Bienvenidos al sitio con mayor cantidad de Fotos antiguas de la provincia de Mendoza, Argentina. (mendozantigua@gmail.com) Para las nuevas generaciones, no se olviden que para que Uds. vivan como viven y tengan lo que tienen, primero fue necesario que pase y exista lo que existió... que importante sería que lo comprendan
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martes, 9 de julio de 2013
lunes, 8 de julio de 2013
Corrida Bancaria en Nueva York (año 1912)
Hoy en día contamos con una fotografía de una corrida bancaria. La foto fue tomada en la ciudad de Nueva York en 1912.
domingo, 7 de julio de 2013
Colgando los conspiradores de Lincoln (7 de Julio de 1865)
Esta es una imagen del colgante de los conspiradores de Lincoln.Normalmente asociamos el asesinato de Abraham Lincoln con John Wilkes Booth, pero en realidad había otras personas involucradas en la planificación y ayudar a llevar a cabo el asesinato. El plan de esa noche fatídica era asesinar a la vez el Presidente, Vice-Presidente Andrew Johnson y el secretario de Estado William Seward, con el fin de lanzar el gobierno de la Unión en el caos por el tiempo suficiente como para que la Confederación podía montar un resurgimiento. La mayor parte de el plan salió mal esa noche, pero Stand pudo asesinar a Lincoln, y el Secretario Seward resultó herido en un ataque con arma blanca en su casa realizado por Lewis Powell.
Ocho de las cohortes de Booth fueron juzgados por un tribunal militar por su papel en la trama. Todos los conspiradores fueron declarados culpables. Maria Surratt , Lewis Powell, David Herold, y GeorgeAtzerodt fueron condenados a muerte en la horca.
La fotografía de arriba muestra increíble de la ejecución, y se quebró como los condenados cayó a su muerte. La ejecución se llevó a cabo en el Antiguo Arsenal Penitenciario el 7 de julio de 1865. MariaSurratt fue la primera mujer ahorcada por el Gobierno de los EE.UU..
sábado, 6 de julio de 2013
Avión Farman (año 1908)
Esta foto fue tomada en 1908 y muestra el avión Farman.
Nacido en París, era hijo de un corresponsal de periódico inglés que trabajaba en Francia. Farman se preparaba como pintor en la Escuela de Bellas Artes, pero pronto se apasionó con el deporte y las nuevas invenciones mecánicas que comenzaban a aparecer a finales del Siglo XIX. Dado que su familia era adinerada pudo hacer frente a este interés convirtiéndose en deportista amateur. En 1890 empezó a destacar como ciclista y al terminar el siglo descubrió las carreras automovilísticas, pasando a competir para Renault en la Copa Gordon Bennett.
Cuando los hermanos Voisin comenzarón a producir aeroplanos para su venta en 1907, Farman fue uno de los primeros clientes. Farman fijó numerosos récords de distancia y duración de los vuelos.1 Entre sus marcas se incluye la del primer vuelo en circuito cerrado de 1 kilómetro (13 de enero de 1908) y de 2 kilómetros (21 de marzo de 1908). Más tarde, el 30 de octubre de 1908, Farman se convirtió en el primero en realizar un vuelo "ciudad a ciudad" realizado desde el pequeño pueblo de Bouy (cerca de Mourmelon-le-Grand) y Reims (27 kilómetros en 20 minutos).
Tras diseñar sus propios aeroplanos el 30 de mayo de 1908 he logró el premio Archdeacon-Deutsch de la Meurthe por un vuelo de 1241 metros a Gante, Bélgica1 .
En 1909 volvió a batir otro récord volando 180 kilómetros en poco más de 3 horas (desde Rheims, un 27 de agosto) y más tarde 232 kilómetros en 4 horas, 17 minutos y 53 segundos (en Mourmelon un 3 de noviembre).1
Henri tenía dos hermanos llamados Dick y Maurice. Junto a ellos, en 1919, fundó una compañía de construcción de aeronaves. El modelo de 1914 salido de dicha fábrica fue muy utilizado para la observación y reconocimiento de las posiciones de la artillería durante la Primera Guerra Mundial y el modelo Goliath fue el primero en ofrecer vuelos de larga distancia para pasajeros, comenzando con la línea París-Londres el 8 de febrero de 1919. En 1924 creó con sus dos hermanos la Société Générale des Transports Aériens que terminaría siendo integrada en Air Franceen 1933.
Fue nombrado caballero de la Legión de Honor en 1919 y se retiró en 1937, cuando el gobierno francés nacionalizó la industria aeronáutica.
Henry Farman falleció en París y fue enterrado en el Cementerio de Passy.
viernes, 5 de julio de 2013
jueves, 4 de julio de 2013
Ejército de Nurses (año 1942)
Se muestra la formación enfermeras para la guerra química. Mientras que las mujeres están representadas en un entrenamiento de ejercicio , y no un ataque de gas actual, siempre pensé que esta fotografía tenía una especie de misterioso apocalíptico vistazo a la misma. Esta fotografía fue tomada en el año 1942
Fuente: Old Picture of the day
miércoles, 3 de julio de 2013
martes, 2 de julio de 2013
Creación Modelo Ford T (años 1908 a 1927)
La Ford Motor Company fue constituida el día de hoy, 16 de junio, en el año 1903. Para celebrar esto, contamos con esta fotografía del Modelo T. Ford. . . el coche que puso a América sobre ruedas.
