lunes, 25 de mayo de 2015

Historia de la Argentina. Capitulo 6 Orígenes del movimiento obrero

Cosechadores de la Bodega de Narcisa Guiñazú. Luján de Cuyo. (año 1910) Mendoza




Fuente: Archivo fotografía histórica, Filosofía y Letras. UNC

Vista del frente del edificio del Hotel Plaza. (año 1939) Ciudad Capital de Mendoza


Publicidad Gráfica. Confitería Colon, ubicada en intersección de calles San Martín y Necochea. (año 1929) Ciudad Capital de Mendoza.


Colocación de placas conmemorativas en el monumento del Libertador, en la Plaza San Martín. (25 de Mayo de año 1910) Centenario de la revolución de Mayo. Mendoza


Breve historia de la Semana de Mayo


Mayo de 1810. En casa de los Rodríguez Peña se iniciaron las reuniones en las que se planteó la necesidad de un cambio. El virrey dependía del rey de España, que ya no gobernaba. Pasó a depender de la Junta de Cádiz, que se había disuelto. Era tiempo de debatir el futuro del virreinato. Con el apoyo del Regimiento de Patricios, comandado por Cornelio Saavedra (a quien secundaba Juan José Viamonte) reclamaron al virrey Cisneros la convocatoria de una Asamblea General o Cabildo Abierto, es decir, con la participación de los principales vecinos. El virrey, sin el apoyo de las armas, se vio obligado a aprobarla.
El lunes 21 de mayo se imprimieron las invitaciones. Cincuenta celadores las repartieron y pegaron los bandos en las esquinas, un trabajo que hacían con gran destreza sin desmontar. Además, se contrataron carretas para transportar bancos de la Catedral y de las iglesias de Santo Domingo, San Francisco y la Merced. De esta manera resolvían el problema de la cantidad de vecinos que acudirían al día siguiente. Para reunir los escaños se hicieron doce viajes a las cuatro iglesias.
Por la cantidad de gente fue necesario acondicionar el balcón mediante lonas y tapices que cerraran el lugar para disimular el frío de mayo, y darle privacidad de la reunión. Tampoco descuidaron la iluminación. Por lo general, el Cabildo sesionaba a la luz del día y en todo caso, con un par de velas se resolvía el problema. Pero esta vez serían varias horas de debate. Se envío por una provisión importante de velas e hilo.
Mientras tanto, ese lunes, en la casa de Nicolás y Casilda Rodríguez Peña, situada en las actuales Suipacha y Bartolomé Mitre, los patriotas Castelli, Vieytes, Belgrano, Saavedra y varios más debatían una estrategia a seguir en la Asamblea del martes 22. La reunión terminó después de la medianoche. Amparados por la oscuridad, partieron cada uno rumbo a su casa.
A partir de las ocho de la mañana del martes 22 de mayo comenzaron a llegar los invitados al Cabildo. Asistieron 251 vecinos de los 450 que habían sido convocados. La imagen de una reunión muy formal y organizada se contrapone al contenido de las cartas y relaciones que fueron escritas en los días posteriores. Hubo empujones, gritos y hasta insultos para algún orador poco convincente. La ovación de la jornada la tuvo un español, el general Pascual Ruiz Huidobro. Solicitó que el virrey Cisneros renunciara de inmediato. Fue ovacionado. El Cabildo Abierto terminó a la medianoche, una vez que el último vecino votara.
El miércoles 23, los funcionarios del Cabildo encargados del escrutinio de votos llevaron adelante una maniobra para mantener al virrey en el poder. Anunciaron que Cisneros sería depuesto, pero lo reincorporaron en un Junta, acompañado de cuatro vecinos: los criollosSaavedraCastelli y el sacerdote Juan Nepomuceno Solá, más el comerciante español José Santos Inchaurregui.
El 24 de mayo a las tres de la tarde, los integrantes de aquella primera Primera Junta se arrodillaron frente al crucifijo, en el piso superior del Cabildo, y juraron fidelidad al rey. Cisneros dijo palabras de rigor y, una vez concluida la ceremonia, el quinteto cruzó la Plaza hacia el fuerte (donde ahora está la Casa Rosada). Los capitulares se abrazaron: aún frente al avasallador resultado electoral del Cabildo Abierto, el virrey seguía a la cabeza.
Los promotores de la Revolución no celebraron. Por la noche, los patriotas increparon a Saavedra y Castelli en la casa de Rodríguez Peña. Haber aceptado integrar la Junta con el virrey había sido los mismo que fracasar. Dos decisiones fundamentales se tomaron esa madrugada:los vocales renunciarían al amanecer y se presionaría al Cabildo para que aceptara creación de una nueva Junta, integrada por un presidente, dos secretarios y seis vocales. Cisneros no podía figurar.
El amanecer del 25, frío y lluvioso, no invitaba a salir a la calle. Como cada vez que llovía, Buenos Aires era un barrial. Sin embargo, los capitulares acudieron al edificio bien temprano y se encerraron en la planta alta, enterados de que la Junta que había asumido se había disuelto. Hombres dirigidos por French se asomaron por la Plaza. Saavedra y Beruti ingresaron a entrevistarse con los cabildantes y le entregaron la lista con los nueve nombres que debían conformar la nueva Junta. Lezica les agradeció el listado y dijo que sería tratado por el cuerpo capitular. La puerta se cerró. Era tiempo de esperar. Muchos de los postulados se reunieron en la casona de Azcuénaga, en la esquina de las actuales Rivadavia y Reconquista. French acudió al Cabildo y le alcanzó a los funcionarios varias hojas con firmas de vecinos que reclamaban la instalación de la Junta. Les advirtió, además, que el tiempo de las decisiones se agotaba.
La única salida posible era aceptar los términos. A las tres de la tarde, SaavedraPasso,MorenoAlbertiAzcuénagaBelgranoCastelliLarrea y Matheu se hincaron frente al crucifijo y juraron “desempeñar legalmente el cargo”. Fue el acta de defunción del virreinato, el gobierno patrio había nacido.
Fuente: http://blogs.lanacion.com.ar/historia-argentina/personalidades/breve-historia-de-la-semana-de-mayo/

