viernes, 22 de noviembre de 2024

Los organitos fueron traídos por los inmigrantes italianos al río de la Plata. Parque Pereyra Iraola @ArchivoVisualArgentino


“Allí un gringo con un órgano y una mona que bailaba haciéndonos reír estaba cuando le tocó el arreo. Tan grande el gringo y tan feo lo viera como lloraba!”. Esos versos se leen en el “Martín Fierro”. Allí cuenta que los organilleros napolitanos pululaban especialmente en las pulperías animando su música con las piruetas de algún mono. Y muchos no se salvaban de ir como milicos a la frontera, según recuerda en ese conocido verso. Los organitos fueron traídos por los inmigrantes italianos al río de la Plata. Se difundieron recién en la década de 1860 pero muy pronto fue el instrumento preferido por los napolitanos, algunos de los cuales los portaban profusamente ilustrados con escenas de la vida italiana, al estilo de los carritos siclianos. Humildes oganilleros acompañaron a los soldados en la guerra del Paraguay, según cuenta Daireaux: “Se han visto algunos de esos tocadores de organito napolitanos partir para la guerra del Paraguay, detrás del ejército, para prestar animación a las noches del campamento. Han asistido a todos los sitios durante tres años y han seguido a la tropa hasta Asunción”. Ese verso del Martín Fierro fue representado en esta imagen en la estancia San Juan, hoy Parque Pereyra Iraola, probablemente por Paco Ayerza y su amigo Leonardo Pereyra Iraola. Fuente de la imegen: Facultad de Medicina, UBA, Biblioteca Central, Colección César Gotta @biblio_medicina.uba #ArchivovisualArgentino #organilleros

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