jueves, 8 de julio de 2021

31 de Mayo de 1899, el día que los mendocinos descubrieron el cine

Por Carlos Campana

El ingenioso invento de los hermanos Lumière fue presentado en Mendoza el 31 de mayo de 1899 y maravilló a quienes tuvieron la suerte de ser aquí los primeros en ver una película


El 31 de mayo de 1899, la ciudad de Mendoza se vio conmovida por un evento poco común para esa época cuando la compañía de ópera y zarzuela denominada Zucchi y Otonello trajeron por primera vez un aparato que proyectaba imágenes en blanco y negro sobre una pantalla. Era el cinematógrafo, que en forma precaria llegaba a nuestra provincia para quedarse definitivamente hasta el día de hoy.

Descubrimiento en acción
Desde 1895 la imagen comenzó a tener movimiento gracias a dos hermanos franceses llamados Auguste y Louis Lumière. Pero había otros inventores que estaban detrás de ese objetivo. Fue el caso de Thomas Alva Edison o del alemán Max Skladanowsky, quién había experimentado con otros métodos la forma de generar a través de una película de celuloide la proyección de imágenes en acción. A pesar de todos estos inventos y ensayos, se puede decir que el inicio de la cinematografía mundial se dio oficialmente en la ciudad de Paris, Francia, durante la fría noche del 28 de diciembre de 1895. Allí, cientos de espectadores fueron convocados en el Salón Indio del Gran Café para ver por primera vez algo mágico.mLa expectativa del público era muy grande: los Lumière proyectaron a través de un pequeño aparato y sobre una improvisada pantalla varias películas. La primera fue La salida de la fábrica, luego La llegada del tren a la estación, Ciotat –una villa francesa- y por último El regador regado.

El público quedó fascinado con aquel espectáculo jamás visto por los ojos de un humano y quedaba claro que este invento había revolucionado al mundo. El gran éxito obtenido por los Lumière a partir de esta idea tan creativa, hizo que contrataran a Jules Carpentier, quien luego se convirtió en un reconocido fabricante de cámaras cinematográficas.La idea de los Lunmière era nombrar a varios agentes en las principales capitales de Europa y América y formar a jóvenes operadores dispuestos a viajar por los cinco continentes para rodar escenas curiosas y costumbristas en ciudades y pueblos de cada uno de los países. Este proyecto generó que, en poco tiempo, se iniciara en el planeta un gran auge de este arte y que el negocio diera millones de francos en ganancias.

 El cine cruza el Atlántico
La cinematografía cruzó el Atlántico y se instaló súbitamente en Argentina, pero nuestro país ya tenía un breve antecedente, porque un par de años antes en algunos lugares se había proyectado al público en forma experimental con los llamados quinetoscopios. Estos eran una caja de madera vertical con una serie de bobinas sobre las que corrían 14 metros de película en un bucle continuo y que exhibían imágenes en movimiento. Pero en realidad no tuvieron el efecto deseado y rápidamente fueron retirados de circulación. La llegada del cine de Lumière a Buenos Aires fue con bombos y platillos a través de los periódicos, los que anunciaban la proyección de películas que en Francia y en el resto del mundo causaban una gran sensación. El 18 de julio de 1896, los porteños se agolparon en el edificio del Teatro Odeón, ubicado en Esmeralda y Corrientes, y allí se exhibieron cortometrajes de los hermanos Lumière. Fueron el periodista español Eustaquio Pellicer y don Francisco Pastor los que hicieron llegar las primeras películas desde Francia que se proyectaron ese día. Se dieron cita durante la función grandes personalidades de la política y de la alta sociedad porteña, quienes salieron muy satisfechos al ver uno de los mayores inventos del siglo XIX. Por varios meses aquel teatro cobijó en su sala a miles de espectadores, incluyendo al entonces presidente Carlos Pellegrini, quien después de mirar las proyecciones cinematográficas dijo que había quedado “subyugado por el encanto de las vistas”. En 1897 comenzó la importación de cámaras francesas y así, Eugene Py –un francés residente en Buenos Aires– se convirtió en el primer realizador y camarógrafo que tuvo nuestro país. Tres años después, el auge del cine escaló posiciones impensadas y muy pronto se empezaron a construir las primeras salas de proyección.

