sábado, 27 de diciembre de 2014

Cazadoras de estrellas: mujeres de la Tierra a la Luna

Hoy, en coincidencia con un nuevo aniversario de la llegada del hombre a la Luna, el transbordador Atlantis regresará a nuestro planeta en su última misión. Las mujeres astronautas en la Tierra y en el espacio se han enfrentado con monstruos al estilo de "Alien" pero con menos dientes.

La misión de valentina era cumplir 48 órbitas en 70 horas y embarazarse apenas saliera del módulo.(Foto wired.com)


Ahora mismo, arriba de tu cabeza, a 360 kilómetros de la Tierra, hay seis personas viviendo en la Estación Espacial Internacional (ISS); desde que empezó a construirse en 1998 lleva 4.625 días en órbita, gira alrededor de la Tierra cada 92 minutos y la han visitado como parte de la tripulación alrededor de 200 personas, entre ellas, 29 mujeres.


Está previsto que hoy, en una simbólica coincidencia con un nuevo aniversario de la llegada del hombre a la Luna, el transbordador Atlantis regrese a nuestro planeta y con su aterrizaje se dé por finalizada la era de los transbordadores, un programa de más de 30 años iniciado con el Discovery, el Endeavour y los fallidos Challenger y Columbia.

En 1998 el mundo estaba pendiente de la misión del transbordador Discovery que durante nueve días orbitó alrededor de la Tierra y realizó más de 80 experimentos científicos. 

En ese momento, todos tenían su mirada puesta en el veterano astronauta de 77 años, John Glenn (que hace dos días cumplió 90 años), quien no sólo pasó a la historia por haber tenido el privilegio de pasear dos veces por el espacio (su primera misión fue el 20 de febrero de 1962, duró 5 horas y orbitó tres veces el planeta a bordo del Friendship), sino porque fue el primer ser humano de más edad en romper la ley de gravedad. Su presencia en esa misión eclipsó al resto de la tripulación y pocos sabían que en ella viajaba la primera mujer japonesa en volar al espacio, la científica Chiaki Mukai.

Pero si de astronautas pioneros hablamos nadie recuerda que entre los primeros seres humanos que viajaron hacia las estrellas se encontraba la astrofísica rusa Valentina Terechkova. En efecto, el 16 de junio de 1963, a bordo del Vostok VI, despegaba de la Tierra una joven mujer de 26 años con la dudosa doble misión de cumplir 48 órbitas alrededor del planeta durante un tiempo estimado de 70 horas y embarazarse apenas saliera del módulo gracias a los buenos oficios y el “polvo” terrestre de un astronauta amigo.

Efectivamente, Valentina se embarazó pero perdió a su bebé. Los analistas la culparon a ella, no a la loca misión ni a la coctelera del Vostok, y la borraron para siempre del programa espacial ruso. Gente encantadora. Y ella, abandonó la ciencia y se dedicó a la política.

Sólo veinte años después otra mujer regresó al espacio: en agosto de 1982 la rusa Svetlana Savitskaja repitió la experiencia de Tereshkova. Pero no fue sola en el Soyuz T-7 sino en compañía de un comandante y un ingeniero. La historia del trío espacial dio lugar a todo tipo de especulaciones, en especial, la de que en nombre de la ciencia Svetlana había sido protagonista del primer encuentro sexual en el espacio. Los rusos lo desmintieron sin mucha convicción. A ella le siguió Elena Kondakova quien permanecería 164 días a bordo de la estación espacial MIR y sería la primera mujer en realizar un paseo espacial.

Las mujeres fueron marginadas a causa de la menstruación hecho que, aseguraban, alteraría su estabilidad emocional. (Foto wired.com)


Un año después, Sally Ride se convirtió en la primera mujer estadounidense en volar al espacio en el Challenger. Junto a ella se presentaron 1.544 mujeres. Kathryn Sullivan, Roberta Bondar, Mae Jemison, entre otras, la seguirían y conseguirían con no poco esfuerzo, que enviar mujeres al espacio dejara de ser noticia.


Es evidente que durante las primeras décadas de la carrera espacial, las mujeres fueron excluidas. La razón oficial de esa marginación era que para ser astronauta había que ser piloto militar, profesión en la que pululaban los hombres. Pero la razón secreta, el temor que albergaban los científicos programadores de las misiones frente a la menstruación, fenómeno que, aseguraban, alteraría su estabilidad emocional y con ello, arriesgaría el éxito de la misión. Las mujeres que lograron formar de la tripulación de una nave o de una estación espacial, demostraron que la menstruación no las afectaba ni a ellas ni a sus compañeros ni a la misión.

Hoy el interés por la astronáutica es una de las prioridades de varios países; los múltiples programas de la NASA, la ESA y demás agencias espaciales lo atestiguan con sus cientos de satélites, programas y naves. 

Pero es bueno tener presente que en materia femenina, la maestra estadounidense Christa McAuliffe y la especialista Judith Resnik dieron su vida en la catástrofe del Challenger en 1986, al igual que la médica Laurel Clark y la ingeniera en robótica Kalpana Chawla tras la explosión del Columbia en 2003. Y que no sólo la aguerrida Sigourney Weaver viajó al espacio para enfrentarse con Alien y convertirse en heroína.

Las mujeres astronautas en la Tierra, en las naves y en las estaciones espaciales se han enfrentado con otros monstruos al estilo de Alien pero con menos dientes. Treinta y dos, para ser exactos.

Patricia Rodón
Fuente:http://www.mdzol.com/nota/312101

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