El Hotel de Puente del Inca, el primero de la cordillera argentina, se encontraba a 2.700 metros de altitud. Para acceder, los turistas debían descender de la estación y cruzar a pie el legendario puente natural del río Las Cuevas. Esta experiencia ya era altamente impactante para los viajeros. En 1916, Emilio Morales elaboró una rica crónica al respecto, que presentó como informe del hotel: "Pasado el puente (natural) que tendrá unos 50 metros de largo por 19 de ancho, 5 de espesor y 40 de alto, se llega al hotel edificado sobre una plataforma que regula el desnivel de la pendiente, entre el cerro y el cajón del río. La construcción es toda de piedra y las macizas y sólidas paredes, pueden resistir fácilmente las espesas capas de nieve que se depositan en el invierno sobre los techos. "Al frente de ésta avanza la amplia galería de invierno, espaciosa sala de 20 metros de largo por 5 de ancho. Contiguo a ella el hermoso comedor estilo inglés, y en ambos extremos del salón otros dos, más pequeños, que son comedores para familias. A la derecha de este cuerpo, en un plano inferior, está el gran vestíbulo de entrada, los escritorios, la caja, el consultorio médico y el hall que comunica con la galería subterránea que conduce a los baños termales. "Los departamentos para pasajeros están distribuidos a ambos lados de largas galerías y provistos de cuartos de baño. El mobiliario de estas habitaciones, sin ser lujoso es elegante y moderno, reinando en todos los de talles la higiene más exigente. Los departamentos de lujo para la familias están al frente, en el piso alto. Cada uno de ellos posee departamento anexo para sirvien tes". El empleo de la piedra como material predominante en la construcción de este hotel, la exótica belleza del Puente del Inca, y el escenario circundante, formado por altas montañas con nieves eternas, determinaban un con junto altamente impactante para cualquier turista que llegara al lugar. Por su parte, el Hotel de Cacheuta ofrecía otro perfil. Es taba inspirado en el palacio neoclásico de Dieppe, construído en 1822 por el arquitecto Chatelin para el conde de Brancas. Dieppe fue un paradigma de la arquitectura turística internacional, pues contó con un fuerte respaldo simbólico de la realeza y sirvió para inspirar muchas construcciones turísticas en Europa y América. Una de ellas precisamente, el Hotel Termas de Cacheuta, otro auténtico palacio neoclásico, pero en vez de estar junto al mar, se hallaba en el corazón de la cordillera. Según la Revista Mensual R Hotel de Cacheuta tena las siguientes características: "Consta de 150 habitaciones para pasajeros, dos amplios comedores. Dispone también el Hotel un gran lavadero mecánico donde se lava, se desinfecta y plancha la ropa de los pasajeros (sic). Dos ascensores llevan a los pasajeros (sic) desde el andén del ferrocar hasta el patio del hotel y hasta la hermosa galería de los baños termales, donde están instalados los baños de inmersión
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