Pequeñas piezas de la Historia. por Gabriel Horacio Blasco Dantuono
Hay unanimidad en reconocer a 'Frankenstein o el moderno Prometeo' como la primer obra literaria de ciencia ficción. No faltaría mucho para que el naciente séptimo arte nos regalara la suya. En una visita a New York, el director de cine alemán Fritz Lang tuvo una visión. Una ciudad con 2 castas sociales, la de privilegiados que viven en los altos edificios cuyo modo de vida es mantenido por la otra de trabajadores esclavizados que apenas sobreviven en guetos subterráneos. Por si acaso aclaro que esto fue en 1924. De regreso a Alemania le encarga a su esposa Thea von Harbou que elabore un libro y un guion para un filme. Thea, bajo la supervisión de Fritz agregó la atmósfera de los libros de Herbert George Wells y algunos pasajes bíblicos. Con el guion listo, Lang se dio cuenta que no existía la tecnología para rodarla, había que inventarla. Sin sistema de impresión óptico, el experto en efectos Eugen Schüfftan utilizaba espejos combinados para crear la ilusión de que los actores ocupan escenarios en miniatura. Para esto había que raspar el fondo plateado de los espejos en lugares determinados. No se podían combinar escenas de exposición múltiple en el laboratorio, se debían hacer en el set. Se rodaba una escena con parte de la óptica tapada, se rebobinada y se volvía a rodar pero exponiendo otros sectores y tapando el antes expuesto. En la escena de la torre de Babel esto se debió hacer 5 veces. Es que Lang quería a 5 mil pelados y solo consiguió mil. Ahora se explica porque se tardó un año en filmarla. Para describir la desastrosa situación económica en Alemania basta con contar una anécdota del rodaje. Para la escena de la inundación, Lang le pide a un asistente que salga a buscar 500 niños, pero que parezcan desnutridos. En un par de horas regresó con los 500 niños solicitados. Lang sorprendido dice '-Como seleccionaste tan rápido 500 niños desnutridos?'. El asistente le respondió '-No los seleccioné, traje a los primeros 500 que encontré y casualmente son todos desnutridos'. Años después del estreno, Adolf Hitler y Joseph Goebbels pidieron una entrevista a Lang. En ella le profesaron su admiración por el filme y le comunicaron que lo consideraban un claro exponente de la raza Aria. Lang tímidamente les dijo que él era judío, Goebbels le contestó '-Sr. Lang, nosotros decidimos quién es judío y quién no'. Esa misma noche, Fritz Lang abandonaba Alemania rumbo a París. Cuando la Paramount compró los derechos del filme para los EEUU se mandaron un mamarracho histórico. Contrataron al dramaturgo Channing Pollock para que reescribiera el guion y ayudara a reeditarlo. No solo eso, cambiaron los títulos de la película y se la acreditaron como propia. Entre la calidad de los materiales, la desaparición de la productora y la Segunda Guerra Mundial, hacia 1950 se creía que todos los negativos del filme se habían perdido. Para colmo la película había sido censurada en casi todos los países por lo que tampoco había una copia completa. Pero en 2008 se produjo el 'milagro argentino'. El historiador y coleccionista Fernando Martín Peña levantó la mano y dijo '-Yo tengo un negativo de la versión larga de Metropolis'. Como las copias de 35 mm tenían nitrato y almacenarlos era muy peligroso, se había hecho un internegativo de 16 milímetros. Si bien en el proceso y por las proporciones de los formatos se había perdido una sección exterior del cuadro, sirvió para realizar una nueva copia. Esta se convirtió en la primera película que se inscribió en el 'Registro de la Memoria del Mundo' de la UNESCO.
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