Se trata de una toma realizada en 1827 con una cámara oscura por Joseph Niépce, inventor francés que vivió entre los años 1765 y 1833.
La toma fue realizada desde la ventana de su casa en Le Grass (Francia), se realizó en ocho horas utilizando un precursor de la cámara llamado camera obscura. Una simple caja con una lente estenopeica, con un agujero por donde entra la luz y se refleja en una placa revestida de betún sensible, Niépce bautizó estas imágenes como
heliograbados, cuando se trataba de reproducciones de grabados ya existentes y de
puntos de vista, cuando las imágenes eran captadas al natural. Pese a que la fotografía superior es considerada por muchos como la oficial, parece ser el dato no es del todo cierto, ya que dos años antes, en 1825, el propio Niépce conseguiría una imagen fija de un grabado del siglo XVII en la que aparece un hombre tirando de un caballo.
Mucha gente piensa que la fotografía más antigua, la primera de la historia, es la que abre este post, pero no, están equivocados.
El protagonsita de esta historia, Joseph Nicéphore Niépce, nace en la ciudad francesa de Chalon-sur-Saône el 7 de marzo de 1765. Niépce se interesa desde muy joven en la litografía, y comienza sus experiencias con la reproducción óptica de imágenes realizando copias de obras de arte, de las que obtuvo en 1825 la primera fotografía permanente, la imagen de un grabado del siglo XVII en el que aparece un hombre tirando de un caballo.
Aunque el camino para llegar hasta aquí no fue sencillo. En 1813 comienza a experimentar utilizando gomas resinosas expuestas directamente a la luz del sol. Su primer gran éxito, y el primer paso para conseguir fotografías, fue la obtención de un medio sensible a la luz, lo que logró con el uso de asfalto disuelto en aceite.
Mas tarde tuvo la idea de emplear una cámara oscura junto con las sales de plata sensibles a la luz para tratar de conseguir imágenes fijas. Empezó utilizando la piedra como soporte para fijar las imágenes, aunque desistió pronto por los grandes problemas que acarreaba. Siguió entonces con el papel, luego con el cristal y, por último, con diversos metales como el estaño, el cobre o el peltre.
Obtuvo las primeras imágenes fotográficas de la historia en el año 1816, aunque ninguna de ellas se ha conservado. Eran fotografías en papel y en negativo, pero no se dio cuenta de que éstos podían servir para obtener positivos, así que abandonó esta línea de investigación. Un par de años después, ya en 1818, obtiene imágenes directamente en positivo, sacrificando de este modo las posibilidades de reproducción de las imágenes, por ser las obtenidas, imágenes únicas.
Al procedimiento utilizado lo llamó heliografía (del griego Ηλιος, helios, «sol», y γραφια, grafía, «escritura» o «dibujo»), distinguiendo entre heliograbados, reproducciones de grabados ya existentes, y puntos de vista, imágenes captadas directamente del natural por la cámara.
La fotografía que abre el post se llama Punto de vista desde la ventana de Grasy y fue la primera fotografía de un paisaje, tomada en 1826, esta instantánea permaneció en el olvido durante décadas hasta que en 1952 Helmut Gernsheim la compró y Kodak realizó una copia. Desde 1973 los derechos pertenecen a la Universidad de Texas y en la actualidad se exhibe en el Harry Ransom Humanities Research Center, situado en la ciudad estadounidense de Austin.