El biógrafo llega a Mendoza
En los primeros meses de 1899, los mendocinos se enteraron por los medios periodísticos de una noticia que causó suspenso e intriga. La compañía teatral de Zucchi y Otonello había llegado a nuestra provincia y se presentaría en el Teatro Municipal para ofrecer al público obras contemporáneas de música clásica, óperas y zarzuelas, pero traía en la manga una sorpresa para los espectadores locales. La empresa artística anunciaba que desde el 31 de mayo se proyectarían películas a través del llamado biógrafo americano. La mayoría del público ignoraba esta nueva forma de ver imágenes animadas que eran proyectadas por una pequeña máquina. Esto era una gran novedad y nadie se imaginaba cómo sería. Todos decían que era parte del “progreso”, palabra muy en boga en aquellos tiempos. Un día antes de la presentación, la gente comentaba en las calles, en los cafés y en sus hogares aquel evento que sucedería en el teatro. Los propietarios del biógrafo instalaron en el interior de la sala teatral un generador de luz eléctrica, que era necesario para el funcionamiento del aparato. Todo estaba listo para el ‘día D’ de la presentación. Sería la primera vez que los ojos de los mendocinos observarían la magia de este colosal invento.

 Imágenes en movimiento
En la fría noche del 31 de mayo de 1899, el público se congregó en las inmediaciones del viejo teatro ubicado en la esquina de Suipacha – hoy España- y Gutiérrez, de la Ciudad. Eran las 20.30 cuando un centenar de personas entraron a la gran sala con cierta inquietud, aunque muchos estaban algo temerosos por no saber qué se traía ese instrumento llamado biógrafo americano. Al entrar, todos miraban hacia el centro del salón, y allí estaba, como un aparato llegado del cosmos. Ubicado un poco más alto que las sillas, apuntaba al escenario, donde se encontraba una pantalla de tela blanca. Parecía una linterna perfeccionada. Luego de que los espectadores se acomodaron las luces se apagaron y comenzó la función. Atentos, todos quedaron atónitos al ver el paseo de una pareja, sus movimientos y acciones, el vuelo de las aves, caballos al trote, jinetes moviéndose, carros rodando, un tren que pasaba a alta velocidad y causó pánico a muchos de los que allí estaban y bicicletas que circulaban. Eran todas escenas de la vida real pero que estaban condensadas en una pantalla. Nadie podía creer lo que sus ojos estaban viendo y muchos pensaron que soñaban o que era cosa del demonio. Cuando finalizó la función y se prendieron las luces, el público se puso de pie y aplaudió por largo rato. A la salida del teatro, la mayoría de los que estaban reunidos en esa sala salieron comentando sobre el gran acontecimiento. La compañía que exhibió aquellas películas tuvo tanto éxito, que durante cinco días seguidos se siguieron proyectando. Aquel 31 de mayo de 1899 quedará en la historia local como la primera vez que los mendocinos pudieron ver una película.

Fuente:https://www.ciudadanodiario.com.ar/otro-punto-de-vista/el-dia-que-los-mendocinos-descubrieron-el-cine




Recorriendo la Avenida Champagnat, hacia el Sur. Ciudad de Mendoza (12/18)

Pileta de Natación del Club Mendoza Tenis Club. (foto año 1970) Mendoza.

El Club fué inaugurado en Junio del año 1921, 

 


Vista General de los Baños Termales de Cacheuta. (1914) Provincia de Mendoza



Servicio de Mensajería. Los Reyunos. (1921) San Rafael. Mendoza





Publicidad Gráfica de Coñac OTARD-DUPUY (año 1956) Mendoza.



miércoles, 7 de julio de 2021

Pozo de las Ánimas Malargüe, Mendoza, Argentina

Tarjeta Postal. Zanjón. (1911) Provincia de Mendoza



Tarjeta Postal. Puente Camino a Cacheuta. (1907) Provincia de Mendoza





Las 19 maestras que se graduaron en Buenos Aires, en 1912. Egresadas del Colegio Magisterio



👵🌂 "Lluvia en Buenos Aires", señora luchando con su paraguas. Buenos Aires, c. década de 1980.



Agente de la compañía de allanamientos de la Policía de la Capital protegido por un traje metálico antibalas. Buenos Aires, 1937.



Scouts rumbo a Tandil, donde pasaran la temporada veraniega. Buenos Aires, 1938.



Amanecer en el Beagle. Tierra del Fuego, 1934.



Quema de las Letras de la Tesorería, en la Plaza Independencia (año 1917) Mendoza.

En Presencia del Ministro de Hacienda y de algunos funcionarios de la Casa de Gobierno se realizó la incineración de letras de la tesorería. Se realizó en horas del medio día en la Plaza Independencia. Allí custodiado por la guardia armada, trajeron un féretro en lenta comitiva que a paso fúnebre y solemne fue conducido hasta el lugar del sacrificio. Un ordenanza roció con nafta el cajón. Año 1917.