Antes de los T Modelo, los autos eran muy caros y pocos podían pagarlos. Henry Ford pensaba que todo el mundo debería tener un coche, por lo que revolucionó la fabricación de automóviles con la introducción de la línea de montaje, y otras técnicas que permitieron la fabricación accesible de coches de calidad. Un Modelo T se puede comprar por U$U 300, poniéndolo en el presupuesto de la mayoría de la gente. No había opciones, y pocas opciones. Henry Ford dijo una vez: "Usted puede tener cualquier color del coche que quieras, siempre y cuando sea negro".
El Modelo T era un coche muy interesante. Durante muchos años, el tanque de gasolina estaba en el asiento delantero. Llenado de gas significa que todo el mundo tenía que salir del coche y el asiento tuvo que ser llevado a cabo, con el fin de llegar al tanque de gas. El coche no tiene una bomba de combustible. Si se trató de subir una colina empinada, el coche se inclina hasta el punto de que el tanque de gasolina estaba por debajo del carburador , y el gas no fluye en el motor, y el motor se moriría. Había una solución sin embargo. . .usted podría subir colinas empinadas hacia atrás (al revés), que mantendrían el tanque de gas sobre el carburador .
Otra cosa interesante sobre el coche es que tenía que ser la manivela empezar. Es cierto que las versiones posteriores del Modelo T tenía una batería y motor de arranque, pero la tecnología de la batería no era muy bueno en ese entonces, por lo que incluso en estos últimos modelos, la mayoría de la gente todavía tenía que usar la manivela para arrancar el coche. La manivela se conecta al motor por un mecanismo de trinquete. Cuando se ha activado la manivela, se convirtió en el motor. Cuando arranca el motor, el trinquete se desenganche de la manivela. El único problema era que si el coche pasó a ser contraproducente (que era común), mientras que la persona estaba arrancando el coche, el motor podría girar violentamente la manivela hacia atrás, por lo general rompiendo al operador la muñeca y el brazo en al menos tres lugares. Había una manera muy específica que podría sostener la manivela para asegurar que si se hizo un tiro por la culata, la manivela se retiraría de la mano, en lugar de torcer su brazo alrededor. La clave fue que no envuelva el pulgar alrededor de la manivela.
El Modelo T fue operado por 3 pedales. El de la derecha es el freno. La tecnología de frenos era muy pobre en estos autos, por lo que el freno de pedal era casi inútil en la mayoría de los casos. El pedal central puso el coche en marcha atrás. En otras palabras, la participación del pedal medio hizo la unidad de coche a la inversa. La gente utiliza el pedal de marcha atrás como el freno. . . ligeramente la participación del pedal de marcha atrás actuaría como un freno. El pedal de la izquierda hizo que el coche se mueve hacia adelante. Si se pulsa hasta el fondo pone el coche en la primera marcha. Al presionar el pedal hasta la mitad en era neutral, lo que le permite llevar el coche a una parada. Si el pedal no participaba, el coche estaba en marcha. (El modelo T tenía dos marchas hacia adelante, altos y bajos).
El acelerador fue una palanca en el volante, que sale hacia la derecha.El volante tenía una segunda palanca, que sale a la izquierda, que fue el avance de la chispa. Para controlar la velocidad del coche, había que coordinar la posición del acelerador y el avance de la chispa en tándem.
El coche no tenía ventanas laterales, pero no tienen un parabrisas delantero. El limpiaparabrisas tuvo que ser trasladado de ida y vuelta con la mano a través de una palanca en el interior del coche. (¿De verdad necesita tres manos para conducir con eficacia un Modelo T en la lluvia, ya que se necesitaban las manos para el acelerador, el avance del encendido, dirección, y el limpiaparabrisas)
Por todas estas peculiaridades interesantes, todavía me sorprende cuántas similitudes existen con los coches modernos. Mientras que los coches se han vuelto más elegante y de lujo, la mayoría de los sistemas básicos están muy parecidos
Fuente: Old Picture of the day
lunes, 1 de julio de 2013
Nuevo Autódromo General San Martín. 29° Gran Premio Vendimia 31 de Marzo de 1973. (Mendoza)
Con un festival automovilístico de extraordinarias proyecciones, en el cual se disputó la clásica competencia 29° Gran Premio Vendimia, quedó inaugurado el 31 de Marzo de 1973 el nuevo autódromo General San Martín en sustitución del viejo recinto de pruebas mecánicas anteriormente situado en las inmediaciones del Cerro de la Gloria. Este flamante complejo deportivo se halla enclavado en el lugar pre-cordillerano Los Papagallos, y está destinado a la realización de los grandes eventos mecánicos. que tanto renombre brindaran al deporte de Mendoza. La prensa especializada denominó a esta gran obra como de orgullo nacional, y su realización estuvo a cargo de la Dirección Provincial de Vialidad en directa colaboración con el Automóvil Club Mendoza de acuerdo a lay respectiva que será el encargado de administrarlo.
domingo, 30 de junio de 2013
Entre Dios y la moda: la toilette de una dama (y no tanto).