Cabildo 1842/1850. Esta es la fotografía más antigua de un edificio de la República Argentina.


Un 1810 muy fashion. ¿Qué se usaba en los tiempos de la revolución? Las tendencias que llegaban de París, y la manera de vestir para separar claramente las clases sociales, en Mendoza.


Desde principios del siglo XIX el reino de España fue ocupado por las tropas del emperador francés Napoleón Bonaparte, quien depuso al rey español y puso en su lugar a su hermano José. 
Fue así como, a la hora de vestir elegante, se puedo de moda una tendencia llamada "imperio". Esta se hizo muy popular en la península ibérica y también en  tierras americanas. Los  más pudientes la adoptaron casi al instante, sin resistencia y con bastante rigor. 

Tiendas de mi ciudad 
En aquellos tiempos, las damas mendocinas paseaban por la calle de la Cañada -hoy Ituzaingó- en busca de las mejores tiendas, que allí se encontraban, para  elegir  los géneros para confeccionar sus vestidos. En esta principal arteria colonial, se instalaron una decena de locales en donde los tenderos ofrecían las más finas telas que eran traídas desde Buenos Aires. A pesar de existir varios negocios de este rubro, en ocasiones, las telas escaseaban porque los pedidos venían en carreta y tardaban unos 45 días o más en reponer los comerciantes estas mercaderías.
Damas de blanco
Durante los hechos de Mayo, los vestidos eran menos ostentosos y más simples que en el régimen español. Además, los colores eran claros. En las damas, el corte típico de los vestidos era llamado corte princesa, y por lo general eran ceñidos desde debajo del busto.
Los colores, al igual que estilo, poseían una gran sobriedad en relación con otras estilos anteriores.  Asimismo, había gran variedad de telas que venían importadas.  
Debajo del vestido, generalmente en color marfil o blanco, las damas llevaban una enagua por abajo del mismo género. Otros características de la moda imperio era el peinado; generalmente las mujeres se peinaban con un rodete, sostenido con una peineta, dejando caer algunos bucle al costado de ambas mejillas. En cuanto al calzado, los zapatos eran de tela de raso hechos a mano y en algunos casos, llevan un bordado.
En cuanto a los hombres, se vestían con un saco entallado y pantalón ceñido al cuerpo, todo en color negro. Debajo poseía una camisa, más ceñida aún que el saco, de color blanco. Una de sus variantes de gala y muy similar, era el llamado frac, un saco más corto de adelante con dos faldones detrás. Otra era el llamado spencer, también un tipo de frac, con faldones no tan largos pero de características similares.
Entre sus accesorios se encontraba la galera o  sombrero de copa alta, indispensable para salir a la calle o en las reuniones. Además el peinado de los caballeros de entonces era más bien corto y ligeramente con rulos, acompañado con largas patillas. 
Los militares tenían prendas de vestir muy similares a las de los civiles; contaban con una especie de frac con faldones largos y cuello alto, entre tanto el pantalón, que se usaba ceñido al cuerpo era de color blanco. La tela era, por lo general de paño azul. El sombrero era los llamados bicornio apuntado, de cuero o tela y el calzado, botas altas de color negro. 
A diferencia de la clase alta, el hombre de la campaña vestía con una chaqueta corta -que no se excedía de la cintura- con puños y cuello de terciopelo, camisa blanca una pequeña corbata negra y un chaleco con tres botones que en ocasiones exhibía un jabot en el centro.
FUENTE: http://www.losandes.com.ar/article/un-1810-muy-fashion

Un hombre probando un prototipo de casco de Fútbol Aericano. 1912


Astillero de Caleta Abarca. Construcción del barco Meteoro, Valparaíso, 1902. (Chile)



Fuente: https://fb.facebook.com/photo.php?fbid=10200521334629596&set=gm.527992920572629&type=1&theater


Buenos Aires. Mercado del Abasto, 1898


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...