo del Juez del Crimen, doctor Nieto Riesco quien en 1918, condenó a Marcos Mauricio Leonelli con la pena de muerte y a José María a cadena perpetua.
Cuando faltaban minutos para la ejecución de Marcos Leonelli, el asesino se salvó ante la presión pública y política que se produjo por esta condena de ejecución. La sentencia fue revocada a cadena perpetua. Desde ese año estuvieron en los alojamientos de la penitenciaría local pero en 1923, ambos fueron trasladados al Penal de Ushuaia.
Desde 1935, los hermanos José María y Marcos Mauricio Leonelli, apelaron a través de la Cámara por su libertad pero en aquel tiempo no les fue otorgada. Tas ocho años ambos volvieron a apelar para dejar sin efecto su condena; el primero pudo recuperar la libertad, no así el segundo y principal asesino, quien falleció en la cárcel.
http://www.losandes.com.ar/article/sangrienta-navidad
domingo, 3 de enero de 2016
sábado, 2 de enero de 2016
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