A lo largo de la historia la ropa ha sido tan importante como la desnudez, el maquillaje tan impactante como la piel y los adornos tan elocuentes como un discurso. Del tocador a la calle, te contamos una historia rica en anécdotas, costumbres, maquillajes y, claro, kilómetros de tela.
En Francia era costumbre de las damas recibir visitas mientras estaban en la cama. (Foto photo.parismatch.com)
En Francia era costumbre de las damas recibir visitas mientras estaban en la cama. (Foto photo.parismatch.com)
Hace ya muchos siglos que las mujeres saben que no es lo mismo vestirse simplemente para cubrir el cuerpo que tener la posibilidad de elegir una vestimenta con un sentido determinado para provocar una reacción específica en quien las mira.
A lo largo de la historia la ropa ha sido tan importante como la desnudez, el maquillaje tan impactante como la piel y los adornos tan elocuentes como un discurso.
Las mujeres eligieron el vestido (y lo siguen haciendo) como símbolo que hablaba de su posición social y de su gusto por el lujo y no les tembló el abanico, la sombrilla ni las plumas del sombrero como a las chicas de hoy no se les altera el ritmo cardíaco cuando destrozan la tarjeta de crédito por culpa de un trajecito, unos zapatitos o una carterita “divina”.
Mucho antes de que el vestirse de convirtiera en un producto industrial y de consumo, eso que desde en el siglo XVI comenzó a llamarse moda, las europeas primero, las argentinas después, heredamos de las españolas telas, joyas y perfumes que ellas a su vez habían recibido de los árabes, pero sobre todo heredamos las llamadas agujas de acero, herramienta que mejoró el trabajo de las costureras que hasta entonces trajinaban las telas con toscas agujas de hueso o de hierro.
Austeras, las españolas de la Reconquista vestían túnicas casi siempre lisas, ya que las telas de seda y bordadas que usaban los moros eran indignas de las damas cristianas que pudorosamente cubrían sus cabellos con un velo.
Un siglo más tarde, el color negro se impuso: se lo consideraba el más elegante y se lo usaba en prendas de diario o de fiesta, en vestidos de terciopelo o de raso generosos en cintas y bordados. Las damas mandaron a la hoguera a las muchas capas de enaguas que usaban hasta entonces y se hicieron adictas al miriñaque que daba amplitud a las faldas y ventilaba un poco la entrepierna. Las golillas, guarnecidas de encajes en los bordes, remataban el cuello y los puños. Tanto los hombres como las mujeres lucían pesados collares de oro con piedras preciosas engarzadas.
A finales del siglo XVII el color negro rebosaba de simbolismos cristianos y paganos; luto, sacrificio y piedad batallaban con elegancia, aristocracia y buen contraste para lucir las joyas.
Así describe un relato de la época a una marquesa que acababa de enviudar: "Es preciso que una mujer sea tan hermosa como la marquesa de los Ríos para conservar algún encanto envuelta en aquellas negruras. Negra era la toca; negro el vestido; negra la batista sin pliegues que caía más abajo de la rodilla; negra la muselina que le envolvía el rostro y le cubría la garganta, ocultando su cabellera; negro el manto de tafetán que la tapaba hasta los pies; negro el sombrero de anchas alas, sujeto en la barbilla por cintas de seda negra”. Bah, casi una sombra, un disfraz de fantasma.
La toilette de una dama
Mientras en Francia era costumbre de las damas recibir visitas mientras estaban en la cama, en España y en el Río de la Plata a los caballeros, incluidos el padre y los hermanos, no se les permitía entrar en sus aposentos cuando éstas aún no se habían levantado.
Está claro que las francesas le temían menos a la familiaridad y esta confianza era ocasión de intensos coqueteos que podían terminar en toqueteos con los señores de blanqueada peluca. Estas damas, afectuosas y expresivas ejercían su “filosofía en el tocador” al parecer sin demasiados complejos.
Recibían a sus amistades en el lecho, maquilladas, con los cabellos en alegre desorden o sujetos por detrás con una cinta, con una coqueta camisa o camisón muy delgado de seda de mangas largas con botones de diamantes o flores bordadas. Apoyaban su cabeza entre varias almohadas pequeñas y guarnecidas con lazos de cinta y anchos encajes, mientras un cobertor bordado con oro y seda las cubría. Todo improvisado, natural, claro.
