La Mina Uranífera de Sierra Pintada, ubicada en la provincia de Mendoza, Argentina, tiene una historia que se remonta a varias décadas atrás y está marcada por la explotación de uranio, la controversia ambiental, y los esfuerzos de remediación. La mina comenzó a operar en la década de 1970, específicamente en 1975, bajo la gestión de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) de Argentina. El uranio extraído aquí era utilizado principalmente para los reactores nucleares. En 1995, la mina cerró debido a que el precio internacional del uranio había bajado, haciendo más económico importarlo que extraerlo localmente. Esto dejó detrás una serie de residuos y pasivos ambientales sin tratar. A principios del siglo XXI, hubo intentos por parte del gobierno nacional argentino de reabrir la mina, lo que generó un conflicto ambiental y social significativo. Grupos ambientalistas y la comunidad local se opusieron debido a los riesgos asociados con la minería de uranio y los residuos ya existentes. En 2005, se logró una medida cautelar que prohibía la reapertura sin antes remediar los pasivos ambientales preexistentes. Este conflicto llegó hasta la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que en 2010 falló en contra de la reapertura, exigiendo un plan de remediación ambiental. La remediación se ha vuelto un tema central en la historia reciente de Sierra Pintada. En 2019, después de años de demoras y esfuerzos legales, el gobierno provincial de Mendoza emitió la Declaración de Impacto Ambiental, marcando el inicio oficial de las tareas de remediación. La mina dejó tras su cierre 2.400.000 toneladas de colas de uranio, 1.000.000 toneladas de roca estéril, y alrededor de 5.340 tambores con residuos sólidos de uranio, junto con 1.200.000 toneladas de agua en canteras y diques de evaporación, todos estos elementos conteniendo niveles de uranio, radio y arsénico más allá de los límites permitidos. Las acciones incluyen el tratamiento de los residuos sólidos almacenados en tambores y la mejora de la calidad del agua en las canteras, minimizando la concentración de elementos radiactivos. La Fase I de la remediación estaba enfocada en estos residuos sólidos y el agua de cantera. La presencia de material radiactivo ha llevado a preocupaciones sobre posibles efectos en la salud de la población local, con reportes de casos de cáncer que algunos relacionan con la contaminación, aunque no se ha establecido una conexión científica directa. El Departamento General de Irrigación de Mendoza ha realizado múltiples inspecciones y monitoreos al sitio para asegurar que no haya contaminación del agua que abastece a San Rafael y otros distritos. Desde 1996, antes de su clausura, el área fue declarada como Reserva de Usos Múltiples, lo que significa que se busca un equilibrio entre la conservación y usos sostenibles del entorno. La historia de Sierra Pintada es un ejemplo de cómo la extracción de minerales puede tener implicaciones a largo plazo en términos ambientales y de salud pública, y subraya la importancia de la remediación y la responsabilidad por parte de quienes explotan estos recursos.
Bienvenidos al sitio con mayor cantidad de Fotos antiguas de la provincia de Mendoza, Argentina. (mendozantigua@gmail.com) Para las nuevas generaciones, no se olviden que para que Uds. vivan como viven y tengan lo que tienen, primero fue necesario que pase y exista lo que existió... que importante sería que lo comprendan
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domingo, 10 de noviembre de 2024
Una vista aérea parcial del imponente anfiteatro donde se explota la mina uranífera de Sierra Pintada, proveedora materia prima para las centrales nucleares del país. (1989) San Rafael. Mendoza
La Mina Uranífera de Sierra Pintada, ubicada en la provincia de Mendoza, Argentina, tiene una historia que se remonta a varias décadas atrás y está marcada por la explotación de uranio, la controversia ambiental, y los esfuerzos de remediación. La mina comenzó a operar en la década de 1970, específicamente en 1975, bajo la gestión de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) de Argentina. El uranio extraído aquí era utilizado principalmente para los reactores nucleares. En 1995, la mina cerró debido a que el precio internacional del uranio había bajado, haciendo más económico importarlo que extraerlo localmente. Esto dejó detrás una serie de residuos y pasivos ambientales sin tratar. A principios del siglo XXI, hubo intentos por parte del gobierno nacional argentino de reabrir la mina, lo que generó un conflicto ambiental y social significativo. Grupos ambientalistas y la comunidad local se opusieron debido a los riesgos asociados con la minería de uranio y los residuos ya existentes. En 2005, se logró una medida cautelar que prohibía la reapertura sin antes remediar los pasivos ambientales preexistentes. Este conflicto llegó hasta la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que en 2010 falló en contra de la reapertura, exigiendo un plan de remediación ambiental. La remediación se ha vuelto un tema central en la historia reciente de Sierra Pintada. En 2019, después de años de demoras y esfuerzos legales, el gobierno provincial de Mendoza emitió la Declaración de Impacto Ambiental, marcando el inicio oficial de las tareas de remediación. La mina dejó tras su cierre 2.400.000 toneladas de colas de uranio, 1.000.000 toneladas de roca estéril, y alrededor de 5.340 tambores con residuos sólidos de uranio, junto con 1.200.000 toneladas de agua en canteras y diques de evaporación, todos estos elementos conteniendo niveles de uranio, radio y arsénico más allá de los límites permitidos. Las acciones incluyen el tratamiento de los residuos sólidos almacenados en tambores y la mejora de la calidad del agua en las canteras, minimizando la concentración de elementos radiactivos. La Fase I de la remediación estaba enfocada en estos residuos sólidos y el agua de cantera. La presencia de material radiactivo ha llevado a preocupaciones sobre posibles efectos en la salud de la población local, con reportes de casos de cáncer que algunos relacionan con la contaminación, aunque no se ha establecido una conexión científica directa. El Departamento General de Irrigación de Mendoza ha realizado múltiples inspecciones y monitoreos al sitio para asegurar que no haya contaminación del agua que abastece a San Rafael y otros distritos. Desde 1996, antes de su clausura, el área fue declarada como Reserva de Usos Múltiples, lo que significa que se busca un equilibrio entre la conservación y usos sostenibles del entorno. La historia de Sierra Pintada es un ejemplo de cómo la extracción de minerales puede tener implicaciones a largo plazo en términos ambientales y de salud pública, y subraya la importancia de la remediación y la responsabilidad por parte de quienes explotan estos recursos.
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