Bienvenidos al sitio con mayor cantidad de Fotos antiguas de la provincia de Mendoza, Argentina. (mendozantigua@gmail.com) Para las nuevas generaciones, no se olviden que para que Uds. vivan como viven y tengan lo que tienen, primero fue necesario que pase y exista lo que existió... que importante sería que lo comprendan
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miércoles, 11 de enero de 2017
martes, 10 de enero de 2017
Escudo del departamento de Godoy Cruz. Mendoza
Forma: pentagonal estilizada cortado.
Trae en el primer cuartel tapiz de azur celeste.
Trae el segundo cuartel sobre tapiz de plata dos antebrazos desnudos de su color movientes de los flancos que estrechan sus diestras en el punto del encuentro y sostienen una pica de su color que lleva un gorro de la libertad de gules con la punta caída a la diestra y la parte inferior doblada invadiendo el cuartel superior, debajo dos cornucopias de oro cruzadas en la punta con la boca orientada a ambos lados de donde emergen frutos de su color.
Ornamentos: el blasón descansa sobre una cartela de pergamino con dos rollos superiores y uno inferior hacia afuera de la que penden dos lambrequines externos en ángulo de mayor grosor y dos interiores ondeados, sostenida por las garras de un cóndor andino de frente con las alas desplegadas, todo de plata (gris), sable y plata.
SIMBOLOGÍA
. En la parte superior, la figura del cóndor americano, con sus alas desplegadas, representa el íntimo vínculo que une esta comunidad andina con las grandes empresas históricas; el emblema, sujetado por el cóndor con sus garras lleva en su parte inferior los colores blanco, gris y negro. De forma pentagonal estilizada, de bordes grises y guarda tachonada, con el campo superior de color azul celeste y el inferior de color blanco, se representa la Bandera Argentina. Los campos se encuentran divididos por dos brazos cuyas manos entrelazadas sostienen una pica, de color marrón, en cuyo extremo superior se encuentra el Gorro Frigio de color rojo, símbolo de la Independencia y Libertad. En el campo inferior, debajo de los brazos unidos, símbolo de fraternidad, se encuentran dos cornucopias de color marrón cruzadas, de cuyas bocas, una hacia cada lado del escudo, se derraman los frutos de la tierra.
Escudo y Bandera del departamento de General Alvear. Mendoza
Forma: elipse cortado filiera de sable
Trae en el primer cuartel sobre tapiz de azur celeste en jefe una montaña de su color con su pico nevado de plata
Trae en el segundo cuartel moviente de la punta y estrechándose hacia el corazón una vía férrea de su color y dos cursos de agua de azur, a su diestra tapiz de sinople con cinco vacunos pasantes de plata orientados el superior a la diestra y el resto a la siniestra y a la siniestra sobre tapiz de sinople con cuatro árboles foliados de sinople tronco de su color cuatro surcos de plata.
Ornamentos: como timbre un sol pleno de oro, en ambos flancos en corona abierta dos ramos de laurel foliados de sinople y cruzados por lo bajo.
SIMBOLOGÍA
El cerro El Nevado, el río Atuel y la inmensa llanura, los viñedos son los elementos del escudo que en forma de paisaje resalta sus características más que responder a las leyes de la heráldica. Los laureles en corona abierta representan las glorias del pasado.
Tres franjas superior azul e inferior gris separadas por una blanca estrecha con un sol de oro central con 26 rayos de diferentes longitudes que dibujan la forma del departamento.
Un calificado jurado compuesto por diseñadores, historiadores y directores de escuelas secundarias, escogió esta bandera entre otros nueve trabajos presentados, su creadora, Maricel Arriaga de 24 años explicó de qué se trata su proyecto a la vez que los defendió.