He aquí la admirable descripción de una toilette: “Luego cogió un frasco de colorete, y con un pincel se lo puso no sólo en las mejillas, en la barba, en los labios, en las orejas y en la frente, sino también en las palmas de las manos y en los hombros. Dijo que así se pintaba todas las noches al acostarse y todas las mañanas al levantarse; que no le agradaba mucho hacerlo y que de buena gana dejaría de usar el colorete, pero no era posible prescindir de una costumbre tan admitida, y por muy hermosos colores que se tuvieran, era de buen tono parecer pálida como una enferma. Una de sus doncellas la perfumó de pies a cabeza con excelentes pastillas; otra la roció con agua dé azahar, tomada sorbo a sorbo y con los dientes cerrados, impelida en tenue lluvia, para refrescar el cuerpo de su señora. Dijo que nada estropeaba tanto los dientes como esa manera de rociar, pero que así el agua olía mucho mejor, lo cual dudo, y me parece muy desagradable que una vieja que desempeña tal empleo arroje a la cara de una dama el agua que tiene en la boca”.
Entre Dios y la moda
En el siglo XIX las mujeres acomodadas del Río de la Plata se preguntaban lo mismo que hoy frente al espejo: ¿qué me pongo? Y se contestaban con una mezcla de vestidos y abalorios religiosos.
Envolviendo el cuello se ponían una puntilla de hilo bordada con seda roja o verde, con oro y plata; lucían cinturones fabricados con medallas y relicarios y, además, el cordón de alguna orden religiosa. Esos cordones eran de lana blanca, negra o marrón y colgaban desde la cintura, por delante del vestido, hasta la orilla inferior, y tenían varios nudos en cada uno de los cuales muchas veces colocaban un botón de pedrería. O sea, estaba bien visto que devoción y moda podían reunirse sobre el cuerpo de una mujer.
Mientras las francesas lucían sólo una alhaja, las españolas se desmadraban y se colgaban sin pudor todo lo que tenían: aros, alfileres, anillos, broches de hermosas pedrerías y oro, mucho oro.
“Las damas llevan prendidos en el cuello del corpiño alfileres muy bien adornados con pedrería, y pendiente del alfiler, sujetando su extremo inferior en un costado, una cadena de perlas o diamantes. No usan collares, pero adornan sus muñecas con brazaletes, sus dedos con sortijas y cuelgan de sus orejas largos pendientes excesivamente pesados. No sé cómo pueden sufrirlos. En estas joyas lucen todo lo que les parece bello. Llevan también Agnus Dei y pequeñas imágenes pendientes del cuello y de los brazos”.
Sobre la cabeza, peinada de distintos modos y descubierta, excepto cuando salían a la calle o iban a misa cubierta por una mantilla que a su vez cubrían con un manto grande y envolvente, lucían muchas horquillas rematadas con alguna pequeña joya.
Coquetas y provocadoras, fieles a las modistas y al color negro, devotas de los abalorios (sin son joyas o accesorios carísimos, mejor), la ropa y su uso parece estar ligado al código cultural y simbólico de las mujeres. Las mujeres de hoy como las de hace siglos saben perfectamente que no es lo mismo, ni para ellas ni para los demás, ponerse “cualquier cosa”.
Y saben que la única respuesta posible al eterno y agotador ¿qué me pongo? es elegir una prenda, “esa” ropita del más o menos poblado placard que tiene un sentido en sí misma para provocar una reacción específica, para seducir, a quien las mira.
Patricia Rodón
Construcción de La Estatua de la Libertad (año 1883)
Esta es una fotografía interesante, que muestra a los trabajadores la construcción de la Estatua de la Libertad. La foto fue tomada enFrancia en alrededor de 1883. Los hombres están en el taller almacén parisino de Bartholdi.
Fue en este día en 1885 que la Estatua de la Libertad llegó a Nueva York
Fuente: OLd Picture of the day
sábado, 29 de junio de 2013
Brindis fatales: entre copas, sexo y venenos. Una historia de amores locos, venganzas despiadadas y grandes negocios.
Sensualidad, misterio, cuerpo y perfume son los atributos del vino. De ahí, que nadie mejor que las mujeres hayan sabido servirse astutamente de esta bebida para amar, seducir y crear pócimas fatales.
Madame Pompadour afirmaba que el champán era la única cosa capaz de embellecer a una mujer.(Foto MDZ / Archivo)
Madame Pompadour afirmaba que el champán era la única cosa capaz de embellecer a una mujer.(Foto MDZ / Archivo)
El vino y la mujer parecen complementarse como la copa y los labios. Desde antiguo las damas han estado presentes en la historia del vino, ya sea porque han contribuido a mejorar su calidad o incrementar su consumo, o porque se han valido de él para conseguir sus secretos propósitos.
Dicen las malas lenguas que Roxana, la esposa de Alejandro Magno, harta de las infidelidades del conquistador con sus valientes soldados le hizo beber tanto vino durante un banquete que el gran estratega enfermó gravemente y murió, intoxicado, tres días después.
Las mujeres romanas fueron expertas en el arte de la ponzoña; las amantes despechadas se vengaban de sus parejas envenenando el vino. Muchas de ellas, en lugar de divorciarse suministraban a sus maridos un vaso de leche con una fatal cucharadita de arsénico.
