El año 1920 duró diecisiete minutos menos de lo esperado. Este capítulo de la historia de la hora en la Argentina se inició setenta años antes. Fue en 1849, durante el gobierno de Rosas, cuando se decretó que la hora oficial Buenos Aires sería la que marcara el reloj del Cabildo (el sistema funcionó bien, salvo en la noche del 6 de agosto de 1888 porque la lámpara que iluminaba la esfera del reloj desde su interior se quedó sin querosene y nadie podía ver qué hora marcaba).
En ese tiempo, cada ciudad manejaba su propio horario. Pero el avance de las comunicaciones obligó a un cambio. No bastaba contar con una hora local, hacía falta un horario común en todo el país debido al ferrocarril: un medio de transporte preciso, que obligaba a que se cumplieran horarios uniformes en puntos distantes.
El impulsor de la hora oficial en el todo el territorio argentino fue el intendente de Rosario, Gabriel Carrasco. Gracias a su gestión, en agosto de 1894 se estableció como oficial el horario del meridiano del observatorio astronómico de Córdoba. Mientras en Londres eran las doce del mediodía, en Córdoba faltaban casi diecisiete minutos (16 min. 48 seg.) para las ocho de la mañana.
La corrección de los diecisiete minutos se hizo el 1 mayo de 1920 (cuando la Argentina adoptó el sistema de husos horarios a partir del de Greenwich). Por ese motivo, el 30 de abril de 1920 terminó a las 23:43:12. Ese año duró diecisiete minutos menos que los otros. ¿Fue el más corto de nuestra historia? No, porque fue bisiesto.
Fuente: http://blogs.lanacion.com.ar/historia-argentina/costumbres/1920-el-ano-mas-corto-de-nuestra-historia/
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