Se colocaba una balanza en las unidades básicas para que los vecinos la tuvieran a mano, cuando se constataba que el peso en la balanza de la Unidad Básica no coincidía con lo dado por el comerciante se formulaba la denuncia ante las autoridades competentes, bajo la garantía de las personas presentes en el pesaje y los encargados de la Unidad Básica.
Se decía que el comerciante no subía los precios pero al realizar la venta, entregaba entre 200 y 300 gramos menos. En esos años se vendían los comestible sueltos.