Las más aventureras los mataban sirviéndose de un retorcido juego erótico: con la excusa de potenciar el placer sexual untaban el pene de su pareja con un lubricante hecho a base de aceite y estramonio. El curioso amante padecía aturdimiento y alucinaciones y finalmente moría. Y no de placer.
Livia, la esposa del emperador Augusto, le enseñó a su descendencia que los asesinatos dentro de la misma familia son útiles para llegar al poder. Y si eran discretos, veneno en el vino, mejor. Así envió al más allá a una veintena de parientes. Una de sus bisnietas, Agripina, madre de Nerón, se deshizo de sus maridos sin culpa y el veneno fue su arma más eficaz.
La esquiva Cleopatra conquistó a César con besos y copones de Syrah; luego Antonio cayó en sus redes y en su lecho merced a un encantamiento: le daba de beber vino con una perla disuelta.
Lucrecia Borgia, señuelo sexual de su familia, pasó a la historia, entre otras cosas, porque deslizaba una pócima llamada cantarella en las copas de sus ex amantes y enemigos. Como hija de un Papa, Alejandro VI, se servía de una de las prácticas más frecuentes de la Iglesia en la Edad Media, el uso del veneno como herramienta para llegar o sostener el poder.
Marie Madeleine d’Aubray, marquesa de Brinvillier-La-Motte, le suministró a su padre durante ocho meses la llamada "receta de Glaser", que consistía básicamente en arsénico y sulfato de potasa disueltos en vino. El odiado papá murió, como las decenas de pobres, enfermos y criados con los que practicó. Ya ducha en estas lides, asesinó lentamente a su hermano, a su hija, a su amiga y a otros allegados de la misma forma. Y nunca se arrepintió.
La célebre Veuve Clicquot sería viuda pero sabía muy bien cómo manipular un objeto cilíndrico para lograr un buen resultado e inventó el método champenoise que cambió para siempre el sabor del champagne; más tarde llegarían las muy francesas y astutas madame Pommery y madame Bollinger para llevar adelante la industria del vino en la Europa del siglo XIX.
Catalina II Rusia necesitaba un heredero; para procrearlo eligió como semental al guapo oficial Sattikoff, lo sedujo y lo alimentó sólo con sexo, champán y caviar; al cabo de un año nacía el nuevo zar. La favorita de Luis XV, madame Pompadour, afirmaba que el champán era la única cosa capaz de embellecer a una mujer y parece que sabía lo que decía.
Sensualidad, misterio, cuerpo y perfume son los atributos del vino. De ahí, que nadie mejor que las mujeres para usar con inteligencia, maldad y astucia el viejo y sabio poder de la Luna que descansa en cada grano de uva.
Patricia Rodón
Ex Tripulantes del Graf Spee arriban a Mendoza en el Tren Cuyano (andén del FF.CC. Pacífico) (18-03-1940) Mendoza
La imagen es del 18 de Marzo de 1940, en
el andén del FF.CC. Pacífico, día en que un grupo de 102 (ciento dos) ex
tripulantes del Admiral Graf Spee llegaron en el Tren Cuyano a Mendoza, procedentes
de Capital Federal.
Se trató del primer
contingente de marinos del acorazado alemán, que por decisión del Poder
Ejecutivo Nacional fueron distribuidos en distintos campos de
"internación" en Argentina (Córdoba, Rosario, Santa Fé, Isla Marín
García, Sierra de la Ventana, Buenos Aires).
la foto es de la colección HUGO OEHLER (ex
tripulante de la 4ta. División del Graf Spee).
Gentileza: Hugo Sochi
viernes, 28 de junio de 2013
Cuando sea grande quiero una corona. En la infancia a niñas y niños les contaron el mismo cuento
El de las princesas y los príncipes. La fantasía femenina de usar un bello vestido largo y una capita de terciopelo busca concretarse a través de los concursos de belleza. No importa sobre qué se reine porque todos saben que no se reina sobre nada.
En nuestro país hay decenas concursos de belleza asociados a una fiesta local, provincial o nacional.(Foto MDZ)
En nuestro país hay decenas concursos de belleza asociados a una fiesta local, provincial o nacional.(Foto MDZ)
Quizá todo empezó con el cuentito del príncipe azul. A todas las mujeres del mundo les queda muy claro desde la más inocente infancia que los príncipes –esos hombres perfectamente románticos, guapos y con la faltriquera llena de monedas de oro (también se aceptan dólares)- no arriesgan su vida por cualquiera ni andan rescatando de las garras de los villanos a chicas descuidadas o maltratadas por la naturaleza.
Por eso, si no se nació excepcionalmente linda ni en cunita de oro –mueble que siempre facilita las cosas- hay que trajinar mucho en la peluquería, el gimnasio y el consultorio del cirujano para “hacerse” bella, mantenerse atractiva o, en su defecto, acercarse un poco a la que una podría haber sido y no fue.
