viernes, 21 de diciembre de 2012

Coquetas máquinas de dolor

Fue el gran fetiche de la indumentaria durante más de tres siglos; resaltaba las formas femeninas hasta extremos inverosímiles afinando el talle para destacar la cola y los pechos. Aquí, el secreto de las mujeres para lograr las ansiadas "cinturas de avispa".

La industria de la moda cultiva sin mayores complejos imágenes andróginas y vende ambigüedad sexual deliberadamente. Muchos exitosos diseñadores como McQueen o Calvin Klein tratan de reeditar con su particular estética a modernas Georges Sand, pero con severos trastornos alimenticios, sin libros firmados con seudónimos y sin el inspirado piano de Chopin.

Sin embargo, a lo largo de la historia toda semejanza de la mujer con el hombre era una inquietante anomalía.

Hacia los siglos XVII y XVIII, Ilustración y Romanticismo de por medio, se valoró en las mujeres con especial énfasis y toneladas de poemas, sus diferencias corporales: la piel pálida y suave, el cabello largo y trabajado, las manos y los pies pequeños. Aquellas zonas de su cuerpo vinculadas a la reproducción, es decir, la cadera y los pechos abundantes volvieron a convertirse en sinónimos de feminidad deseada.

Por ello, los siempre atentos franceses inventaron el corset, macabro heredero de los corpiños y ceñidores de tela que habían usado las mujeres hasta el 1600.

El corset tenía como objetivo resaltar las formas femeninas; se trataba de afinar el talle y destacar la cola y los pechos. Las modistas ponían tanto empeño en esta misión de afinar el talle que se llegó al extremo de lograr cinturas de 40 centímetros, las llamadas “cinturas de avispa”.

Con todos los órganos fuera de lugar era lógico que las señoras y señoritas se desmayaran a cada rato, lucieran reglamentariamente pálidas y, como casi no podían respirar ni moverse, tuvieran buenos modales. Su elaborada red de madera, huesos y acero las convertía en campeonas de los suspiros, reinas de la languidez y candidatas constantes al cementerio.

El corset condenaba a las mujeres –las madres se ocupaban de que las hijas comenzaran a usarlos desde la adolescencia- al dominio permanente de sus movimientos; era una especie de tutor físico y moral, ya que sus imbricadas y tirantes cintas desalentaban al más osado caballero, que además, tenía que sortear también las tramoyas de los miriñaques y polizones de las faldas y enaguas para llegar a la piel de la mujer deseada. Este doble armazón, el del corset y el del miriñaque, convertía el cuerpo de las mujeres en un castillo inalcanzable que los hombres debían conquistar. Mientras que para ellas era una verdadera cárcel de tela de la que no podían huir sin obtener una severa condena social.

Los corsets, coquetas máquinas de dolor, se confeccionaban de seda, raso y brocados, piezas flexibles de hueso de ballena (los más caros) o de madera, broches de diversos metales y gran profusión de cintas y cordones que permitieran apretar mejor el tórax de la sacrificada mujer.

Tenían elevados precios y a las costureras que los confeccionaban, las corseteras, se la llamaba “las brujas de la vida elegante”.

Fue el gran fetiche en cuanto a indumentaria durante más de tres siglos hasta que en 1905 el visionario modisto Poiret se atrevió a abolirlo diseñando vestidos lisos, sueltos y muy elegantes con los que inició una verdadera revolución cultural puesto que las mujeres, que ya habían logrado desprenderse de los artefactos que las ceñían de la cintura para abajo, tomaron esta opción y abandonaron el oprimente corset para adoptar el más sencillo corpiño.

La célebre bailarina Isadora Duncan fue una de las clientas dilectas del señor Poiret y Coco Chanel una de sus herederas.
La paradoja es que hoy, cien años después, miles de mujeres elijan solitas, otra vez un mandato masculino que no tiene ya que nada ver con la reproducción, la presunta castidad ni con la moda; y que abandonado el corset y las fajas recurran a peligrosas dietas y a inescrupulosos cirujanos para lograr, con dos costillas menos, aquella irreal y deformante “cintura de avispa”.
Patricia Rodón

