Minería en libertad
Desde la llegada de los colonizadores españoles en la región de Cuyo, la explotación de oro, plata y otros minerales fue la prioridad de los gobiernos coloniales desde el siglo XVII.
Después de los acontecimientos de 1810, los miembros de las respectivas Juntas de Gobierno vieron la indispensable necesidad de ocuparse de la industria minera, teniendo en cuenta el alto significado económico que poseían los metales preciosos.
Por aquella época, los yacimientos más importantes se encontraban en Potosí (Bolivia); pero en nuestra región estaban la minas del Famatina (La Rioja), gran parte del valle de Uspallata (Mendoza), Jachal (San Juan) y la Carolina (San Luis), como reservas de gran potencial, esperando el turno de su desarrollo.
Es por eso que en 1813, se produce un hecho histórico y significativo para la minería. Con el propósito de promover la actividad a largo plazo, y de convertir a las Provincias Unidas en un país minero, la Asamblea General Constituyente sancionó el 7 de mayo de ese año, la primera ley de fomento minero.
En esta ley se basó el flamante gobernador de Cuyo José de San Martín, para incentivar esta industria en Mendoza, San Juan y San Luis.
Un gobernador progresista
San Martín llegó a Mendoza en setiembre de 1814 y encontró a toda la zona de Cuyo en una situación económica desastrosa. Apenas el erario público tenía lo mínimo para solventar gastos; y los recursos eran muy pocos.
Los gobiernos anteriores al del Libertador poseían una idea más conservadoras sobre la economía en la región. Es por eso que el Padre de la Patria llegó a estas regiones con una visión muy diferente. Y dentro de sus ideales, estaban los del progreso económico.
Más allá de ser militar, su concepto de la economía era muy claro y creía firmemente en el potencial de la industria. No hay duda que este pensamiento de desarrollo, lo había traído desde Europa al vivir muchos años en ella y absorber las nuevas ideas de la época.
La prioridad económica
Después de la asamblea del año XIII se creó en Mendoza la Compañía Patriótica de Minas. Esta empresa estaba presidida por el licenciado Manuel Ignacio Molina, quien había encarado, desde fines del siglo XVIII, la explotación de diferentes minerales en el valle de Uspallata, en donde se habían encontrado vetas de oro, plata y cobre.
La compañía de Molina, en el valle de Uspallata, contaba con un gran establecimiento en los que tenía varios hornos de fundición y un trapiche hidráulico para la molienda de minerales.
Poco tiempo después de tomar el mando, San Martín planteó al Cabildo de Mendoza, la necesidad de impulsar el desarrollo minero y envió varios proyectos para debatirlo en la Sala de representantes, los que fueron aprobados por unanimidad.
Pero también, como funcionario instó a sus representantes de las provincias de San Juan y San Luis, para que promocionaran la minería como un nuevo sustento económica de la región.
Fueron muchas las notas oficiales enviada al gobernador sanjuanino; en donde “El Santo de la Espada” hacía mención a la activación de esas minas ubicadas en la localidad de Jachal.
Éstas llevaban muchos años de explotación en tiempos coloniales. El apoyo inmediato del coronel San Martín, hizo que en menos de un año, la industria minera comenzara a trabajar activamente.
También en San Luis, el mandatario de Cuyo, envió las mismas misivas que fueron acatadas.
En agosto 1816, San Martín fue nombrarlo general en jefe del Ejército de los Andes por el gobierno de Pueyrredón y se le encomendó la gloriosa misión de liberar el territorio de Chile.
Fue así, que tuvo que dejar su cargo, y se postergarían sus anhelos de ver aquí un polo minero de escala continental.