Y si se puede conseguir una corona que avale cierto reinado sobre cualquier cosa, mejor. Así, combinando la fantasía femenina de usar un vestido largo y una capita de terciopelo y la masculina de tener a alguien supuestamente frágil a quien proteger (a ellos también les contaron el mismo cuento pero al revés), se inventaron los concursos de belleza.
Desde el dudoso título de Reina del Curso en la escuela primaria al promocionado certamen de Miss Mundo todas las coronas sirven: Reina de la Vendimia, Reina del Carnaval, Reina de la Nieve, Reina del Aceite de Oliva, Reina del Agua Surgente, Reina del Bagre, Reina del Chivo, Reina de la Ganadería, Reina de la Semilla o Reina de la Pesca con Mosca. En nuestro país hay decenas concursos de belleza asociados a una fiesta local, provincial o nacional con nombres más o menos repulsivos, pero a las chicas las truchas, la yerba y la siembra directa no les hacen mella.
No importe sobre qué se reine porque todos saben, las elegidas y los electores, que no se reina sobre nada. El cetro no significa poder, habilidad o talento, sino que es sólo el resultado efímero de una casi siempre “arreglada” elección de la más linda entre las lindas.
Para las candidatas lo importante es el ejército de magos peluqueros y hadas maquilladoras que intervienen su cabeza y su rostro por fuera, la maratón de cursitos a cargo de edecanes para aprender a hablar en una semana y el torbellino de fotos para educar la sonrisa que avasallan su cabeza por dentro con desiguales resultados.
Lo realmente importante para las contendientes de un concurso de belleza es desfilar en un escenario, mostrarse histéricamente (más aún), competir entre feroces e hipócritas sonrisitas con otras aspirantes a Cenicientas modernas y terminar agitando un cetro con el que sueñan alcanzar, cual varita mágica, al príncipe azul (también puede ser rojo, verde o celestito, no hay problema) el cual vendrá de inmediato en su rescate.
El problema es cuando la aguerrida soñadora que ha padecido dietas severas, prisión temporal y la punzada lacerante de los chismes de las otras “perras”, resulta elegida Miss Simpatía, Mejor Compañera, Miss Elegancia, Mejor Levantadora del Dedo Meñique o Miss Algo No Muy Importante.
La catástrofe está ahí, delante de sus ojos y de sus boquitas pintadas, pero no importa. Las reinas de verdad se la bancan, respiran hondo, parpadean mucho con sus pestañas tuneadas, sincronizan el brillo del strass de las coronas con el de su sonrisa y juran que nunca más volverán a llorar.
Patricia Rodón
Historia de la Aviación. El Old Monoplano (año 1909)
Esta Fotografía muestra el monoplano Demoisille, que era lo sufucientemente pequeño para ser transportado en la parte trasera de un coche. La fotografía fue tomada en el año 1909 y captura un momento temprano en la historia de la aviación.
Fuente: Old Picture of the day
jueves, 27 de junio de 2013
Todas las mujeres tienen precio. Te contamos una historia de sexo, religión y muerte.
Muchas mujeres han vendido su piel por comida, por dinero, por ambición. Entre las hetairas griegas y las prostitutas vip de hoy sólo hay diferencias cosméticas. Durante siglos su vida y su vientre eran comprados en tanto que hembras reproductoras. Te contamos una historia de sexo, religión y muerte.
A la mujer se la consideraba sólo en su condición de hembra, de vientre fertilizable, de recipiente reproductor. (Foto oldpicturepostcards.co.uk)
A la mujer se la consideraba sólo en su condición de hembra, de vientre fertilizable, de recipiente reproductor. (Foto oldpicturepostcards.co.uk)
Trofeo y objeto, imán y alimento, escenario de todas las batallas de la pasión, el cuerpo de la mujer ha sido un territorio a tomar, a conquistar y a poseer de múltiples maneras por el hombre.
Muchas mujeres han vendido su piel desde el principio del mundo por comida, por dinero, por ambición, por miedo. Entre las hetairas griegas o las cortesanas romanas, por ejemplo, y las prostitutas vip de hoy no hay más diferencias que las cosméticas.
Ante el misterio y el temor que despierta el sexo femenino en los hombres, entre la atracción y la prohibición, el deseo y represión, el cuerpo de la mujer ha sido tabú por muchas y muy distintas razones a lo largo de los siglos.
Cuando los cristianos se convirtieron en árbitros de la moral occidental para ponerle orden al mundo pagano, las mujeres, en tanto su potencialidad de ser madres, pasaron a ser templos caminantes porque su única misión en la Tierra era la procreación y nada más, por las dudas.
Se la consideraba sólo en su condición de hembra, de vientre fertilizable, de recipiente reproductor, de objeto de placer más o menos santo, entre crucifijos, orgasmos y maratones de amén.
Por ello, agredir físicamente a una mujer era seriamente castigado en teoría. Pero la pena dependía no tanto de la naturaleza de la agresión sino de la edad de la fémina, de la identidad y condición social del agresor y de la agredida y de la situación en que se produjera el contacto de los cuerpos.