21 de diciembre en la historia


Mientras aguardamos en vigilia el fin del calendario maya, podemos repasar algunos hechos que tuvieron lugar un 21 de diciembre. Hay buenas y malas noticias, además de una constante:siempre fue el preludio de un 22 de diciembre, lo que nos da cierta esperanza.
-En 1631 murió Hernandarias en Santa Fe. Fue cuatro veces gobernador del Río de la Plata. Él no tuvo su 22.
-En 1745 comenzó su actividad el convento y monasterio de Catalinas, en el barrio de Retiro. Sigue en pie.
-En 1802 se casaron de apuro José Clemente Quiroga Sarmiento y Paula Albarracín. El apuro no era por Domingo Faustino, sino por su hermana mayor, Francisca Paula.
-En 1824 murió el doctor James Parkinson, descubridor de la enfermedad que lleva su nombre.
-En 1832, desde Francia, partieron en viaje de bodas Mariano Balcarce y Merceditas San Martín, hija del general. ¿A dónde fueron de luna de miel? A Buenos Aires.
-En 1847 se conoció la noticia de la fuga de Camila O’Gorman y el padre Gutiérrez. Escándalo.
-En 1901, Noruega incorporó el voto femenino en elecciones comunales.
-En 1921 perdimos a Joaquín V. González.
-En 1927 se inauguró la cervecería Münich en Costanera Sur. Furor entre los porteños.
-En 1937 nació la actriz Jane Fonda. También se estrenó Blancanieves y los siete enanitosen Estados Unidos. Aquí llegó en mayo de 1938.
-En 1940, la madre de Frank Zappa dio a luz. Luego él se consiguió otras.
-En 1942 nació Hu Jintao, el presidente chino.
-En 1946, un terremoto en Japón provocó unas 1000 víctimas fatales. Otras 40000 perdieron sus casas.
-En 1973 nació Matías Almeyda, futbolista y director técnico.
-En 2010 tuvimos un eclipse total de luna.
-¿En 2012? Vemos.


jueves, 20 de diciembre de 2012

PERSONAJES; El loco de las piruetas. Juan Antonio “Tunín” Gaudino, (1893-1975) Buenos Aires

En el verano de 1924 se vivieron con gran expectativa los preparativos de la carrera de motocicletas que se disputaría en Morón, provincia de Buenos Aires. El entusiasmo lo generaba la participación de renombrados motociclistas uruguayos y españoles que nos visitaron con el objeto de medir fuerzas y habilidades con nuestros representantes. Entre los locales figuraba un inmigrante italiano al que todos conocían como “el loco de las piruetas”.
Se llamaba Juan Antonio “Tunín” Gaudino, había nacido en Turín (1893), y su primera pasión fueron las bicicletas. En 1913 compitió en la carrera que unía Rosario y Córdoba. Abandonó junto a Manuel Fernández. Tomaron el tren a Bell Ville, donde terminaba la primera etapa. Bajaron y pedalearon hasta la ciudad. Al llegar, los ovacionaron y los llevaron en andas: disfrutaron de los agasajos hasta que apareció el verdadero ganador y se descubrió la picardía.
Pronto Gaudino cambió la bicicleta por la moto. Solía hacer acrobacias en la Sportiva (donde hoy están las canchas de polo en Palermo). Manejaba a alta velocidad sentado al revés o con apenas un pie en el pedalín y todo el cuerpo afuera. Con la ayuda de una rampa, volaba con la moto y dejaba a todos con la boca abierta.
El 20 de enero de 1924, Tunín Gaudino venció a los uruguayos, a los españoles y los argentinos en las “XII horas de motocicleta”, disputadas en Morón. Con su Harley-Davidson completó 910 kilómetros en las 12 horas, es decir, a una velocidad promedio de casi 76 km/h. En esa jornada perdió cinco kilos y medio.
Continuó compitiendo con su Harley y más adelante se entusiasmó con los automóviles.

Algunos datos de su vertiginosa biografía:
* En 1926, cuando se inauguró el estadio de Independiente, la Doble Visera en Avellaneda, Gaudino ofreció un acto de acrobacias en moto.
* Como automovilista, ganó el Gran Premio de 1927 (Morón-Rosario-Córdoba-Morón).
* También se quedó con la copa del Gran Premio de 1928, donde por primera vez se superaron los 100 km/h en el tramo Buenos Aires-Rosario.
* El de 1930 lo ganó compitiendo bajo una intensa lluvia y desplazándose con maestría en el barro, como se ve en esta foto:

* El 30 de mayo de 1932 corrió las 500 millas de Indianápolis, con el más célebre de sus autos: el Insignia de Oro, de Chrylser. Para poder viajar, debió empeñar las 54 medallas que había obtenido en bicicletas, motos y autos. Debido a lo caro que resultaban los Estados Unidos para los bolsillos argentinos, durante su estadía se mantuvo con café con leche y algo de pan. En medio de la carrera se prendió fuego el motor y debió abandonar.

* Corrió de nuevo en Indianápolis 1933, junto a Raúl Riganti (en la foto vemos el día que embarcaron el Insignia de Oro rumbo a los Estados Unidos). ¿Cómo reunieron el dinero para participar? Los dos vendieron sus autos. Lograron un meritorio puesto 14.
* Tunín sufrió muchos accidentes. Una vez, según contó, tuvieron que coserlo de emergencia y,por falta de hilo, ¡usaron cuerdas de guitarra!

