Muy pocas historias son tan interesantes y curiosas como la vida de Violeta Jessop, quien vivió junto a su familia en nuestra provincia a fines del siglo XIX.
Si su padre no hubiese fallecido, posiblemente los descendientes de los Jessop serían mendocinos, pero para Violeta el destino tenía guardada una experiencia única: ser protagonista de uno de los sucesos más trágicos de la historia de la humanidad: el hundimiento del Titanic, producido en abril de 1912.
A través de los escritos que dejó se puede apreciar el afecto que tuvo durante los años de permanencia en nuestra provincia. Además, dos de sus hermanas nacieron en esta tierra.
Argentina, país generoso
Violeta Constancia Jessop nació el 2 de octubre de 1887 en Sauce Grande, en el partido de Coronel Dorrego, provincia de Buenos Aires.
Su padre William Raymond , que había nacido en Irlanda, llegó a nuestro país a fines del siglo XIX como tantos otros inmigrantes. Se casó en Buenos Aires con la irlandesa Kate Kelly y tuvo varios hijos. William Jessop, fue empleado del ferrocarril.
Su padre William Raymond , que había nacido en Irlanda, llegó a nuestro país a fines del siglo XIX como tantos otros inmigrantes. Se casó en Buenos Aires con la irlandesa Kate Kelly y tuvo varios hijos. William Jessop, fue empleado del ferrocarril.
Por problemas de salud de Violeta, los médicos recomendaron a la familia trasladarse a la provincia de Mendoza por su clima favorable .
Los Jessop llegaron a la estación de Retiro para abordar el tren del ferrocarril Gran Oeste Argentino, con destino a Mendoza. Violeta y su familia venían a nuestra provincia dispuestos a trabajar.
Inmediatamente se instalaron en la calle Tiburcio Benegas, enfrente de los talleres del ferrocarril.
A William lo designaron inspector de calderas de las locomotoras. Pero la tragedia los sorprendió cuando el hermanito Samuel, de seis meses, falleció. A pesar de esto, la familia siguió adelante.
A Violeta le fascinaba Mendoza. Y junto a sus hermanos estudiaba en una escuela pública.
Mary Morse como maestra
En marzo de 1900, Violet, que en ese momento tenía 12 años de edad, ingresó en la Escuela Normal dirigida por la recordada maestra estadounidense Mary Morse. Allí, la niña pelirroja y de ojos verdes cursó su primer año de secundaria. Eran más de 500 alumnos y tanto ella como la hija del pastor anglicano, eran las únicas de origen anglosajón.
Durante ese tiempo, su madre Kate tuvo dos hermosas niñas: Molly y Eileen.
Fue por entonces que la familia se trasladó a una casa en la calle de ingreso al Parque, actualmente Emilio Civit. Pero la desdicha volvió aparecer entre los Jessop; la pequeña Molly murió súbitamente después de un viento Zonda. La tristeza otra vez invadió el hogar, pero rápidamente se sobrepuso.
Los chicos participaban de las fiestas patrias y de las que organizaba la comunidad británica local.
Su padre, quien seguía trabajando en el ferrocarril, se enfermó de gravedad en el verano de 1903 y falleció el 7 de marzo. Ante esta situación, la señora Jessop optó por regresar a Gran Bretaña. Violet y sus otros hermanos no querían irse de Mendoza; inclusive Mary Morse, la directora de la escuela Normal, le pidió a su madre que le dejara a la niña en adopción. Muy tristes, madre e hijos partieron hacia Europa.
Testigo de la historia
Casi una adolescente, Violeta Jessop se estableció en un colegio de Belfast, Irlanda del Norte. Luego, para ayudar a la familia, trabajó como camarera en la Royal Mail Line.
En 1910, ya instalada en Gran Bretaña, fue contratada como camarera por la empresa White Star embarcándose en el RMS Majestic, para luego trabajar con la tripulación del RMS Olympic, el barco más grande y lujoso de su época. El hecho de dominar el idioma español y el inglés junto a una buena apariencia y un adecuado carácter fue fundamental en su contratación.
Por varios años estuvo a bordo del RMS Orinoco. Luego fue seleccionada para integrar la tripulación del más grande e imponente transatlántico denominado RMS Titanic quien partió el 10 de abril de 1912 hacia el puerto de New York, Estados Unidos.
Durante aquella fatídica noche del 14 de abril, la nave chocó contra un iceberg que averió gran parte de la nave y pasada la medianoche, el capitán ordenó la evacuación del buque.
Mientras tanto, Violeta Jessop fue llamada al puente por un oficial para que se embarcara en el bote salvavidas número 16, junto 39 personas.
El bote se alejó, dejando atrás a la majestuosa nave que se hundía y a miles de personas que intentaban salvarse.
Las luces del Titanic se apagaron y pronto se sintió una explosión. Minutos más tarde, se sumergió en el fondo del Atlántico. El bote en que viajaba fue socorrido por un buque que la trasladó con muchos sobrevivientes al puerto de New York, el destino final del fallido Titanic.
Después de ese fatídico viaje, Jessop siguió en la línea White Star Line por más de cuarenta años. Además actuó como enfermera en la Primera Guerra Mundial y luego prestó servicio en la Segunda Guerra, retirándose como camarera en 1950, en el buque llamado Andes.
Violeta Jessop se radicó en una pequeña villa llamada Great Ashfield y falleció el 5 de mayo de 1971 de una insuficiencia cardíaca. Está enterrada en el cementerio de Hartest, Suffolk, en el Reino Unido.
Fuente: http://www.losandes.com.ar/article/la-camarera-del-titanic