En cuanto al significado de cada una de las partes, Maricel dijo “la franja inferior, la parte gris, representa los cien años vividos, los años de lucha y esfuerzo, es decir el pasado que tenemos como pueblo; la franja blanca del medio representa un periodo de transición, está representando un presente, y la franja superior, que es celeste, representa los años por venir, el tiempo de crecimiento, representa el futuro; lo que más llama la atención es el sol en el centro, cuyos rayos forman la figura geográfica del departamento, que a la vez le da brillo y alegría a la bandera, allí quise significar es al pueblo alvearense que luchó en el pasado, que se esfuerza en el presente y que prospera en el futuro"
lunes, 9 de enero de 2017
Efemérides. 8 de enero de 1928: Muere el médico y legislador Juan Bautista Justo, co-fundador del Partido Socialista, de la revista La Vanguardia y de la cooperativa El Hogar Obrero. Foto: El Hogar Obrero. Juan B. Justo en compañía de numerosas personas en el acto de inauguración de la primer panadería, diciembre 1911.
domingo, 8 de enero de 2017
San Martín y el Ejército de los Andes La formación del ejército de los Andes exigió una política de reclutamiento de la población masculina de Mendoza, San Juan y San Luis.
San Martín en la ínsula cuyana
La efímera conducción del Ejército del Norte y la inminente derrota de la revolución chilena convencieron a José de San Martín (y a otros hombres de la Logia, como Tomás Guido) que la acción militar sobre Lima debía prever una estrategia combinada que hiciera la guerra en Chile, y que avanzara por vía marítima al Perú. Dicha empresa requería de una organización armada compacta, con unidad de mandos, y profesionalizada, es decir, con recursos suficientes para sostener el adoctrinamiento militar y asegurar el suministro de salarios, equipos, y pertrechos de guerra. Tal ingeniería militar requería lugar y tiempo para su ejecución por lo que las ciudades cuyanas ofrecían un escenario propicio porque, a diferencia de otras “Provincias Libres del Plata”, habían estado ausentes del teatro y las fatigas de la guerra, y por su proximidad con Chile. Mas aún cuando se sabía que los chilenos mantenían “la idea de la independencia radicada en sus corazones”.
San Martín llegó a Mendoza, la capital de la Gobernación de Cuyo, poco antes de la restauración del pendón real en Santiago y en todas las villas del antiguo reino, y una vez conocida la derrota de Rancagua, encaró los efectos de la emigración de miles de patriotas chilenos que esquivaron la represión dirigida por el último de los oficiales enviado por el virrey Abascal desde Lima para sofocar el bastión patriótico. Ese litigio habría de enfrentarlo a situaciones conflictivas en tanto se trataba de una emigración dividida entre los liderazgos de José Miguel Carrera y Bernardo O’Higgins, por lo que al tiempo que dispuso asistencia y protección a los “desgraciados que habían perdido su Patria”, tomó decisiones infranqueables para descomponer el capital político y militar de Carrera en beneficio de O’Higgins, con quien compartía el compromiso jurado en Londres por la independencia de América.
Una vez despejado el desafío carrerino, San Martín volcó esfuerzos para gobernar la jurisdicción, y ponerla al servicio de la organización del ejército. En una de las tantas cartas que le cursó Tomás Guido, quien sería su confidente casi hasta su muerte, le había escrito: “haremos soldados de cualquier bicho”. Ésa sería la tónica que arbitraría la vigorosa militarización que distinguió su gestión. En efecto, en 1814, la única tropa de línea en Mendoza consistía en la reducida compañía de blandengues, radicada en el fuerte de San Carlos y San Rafael, cuyo número osciló entre 42 y 29 hombres; a ella se sumaban milicias urbanas y rurales, “esa gente que no era de guerra” -tal fue la expresión que usó el gobernador-, divididas en cuerpos de blancos y pardos que reunían 280 hombres de infantería y 600 de caballería.
De insurgentes a independientes
Ese esquema sería modificado sustancialmente en los años siguientes; sobre todo después de reafirmar su liderazgo político, en el otoño de 1815, ante el frustrado intento de Carlos de Alvear, su rival en la logia, de desplazarlo de la conducción del ejército, y de traccionar decididamente a favor de la destitución del Director Supremo, y condicionar su obediencia al gobierno central y de la Junta de Guerra, a la reunión de un congreso general que declarara la independencia de España. Esa condición resultaba capital para la empresa militar en tanto el cambio de status suponía abandonar la categoría de “insurgentes”, y gestionar la protección de potencias neutrales al sistema de la Santa Alianza erigido en Europa continental que preveía el apoyo inglés.