Juan Antonio Gaudino dejó de correr en 1937. Murió en 1975, el año en que Carlos Alberto Reutemann alcanzó por primera vez el tercer puesto en el Campeonato Mundial de Pilotos.

Gentileza Daniel Balmaceda

Un Jueves como Hoy; En cartelera LOS DIEZ MANDAMIENTOS - Teatro Mendoza (año 1960)


martes, 18 de diciembre de 2012

Gente muy Especial. Novedad: (año 1930)


En el año 1930 el escritor Ingles Ivor Montagu acompaño a
S.M Eisenstein, G. Alexandrov y A. Tisse en su peripecia por Estados Unidos, que acumularía frustraciones y terminaría con el controvertido episodio de QUE VIVA MÉXICO.
En ese momento no solo  no había relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y la Unión Soviética, sino que existía  una marcada ignorancia recíproca sobre las costumbres de ambos países.
Según Montagu, el caso fue marcado por una reunión en la que un periodista preguntó:

 Y dígame señor Eisentein, ¿ la gente se ríe en la Unión Soviética?

- No, pero se reirán cuando yo les cuente esta reunión.




Sergei_Eisenstein

(fuente: Una enciclopedia de datos inútiles)














sábado, 15 de diciembre de 2012

CHALET de Olaya Pescara de Tomba (año 1890) Godoy Cruz, Mendoza



Chalet de Olaya Pescara de Tomba

Fecha de edificación (incierta) se estima alrededor de 1890
En los primeros años de la década de 1970 el chalet fue demolido para dar paso a la construcción de las actuales oficinas del Banco de la Nación Argentina (sucursal Godoy Cruz), sito en calles Rivadavia esquina Antonio Tomba.

Antonio Tomba nace el 8 de abril de 1849 y fallece el 05 de noviembre de 1899.
 Llegado a Argentina con la edad de 25 años, Antonio, en menos de 25 años tardó en construir el llamado “Imperio del Vino”; llegando a ser su bodega, la más grande del mundo en esa época.

Foto Gentileza de Roberto Duran

jueves, 13 de diciembre de 2012

Un Jueves como hoy: En Cartelera El Profesor Hippie. Cine Gran Rex (año 1969, mes Agosto) Mendoza


Un profesor de un colegio nacional de ideas renovadoras, se enfrenta con los directivos para que los alumnos puedan realizar un festival artístico en el salón de la escuela.

Graduados: Alumnos de 5to. año 3ra turno tarde. Escuela Manuel Belgrano, promoción 1980 (Mendoza)



Los protagonistas:
Profesor Luis Antonio Ruiz,
Egresados: Ana María Alvarez, Diana Miriam Atencio, Elsa Patricia Benassai, Mabel Gladys Baco, Daniel Oscar Briones, Sandra María Bucolo, Silvia Elizabeth Cataneo, Mónica Fernández, Silvia Elizabeth Fernández, Miriam Fuentes, Sergio Pablo Gagliardini, Laura María González,
Graciela Gudiño, Mónica Gladys Heredia, María Patricia Lorenzo, Mónica Beatriz Lorenzo,
 Gustavo Fabián Ortiz, Sandra Páez, Ernesto Pereira, Cristina Nancy Pérez, Marisa Alejandra Precioso
Mónica Beatriz Ramón, Viviana Mabel Rodriguez, Cristina Rosselot, Laura Beatriz Sostrón,
Mabel Beatriz Sisinni, Anibal Soler, Miriam del Carmen Tello, Sandra Trobatto, José Antonio Vocal y Claudio Zajur

Foto Gentileza Mónica Ramón.

martes, 11 de diciembre de 2012

Chalet De Bassi Posada-Hotel (año 1926) Mendoza


Chalet de Bassi es considerado Patrimonio Cultural y arquitectónico, Por su historia y belleza. Punto de referencia para los lugareños. Atendido por la familia Bassi. 

http://www.chaletdebassi.com/chalet_de_bassi.html

Foto Gentileza de la familia Bassi.


viernes, 7 de diciembre de 2012

De minas, rufianes y burdeles








Las mujeres eran clasificadas por su nivel y su tarifa: las francesas, las polacas y las criollas, es decir, las muchachas de arrabal.

