En la tarde del miércoles 10 de enero de 1934, después de varios días de intensos calores y como consecuencia del deshielo y fuertes tormentas, se desencadenó en la cordillera un aluvión de terribles proporciones.
La causa principal de la inmensa catástrofe fue el desprendimiento de una enorme porción del glaciar llamado "El Plomo" que se precipitó sobre los ríos Tupungato y Mendoza.
A las 19.30, se comunicó desde la estación Zanjón Amarillo (muy cerca de Punta de Vacas) que desde Las Vacas, el agua bajaba a una velocidad de 30 kilómetros por hora. A su paso, la enorme masa líquida destruyó el camino y las vías del Ferrocarril Transandino. También, dejó aislada a la estación Zanjón Amarillo por varios días. Gracias al aviso telegráfico, se alertó a las estaciones de Uspallata, Potrerillos y Cacheuta de la creciente.
Sin esa medida preventiva, la consecuencia del desastre hubiera sido mayor.
El gobernador Ricardo Videla se enteró del suceso y rápidamente llamó a todo su gabinete para tomar medidas de precaución. Estas fueron muy importantes y efectivas, dado que suavizaron el impacto del siniestro.
Las aguas bajaron a gran velocidad y el cauce del Río Mendoza, subió 7 metros del nivel normal.
A la medianoche, el torrente de agua siguió su iracundo paso hacia la central eléctrica de Cacheuta.
La población de esa localidad, que en su gran parte eran turistas que pernoctaban en el Hotel de Cacheuta, sintieron de pronto que el río empezó a rugir furiosamente. Un sonido ensordecedor se sintió y en pocos minutos el edificio entero se estremeció con el golpe del agua, que llevó gran parte del hotel con sus muebles, equipajes y varias vidas humanas.
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