Asimismo, la opción por la independencia para San Martín resultaba asociada con sistemas políticos centralizados y/o monárquicos constitucionales (no republicanos), al ser entendidos como los más adecuados para domesticar las disensiones internas del régimen revolucionario (así lo manifestó incluso al mismo Artigas en 1815), y concluir la guerra a favor de la causa de América.
Un ejército patriota y multiétnico
La afirmación del poder sanmartiniano imprimió un nuevo rumbo a la militarización en Cuyo, y la designación de Juan Martín de Pueyrredón como Director Supremo contribuyó al suministro de recursos para formar el ejército y el sistema de milicias que acompasó su edificación. La formación militar que cruzó los Andes en el verano de 1817, integró 5.187 hombres de los cuales 3.610 eran oriundos de Cuyo que, en abrumadora mayoría, fueron reclutados en el curso de 1815 (2.080 hombres) para robustecer el sistema de defensa local.
Los noveles reclutas fueron encuadrados con oficiales y tropas ya experimentadas cuyas combinaciones refundaron, o dieron origen a nuevos batallones y regimientos sobre la base de un selectivo y proporcional sistema de reclutamiento llevado a cabo entre 1815 y 1816.
El sistema de milicias edificado, con asiento en ciudades y poblaciones rurales, estuvo atento a la anunciada (aunque frustrada) invasión realista de la que se tenían noticias por el intermitente corrillo de rumores y espionajes cruzados que conseguían penetrar las nieves andinas, y del cual San Martín haría uso a falta del “telégrafo” que había permitido “la unidad de operaciones” de los revolucionarios franceses para preservar sus fronteras. Asimismo, el ejército incluyó regimientos de Buenos Aires (el de granaderos y el de negros y libertos), y una porción de soldados y oficiales chilenos sujetos a la conducción sanmartiniana, y sostenidas por el gobierno general.
En 1816, en el desértico paraje El Plumerillo, se emplazó el campamento militar para facilitar la reunión del personal militar, y de los cuerpos en formación. El entrenamiento militar estuvo a cargo de los jefes y oficiales experimentados, y exigió no sólo de armas, uniformes y equipos, sino también de abastecimiento periódico (carne, aguardiente, galletas y tabaco), de servicios religiosos a cargo de capellanes, y de dinero líquido para saldar en tiempo y forma los salarios de la oficialidad y de la tropa en todas sus categorías.
Tal empresa dependió de un engranaje institucional y fiscal que incluyó transferencias de la “Caja Nacional”, gravámenes ordinarios y extraordinarios, y recursos locales que sólo en materia de los animales que cruzaron los Andes, reunió 1.500 caballos, y 9.000 mulas. A su vez, las formas de pago del servicio militar, como evocó el general Espejo, lubricaban la cadena de obediencia entre jefes, oficiales, sargentos y soldados, y contribuían a frenar la deserción, y el arco de rebeldías que podían llegar a incluir el motín, la insubordinación o el robo de equipos, pólvora o alimentos.
En los oficiales y jefes reposaban otras obligaciones como la instrucción periódica, la lectura de las órdenes del día, y el cumplimiento de las normas prescriptas en el reglamento del ejército. La justicia militar casi replicó la reglamentación borbónica y colocó en su cúspide al prestigioso jurista, oriundo de la emigración chilena, el Dr. Bernardo Vera y Pintado, como Auditor de Guerra.
De igual modo, otros aspectos cruciales de la organización del ejército también reposaron en personajes procedentes de la galaxia de patriotas comprometidos con la independencia de América: el Dr. Diego Paroissien estuvo a cargo del hospital fijo y de campaña, Álvarez Condarco dirigió la fabricación de pólvora; a su vez, personajes menos ilustres ocuparon un lugar de relieve en el montaje de la maquinaria militar, como el ex fraile carrerino Luis Beltrán quien se hizo cargo de la fragua para fabricar cañones, las tejedoras de San Luis, los molineros de Mendoza puestos al servicio de la confección de los uniformes de soldados, y las monjas del Monasterio de María cuyas manos bordaron la bandera que la distinguiría del ejército del Rey, y de la jurada por Belgrano a orillas del Paraná.
Fuente: http://www.losandes.com.ar/article/san-martin-y-el-ejercito-de-los-andes
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