Durante 85 años fue clave para el sistema de salud mendocino. Como institución tuvo su esplendor, pero llegó un día en que hubo que remplazarlo. Así, el edificio del hospital Emilio Civit se convirtió en un museo fracasado y luego en un pueblo fantasma. Ahora hay planes de rescatarlo y, aunque ya no volverá a ser un centro sanitario, al menos volvería a cumplir el rol para el cual fue levantado: servir a la comunidad. Una medida de urgencia Hacia 1885, la ciudad de Mendoza era letalmente insana. Eso derivó en epidemias que mataron a muchos y descontrolaron la situación sanitaria. Para atender ese aspecto, desde tiempos coloniales sólo estaba el hospital San Antonio, que en la década de 1890 no daba abasto. En 1896, contratado por el gobierno de Francisco Moyano y a instancias de su ministro de Hacienda, Emilio Civit, llegó el sanitarista Emilio Coni. El médico hizo un informe de las condiciones sanitarias locales que les puso los pelos de punta a las autoridades y en el que postuló la urgencia de contar con otro hospital “en un lugar alto rodeado por árboles y apartado de la ciudad”. Basado en eso, el 8 de mayo de 1897 se decretó la construcción del Hospital Provincial para atender hombres, mujeres y niños. Ocuparía terrenos fiscales del piedemonte, al ingreso del Parque del Oeste (hoy General San Martín), que había sido recién creado en los papeles. Un plano de avanzada Para ocuparse de los planos del nuevo hospital se formó una comisión de médicos, ingenieros e ilustres. El proyecto siguió los conceptos higiénicos europeos de la época: pabellones ligados por corredores al descubierto, con jardines entre sí. Eso aseguraba que cada uno tendría baños separados y que en caso de epidemia podrían aislarse. Aquel plano indicaba cuatro pabellones con capacidad para 290 hombres, 100 mujeres, 20 niños y 20 parturientas. También, para 70 “idiotas y alienados”, es decir, un sector psiquiátrico. Además, administración, sala de operaciones y cocina. Una segunda etapa sumaría farmacia, capilla y un sector exclusivo para maternidad. La piedra basal fue colocada el 10 de julio de 1898, cuando ya Civit era gobernador por primera vez. No obstante, su construcción fue lenta y responsabilidad de otras gestiones. Recién el 24 de febrero de 1907 se inauguraron los primeros cuatro pabellones, ante el gobernador Carlos Galigniana Segura y el electo para sucederlo, Civit. Su primer director asumió aquel 18 de julio: el médico Jorge Mayorga. Pobres y pensionistas En aquel entonces los pobres eran atendidos gratis, para lo que debían certificar su situación ante la Policía, el juez de Paz, los inspectores de sanidad o los jefes políticos. Los demás ingresaban como pensionistas de primera o de segunda. Además de médicos y enfermeros, estaban las Hermanas de la Caridad para cuidar, alimentar e higienizar a los enfermos. Desde 1909, las remplazaron las Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia. En 1910 ya contaba con tres pabellones para hombres, dos para mujeres, uno para niños, uno para maternidad y uno para pensionistas, ocupando una superficie cubierta de 19.742 metros cuadrados. Un año después, José Federico Moreno hizo una donación para el sector de nacimientos, que desde entonces llevó su nombre. En muchas actas de nacimiento de mendocinos aparecerá durante años, como lugar de llegada a este rincón del mundo, la Maternidad Federico Moreno, que hoy funciona como tal en el hospital Lagomaggiore.