El tocar a una mujer implicaba un delito pagano, que actualizaba la desnudez en su significado sexual y genital y que comprometía la concepción cristiana del cuerpo que la naciente iglesia se empeñaba en forjar.
Hacia el año 500 un rey franco llamado Clodoveo I dictó las famosas leyes sálicas que, entre otras cosas, excluía del trono “a las hembras y a sus descendientes”.
Esta astuta ley llena de artimañas para manipular las dinastías, que se extendió a toda Europa y fue derogada recién en ¡1979! en Suecia, decía que si un hombre tocaba la mano de una mujer sin su consentimiento tenía que pagar una multa de 15 sueldos; 30 si el rozamiento se producía en el brazo entre la zona de la muñeca y el codo, y si el toqueteo alcanzaba los senos, 45 sueldos. El agresor tenía que pagar la misma multa si en un arranque de ira, le cortaba el cabello el cual debía conservarse intacto, o sea, largo, porque era un símbolo de salud y juventud.
Lejos de cualquier práctica incipiente del ejercicio de derechos humanos, lo que esta ley escondía era favorecer los nacimientos, poblar pueblos y ciudades porque las tasas de mortalidad eran altísimas gracias a las guerras feudales, las tozudas Cruzadas y las epidemias. La misión de las mujeres era fabricar soldados que se incorporaran a los ejércitos y vaginas que hicieran más llevadero el peso de las espadas.
El cuerpo femenino era por tanto tabú y tocar a una mujer equivalía a atentar contra la vida. La mujer y el hombre no podían quedarse desnudos más que en el lecho, allí donde tenía lugar la procreación. De allí que la cama y que lo sucedía en ella fuera sagrado, lejos del éxtasis pero en busca del esquivo paraíso, claro.
La tarifa de la muerte
El hombre que matase a una mujer joven y libre en edad de procrear tenía que pagar 600 sueldos, mientras que si la mujer asesinada estaba ya en la etapa de la menopausia, sólo tenía que abonar 200.
Si se la hería estando embarazada y fallecía, el agresor era penado con 700 sueldos de multa, pero sólo con 100 si el bebé moría a consecuencia del aborto subsiguiente.
Como parece que era una práctica habitual matar a las chicas porque se resistían a tener sexo con un pariente maloliente, porque al guisado le faltaba sal o porque miraban a otro hombre hacia el año 700 se promulgó un suplemento de la ley sálica que decía que en adelante habría que pagar 600 sueldos por el asesinato de una mujer encinta más otros 600 si el niño muerto iba a ser un varón.
Como vemos, el feminicidio era tan frecuente como hoy y el castigo real al asesino, si lograba comprobarse, solamente económico.
En el mercado medieval de la carne un niño de menos de 12 años costaba 600 sueldos; una niña de la misma edad, sólo 200. La jerarquía era muy clara: en la base, la niña y la mujer mayor incapaz de concebir; en el medio, el muchacho; y arriba, la mujer encinta. O sea, lo mejor era estar embarazada.
Como esta condición era envidiable y brujas ha habido siempre, la misma ley penaba con 62 sueldos a toda mujer que proporcionara a otra una poción mágica de hierbas abortivas.
Está claro que a la mujer no se la tomaba en cuenta como persona, sino que todo su valor estaba puesto en su capacidad reproductora. La hipócrita religiosidad cristiana en los hombres y el instinto de supervivencia en las mujeres convergían en un solo mandato: tener hijos, muchos hijos. La historia está llena de ejemplos de decenas de reinas que fueron repudiadas porque no daban a luz hijos varones.
Y era justamente esta condición de tabú “procreador” del que era objeto el cuerpo de la mujer, la que lejos de cualquier connotación de placer sexual, las condenaba y las salvaba al mismo tiempo. Era su precio.
Patricia Rodón
Hotel y Balneario. El Borbollón. (año 1936)
Parte de los 14 Kilómetros que le separan de la ciudad de Mendoza se efectuaban por camino asfáltico, que conduce a la base Aérea Militar Los Tamarindos, (actual aeropuerto El Plumerillo).
El Hotel estaba dotado de muy buenas instalaciones y era el lugar preferido durante el verano para cenar por la frescura del lugar. Tenía varias piletas de natación, el agua de las piletas era de pozos surgentes perforados en el mismo lugar
El descubrimiento de las aguas surgentes de El Borbollón, fué obra de la naturaleza. Por efectos del terremoto del 20 de Marzo de 1861 brotaron allí numerosos ojos de agua potable.
El agua Imorotí, conocida en Mendoza por esos años proviene de un pozo próximo a los baños de El Borbollón.
miércoles, 26 de junio de 2013
De la piel y otros demonios. Historias de estrellas del pop, geishas, reinas, sexo, baños y perfumes.
En la Edad Media hombres y mujeres concurrían a los "baños árabes" movidos por el sexo. (Foto ciudadbarcelona.olx.es)
Cuando Marilyn Manson se mira en el espejo no piensa en la ardua tarea de las prostitutas griegas para blanquear su piel. Tener una tez blanca parece haber sido desde siempre en muchas culturas el mandato más importante en materia de belleza.
