Todavía no tengo una opinión formada sobre si nuestra condición de humanos es para sentirse orgullosos o para avergonzarnos. Mis dudas se basan en historias como la del hundimiento del RMS Titanic, que pese a ser consecuencia de una cadena de irresponsabilidades de altos funcionarios y tripulantes, se la atribuyan al pobre de Frederick Fleet, un simple vigía. El pobre Fleet tuvo una vida desgraciado desde que dio su primera bocanada de aire, sus padres lo abandonaron en un orfanato. Cuando cumplió 12 años su tutor de turno lo empezó a llevar a su trabajo, un remolcador del puerto de Liverpool. Fascinado por ese nuevo mundo, la verdad es que no conocía otro, decidió enlistarse en la marina mercante. En 1903 entra en la White Star Line donde lo asignan al puesto de vigía del RMS Oceanic, el transatlántico mas grande de esa época. Cuando el RMS Titanic estuvo listo, los 6 vigías del Oceanic fueron transferidos al nuevo rey de los mares, parecía un premio, pero terminó siendo un castigo. La noche del 14 de abril de 1912 en el helado mar del norte, Fleet y su compañero Reginald Lee relevaron a George Symons y Archie Jewell en la cofa del mástil de proa. Las instrucciones del segundo oficial Charles Lightoller era simple, mirar al frente atentos a la posible presencia de icebergs, tarea simple e imposible. La empresa no los proveyó de prismáticos, en una noche sin luna y con mar calmo era imposible ver uno hasta que fuera iluminado por los reflectores del barco. Y eso fue lo que pasó. Cuando Fleet lo divisó ya era tarde. Entre que llamó al puente de mando y estos le informaron al oficial a cargo William McMaster Murdoch, la maniobra evasiva fue mas un agravante que una solución. Cuando el Iceberg terminó de descoser al Titanic por debajo de la línea de flotación el capitán hizo detener el barco y los vigías ya no eran necesarios. Fleet fue puesto a cargo del bote salvavidas número 6 por lo que salvó su vida, nunca estuvo feliz por ello, sabía lo que vendría. Mientras duraban los juicios fue designado provisoriamente al RMS Olympic. Pero en agosto del mismo año fue despedido. Sirvió en la Marina Real Británica durante la Primera Guerra Mundial, trabajó para la Union-Castle Line y en los astilleros Harland & Wolff. Luego de servir nuevamente en la marina durante la Segunda Guerra Mundial ya no tenía energías para seguir, en todos los trabajos lo reconocían como el hombre que no vio el Iceberg. Intentó subsistir como vendedor de diarios hasta que quedó sumergido en la mas absoluta pobreza. La muerte de su esposa en diciembre de 1964 fue el golpe de gracia a su espíritu, Fleet se suicidó 2 semanas después. Su cuerpo fue a parar al cementerio de indigentes en Hollybrook, en Southampton. 30 años después la Sociedad Histórica del Titanic dio con su tumba y colocaron una placa recordatoria en su honor.
Fuente: Pequeñas Piezas de la Historia
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