En el pequeño muelle de madera del Rosedal estaba atracada La Cuyanita, esperando la llegada de chicos y grandes para salir a pasear por el lago del Parque. Con todo el pasaje cubierto, como todos los domingos, el timonel daba la orden de zarpar y los "oficiales" del embarcadero soltaban amarras. Rápidamente se llegaba al extremo norte del lago. La embarcación tomaba rumbo al sur, mientras los pasajeros observaban el Club Regatas, lo que ocurría en tierra firme o a los bañistas de las playas serranas. Parecía de juguete, no se movía mucho debido a la serenidad del lago, sólo se sentía el ronquido del motor y el golpe del agua sobre el casco blanco.
El Emilio Civit, más conocido como La Cuyanita, fue el barquito de la provincia que durante 50 años surcó el espejo de agua de la ciudad. Y despertó el espíritu navegante de miles de mendocinos que desde la década de los ´20 se embarcaron en una especie de aventura de fin de semana.
Junto a La Bañadera, el micro naranja sin techo de la empresa Oro Negro que recorría el Parque, o el trencito, que llegaba hasta el Zoo, La Cuyanita fue uno de los principales atractivos durante décadas. Es que andar por el agua era poco familiar para los mendocinos. Atrás habían quedado los pescadores huarpes en sus canoas de totora por las lagunas de Lavalle y aún faltaba mucho para que se construyeran los embalses que años más tarde impulsarían la navegación.
Era el único barco que había. A partir de los ´60 comienza la decadencia. Dos veces sufrió actos vandálicos y en diciembre de 1976 fue botada al lago por última vez, tras una serie de reparaciones. Durante el invierno de 1979, La Cuyanita ardió en llamas y ese fue el fin. Aparentemente, uno de los cuidadores de la embarcación colocó un calentador en su interior para soportar el frío. Se quedó dormido y casi se quema con la estructura de madera que adornaba la cubierta y el puente de mando.
A 35 años de aquel hecho, hoy sólo se puede observar lo que fue el casco de La Cuyanita. Es de chapa, revestido en fibra de vidrio. También se ve el motor de 6 cilindros y los mandos del timón y la transmisión. Lo que queda de La Cuyanita está en el depósito de la Administración de Parques y Zoológico, a la espera de que algún nostálgico la vuelva a la vida.
La historiadora Ana Castro señala que La Cuyanita comienza a surcar el lago en la década del ´20. Esa embarcación funciona hasta 1935. Posteriormente se llama a licitación para restablecer los paseos acuáticos y una nueva lancha comienza a prestar este servicio en 1939. Se la denomina Emilio Civit, pero la gente continúa llamándola La Cuyanita. "La primera embarcación del lago fue vendida en 1937 a los señores Ronchietto y Bianchi, por 200 pesos, y la llevan a la laguna Los Alamos. Allí, se perdió el rastro de la embarcación", comenta la autora del libro "Parque General San Martín, sus primeros 50 años".
Un símbolo del Parque
Sobre la última Cuyanita, Félix Sotelo, empleado de la Administración de Parques y Zoológico, cuenta que después del incendio y luego de varios años, quisieron reflotarla, ya no como barco de paseo, sino como un símbolo del Parque. “Presentamos un proyecto para reconstruirla, ponerla en valor y para que se expusiera en la zona de las playas serranas. Esto fue hace unos ocho años, pero todo quedó en buenas intenciones", indica.
El barquito pesaba 5 toneladas, con un casco de 13 metros de eslora (largo), y una capacidad para 40 personas. En los últimos años, se incorporó un equipo de música. Sotelo hizo un seguimiento de cómo llegó La Cuyanita a Mendoza. "No es mucho lo que pudimos averiguar y todo debe ser tomado entre comillas", aclara. "El casco fue construido en Alemania, por el astillero Krupp, luego de la primera guerra mundial. Tendríamos que averiguar si tienen registros en aquel país sobre este tipo de barcaza". El caso alemán, agrega Sotelo, llega a la Argentina, donde construyen la cubierta y el puente de mando, y se usa la embarcación para prestar servicios en el Delta del Paraná. También cuenta que, probablemente, haya navegado las lagunas del Rosario, durante un corto período, hasta que en 1939 fue botada al lago del Parque.
Por un año y tras el fin de La Cuyanita, en 1979, la reemplazó un catamarán, el Emilio Civit II. Luego, en 1990, se inaugura el Mississippi, Rey del Lago, una gran embarcación con dos pisos para paseo y fiestas que duró varios años más , pero que nunca terminó de convencer a los mendocinos. El Mississippi se mantiene a flote en el embarcadero, fuera de servicio. Sin embargo, mucha gente pregunta dónde está La Cuyanita.
Hernán Castro, director de Parques de la Administración, comentó que son muchísimas las necesidades que hoy demanda el Parque. Recuerda que cuando era joven vivía en la Quinta Sección. "En esas épocas, vivíamos más en el Parque que en nuestras casas. Con nostalgia, pienso en los primeros romances y los juegos que hacíamos con mis amigos. Hoy, lamentablemente, con mucha bronca, tengo que encargarme de cuidar, como podemos, hasta los focos que se roban todos los días. Les pedimos a quienes aman al Parque, que nos acompañen en esta cruzada para que vuelva a ser lo que fue el pulmón verde de los mendocinos”.
Jorge Sánchez Piloto de yate.