Hoy las estrellas del pop y del rock, las nuevas afroditas, ménades y monstruos, desde Madonna a Kylie Minogue, pasando por Evanescence, Kiss y Tokio Hotel perpetúan el rito de construir una apariencia de blancura sobre sus rostros.
En estos tiempos de rayos UV asesinos no hay protector solar que alcance para cuidar el color que la genética dio a la piel, porque cuando el barro se secó, aclarándose, en el rostro del primer hombre o de la primera mujer, nacieron las máscaras blancas remitiendo a la magia, la pureza y la muerte.
Pero mientras Lady Gaga se empolva hasta los huesos, Cristina Aguilera es adicta a las pantallas faciales y Michael Jackson hacía lo que podía con una batería de productos químicos más cercanos a la lavandina que a la cosmética, las hetairas griegas la tenían clara, literalmente hablando.
Ellas pasaban la noche con el rostro cubierto con una máscara de albayalde (carbonato básico de plomo de color blanco) y miel. Al levantarse se lavaban la cara con agua fría y volvían a embadurnarse con otra capa de albayalde diluido que, procedente del árabe al bayad, es decir, blanco, blancura, también se llamaba “blanco de plomo”, “cerusa” o “blanquibolo”.
Esto les daba a sus semblantes una blancura que hoy consideraríamos propia de una grave enfermedad, un incipiente intento de maquillaje de mimos y estatuas vivientes o simple look de vampiros de entrecasa.
Sabido es que la leche de burra gozaba de gran predicamento en la antigüedad y que las mujeres que podían pagarlos no se privaban de algunos litros de este producto antiage para usarlo en su toilette diaria.
Los baños de Popea fueron célebres porque eran verdaderas orgías lácteas. La coqueta y malvada esposa de Nerón, quien en sus viajes se hacía seguir por un rebaño de trescientos animales que eran ordeñados cada mañana, se sumergía en una tina de plata llena de leche de burra y se pasaba allí más de tres horas diarias planeando algún asesinato.
Cleopatra, una femme fatale ilustrada, escribió un tratado de belleza en el que recomendaba bañarse en la leche de este animal mezclada con miel para mantener la suavidad de la piel y darle un aspecto lánguido, pálido y luminoso. Y su receta de body milk no estaba equivocaba, ya que tanto la leche como la miel tienen propiedades nutrientes e hidratantes.
Otra de las sustancias blanqueadoras de la piel muy utilizado por las damas romanas era la lanolina. Se sacaba de la lana de las ovejas y se la perfumaba para enmascarar su desagradable olor original. A veces las mujeres se excedían, igual que ahora, y claro, capas de afeites y polvos sobre la cremosa y pegajosa lanolina convertían sus rostros al cabo de unas horas en cuarteadas paredes de yeso.
En Bizancio la receta blanqueadora era el uso de un ungüento a base de pepino machacado y excrementos de estornino; la mezcla parece que resultaba muy hidratante, pájaros incluidos.
Una de las singularidades de las geishas japonesas es su laborioso maquillaje blanco, compuesto por aceites y polvos blancos disueltos en agua y aplicados con infinita paciencia y estricta geometría con una brocha de bambú.
La Edad Media fue bastante sucia, la higiene personal era una idea extraña, pero de vez en cuando hombres y mujeres se bañaban y cuando decidían hacerlo lo hacían en serio y en grupo.
Concurrían a unos establecimientos llamados “baños árabes” en los que de día y de noche, se mojaba, masajeaba, untaba y depilaba a los clientes. Como quienes concurren a las casas de masajes de hoy, los asistentes no estaban movidos por afanes puramente higiénicos sino por el sexo (que también es muy higiénico en el sentido médico del término).
Los mentados baños árabes eran una combinación de los baños romanos, las tradicionales piletas japonesas (donde hombres y mujeres se bañan juntos) y los modernos spa “calientes” de hoy.
Obviamente, este rejunte de carne masculina y femenina, con tantos senos, vientres, espaldas, piernas, entrepiernas y sexos sueltos y contentos, apenas ocultados por una leve capa de agua tímidamente jabonosa, fue sistemáticamente combatido por la cada vez más poderosa Iglesia católica en toda Europa. Y así la gente empezó a bañarse menos, a enfermarse y a perfumarse más.
Los cultivadores de flores franceses vieron el negocio y, proscripta el agua, montaron en sus matraces la industria de los aromas que mantiene desde hace siglos a todos los hombres y mujeres del mundo atrapados en un perfumado cautiverio.
Patricia Rodón
Las trabajadoras del algodón (año 1909)
Esta fotografía muestra a un grupo de chicas jóvenes que trabajan en una fábrica de algodón. La foto fue tomada en alrededor de 1909 en Georgia. Trabajo en una fábrica de algodón habría ascendido a poco más que un taller en este momento. Es increíble cómo muchas de estas chicas consiguen una sonrisa para la cámara.
Fuente: Old Picture of the day
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