Mona Lisa Acelerada
Millones de mujeres han vendido su piel desde el principio del mundo por comida, por dinero, por ambición, por miedo. Entre las hetairas griegas o las cortesanas romanas, por ejemplo, y las prostitutas de hoy no hay más diferencias que las cosméticas.
El término prostituta proviene del latín prostituere, donde pro significa antes o delante y statuere estacionado, colocado; es decir, algo colocado adelante, a la vista, con la intención de ser vendido. En Roma también eran llamadas meretrices (del latín, meretrix, del verbo mereo pagar, ganar), y que ha pasado sin cambios al castellano. El diccionario de la RAE la define como "persona que mantiene relaciones sexuales a cambio de dinero".
Los lupanares estaban regentados por un leno, de ahí la palabra lenocinio, quien cuidaba del orden y de cobrar a los clientes si las mozas eran esclavas; si eran libres cobraban ellas y daban su comisión al leno. Las celdas se llamaban jornices, de donde viene el verbo fornicar, porque estaban situadas muchas veces bajo las bóvedas y arcadas de algunos monumentos públicos, como el circo, el anfiteatro, los teatros, el estadio, etcétera. La palabra burdel  deriva del catalán bordell y éste de bord, bastardo; de allí que burdel  significaría el lugar en donde se concebían bastardos.
En nuestro país los prostíbulos han existido siempre. Pero a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX se produjo un notabilísimo aumento de las llamadas “casas de tolerancia” a causa de tres factores determinantes: la inmigración masiva mayoritariamente masculina, la importación de prostitutas europeas después de la Primera Guerra Mundial, en especial a través de la Zwi Migdal, y la crisis económica de 1915 que arrojó a centenares de argentinas a la calle y a las manos de proxenetas, “cafiolos” o “macrós”.
La siniestra Zwi Migdal era una red mundial de trata de personas que operó durante las tres primeras décadas del XX desde la ciudad de Buenos Aires y concentraba sus esfuerzos en la prostitución forzada de mujeres judías, en especial de Europa del Este. Esta enorme organización se ocultaba tras el nombre Sociedad Israelita de Socorros Mutuos Varsovia de Barracas al Sud y Buenos Aires, pero se la conocía simplemente como La Varsovia.
El Censo Nacional de 1869 registra 361 personas en el rubro "rufianes y prostitutas", 306 de ellas mujeres. Los registros de Capital Federal de 1889 sumaban 2.007 trabajadoras sexuales. Entre 1899 y 1915 los registros contabilizan 16.500 prostitutas, el 80% de las cuales era inmigrante. De ellas, 3.687 estás registradas como "rusas", es decir, oriundas de Europa oriental, y 2.484 como "francesas".
Una idea clara de la magnitud de estas operaciones de “trata de blancas” ejecutadas por esta eficiente organización de rufianes es el incremento de prostíbulos legales en Buenos Aires: en 1920 había 292 lupanares, en 1925, 957.
Las “minas” eran clasificadas por su nivel y su tarifa: las francesas atendían en departamentos del centro, iban de a una, exigían limpieza y cobraban más caro; las polacas trabajaban en los burdeles de los barrios, cobraban 2 pesos por “servicio” y eran obligadas a la servidumbre; y las criollas, es decir, las muchachas de arrabal, intentaban “afrancesarse" y como canta el tango pasaban de llamarse Margarita a transformarse en Margot, como una “muñeca brava, bien cotizada”, una madama que “parla en francés”. Pura supervivencia.
Otras, menos afortunadas, pasaron de Esthercita a Milonguita, a quien los hombres le hicieron mal; o se quedaron llorando como Griseta y Grisel, ya que cayeron por su propia culpa, por  sus “berretines de bacana”.
Los tangos de este período siempre aluden a las mujeres que frecuentaban cabarets y “bacanes”, pero no a las jovencitas que trabajaban en los lupanares colectivos, generalmente entre 13 y 20 años y que eran la gran mayoría. En las peores condiciones de privacidad e higiene, padecían la larga fila de clientes vigiladas por una cotizada madama y por la estricta contabilidad de “servicios” de un codicioso rufián.
Todas ellas estaban esclavizadas por la Zwi Migdal, también conocida como la “sociedad tenebrosa”. Los cafishios recurrían al castigo corporal, las privaciones, el encierro y el hacinamiento, puesto que llegaron a convivir 70 prostitutas por casa, conventillo o prostíbulo.
La Varsovia fue desmantelada en 1931 a partir de la valiente denuncia que Raquel Liberman, una polaca que había caído en la red de trata.
Para el final, un fragmento de la letra del tango Milonguita (Esthercita), de Enrique Delfino y Samuel Linnig (1920):
“¿Te acordás, Milonguita? Vos eras / la pebeta más linda ’e Chiclana, / la pollera cortona y las trenzas, /y en las trenzas un beso de sol. / Y en aquellas noches de verano, /¿qué soñaba tu almita, mujer, /al oír en la esquina algún tango chamuyarte bajito de amor?” (…) “¡Milonguita! / Los hombres te han hecho mal, / y hoy darías toda tu alma/ por vestirte de percal”.
Patricia Rodón
http://www.mdzol.com/nota/433289/


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