Tarjeta Postal del Hotel de Cacheuta. (1911) Provincia de Mendoza



Publicidad Gráfica de Restaurant LA CASONA (Noviembre de 1978) Mendoza.



martes, 6 de julio de 2021

Postal del Kindergarten. (Jardin de Infantes. ) (c.1910) Provincia de Mendoza



Lago del Parque y Tribunas del Club Mendoza de Regatas. (c.1910) Provincia de Mendoza



Panorama de las vías del Tren Trasandino, al pié del Tolosa. (c.1910) Provincia de Mendoza



Estación del Tren Trasandino en Puente del Inca. (c.1910) Provincia de Mendoza



Tren Trasandino. (c.1910) Mendoza



Avenida El Libertador. Parque General San Martín. (c.1900) Ciudad de Mendoza



El Siglo Ilustrado la librería que ilustró a los mendocinos durante casi cien años. Ubicada en calle San Martín 1477. Ciudad de Mendoza

 Por Carlos Campana

Su nombre era El Siglo Ilustrado y abrió sus puertas en 1884, cuando la ciudad de Mendoza ya se había convertido en una pujante metrópolis


Nuestra ciudad tuvo a fines del siglo pasado, y por más de 75 años, uno de sus más importantes centros de irradiación cultural. El Siglo Ilustrado se llamaba la librería que educó y cultivó a los mendocinos hasta mediados de 1960. Esta librería quedó totalmente en el olvido y es muy poco recordada por los mendocinos.

La Argentina del progreso

Cuando El Siglo Ilustrado abrió sus puertas a fines del siglo XIX, nuestro país pasaba por un momento económico, educativo y cultural muy grande. Argentina se encontraba en la lista de los primeros países del planeta con mejor posición económica y su modelo agroganadero abastecía a las primeras potencias mundiales de aquella época. La era dorada del positivismo y del progreso estaba muy latente en el pensamiento de los filósofos, educadores, políticos y empresarios, quienes apostaban fuerte a la educación y la cultura para el desarrollo de una nueva sociedad. También nuestra provincia transitaba ese camino y entre sus filas surgieron grandes personajes como Agustín Álvarez, José Vicente Zapata, Arístides Villanueva, Emilio Civit, Carlos Vergara, Julio L. Aguirre y su hermano Cicerón, y Carlos Ponce, entre otros personajes. La ciudad de Mendoza se había convertido en una pujante metrópoli que apostaba a la vitivinicultura y a otras actividades económicas que la beneficiaban. El ferrocarril ya había llegado al territorio mendocino y faltaban unos pocos meses para que el entonces presidente, el general Julio A. Roca, lo inaugurara oficialmente. Pero también de la mano del tren venían el servicio de alumbrado eléctrico, el agua corriente y el tranvía a caballo. Además, Mendoza sería la vidriera de todo el país al ser elegida como sede de la Exposición Interprovincial que se desarrollaría en 1885. En lo cultural, la provincia de Mendoza también se imponía en el Oeste argentino y tenía la necesidad imperiosa de establecer allí una de las más grandes librerías, que era un tesoro para quien se quisiera educar y cultivar.

 Nace el siglo ilustrado

El 14 de setiembre de 1884, en un local de la calle San Martín al 1477, abrió sus puertas una librería que tendría vigencia durante casi cien años. Su nombre era El Siglo Ilustrado, y frente al negocio había dos columnas con sus respectivos faroles iluminados por gas. Ese alumbrado público era alimentado desde la planta de Fader y faltaba muy poco tiempo para que la electricidad llegara a nuestra provincia. Una de esas lámparas, que poseía un gran simbolismo, brillaba esbelta ante el edificio de la nueva librería. Entre otros atractivos, la vereda estaba cubierta por lajas y, en el otro extremo, gruesos tablones de madera servían para cubrir el antiguo canal Tajamar, cuyas aguas atravesaban de Sur a Norte un sector de la calle San Martín.

El festival de la cultura

La librería fue por mucho tiempo el lugar cultural elegido por los mendocinos más distinguidos, quienes se daban cita todos los días para comprar y leer los textos que en aquellos momentos eran best sellers. En sus estantes, cientos de libros hacían que los jóvenes intelectuales pudieran satisfacer sus inquietudes en literatura, ciencia, filosofía o, simplemente, desplegaran el placer de la lectura. El dueño, llamado Juan Verdaguer, no se imaginó el gran éxito que tendría al montar este negocio, que generó una especie de ateneo popular al poco tiempo. Después de las actividades laborales un número importante de ciudadanos paseaba en las tardes por la tradicional Alameda, recalando luego en aquel lugar. En su escaparate se exponían libros de toda clase que llegaban desde Francia, Gran Bretaña, España y otros países europeos. A los pocos años de montar este gran negocio, el fundador –quien tenía una personalidad inquieta y arriesgada– fue por más y estableció su propia imprenta y taller de encuadernación. Además, buscó conexiones con prestigiosas editoriales del Viejo Mundo, de las que fue centro de suscripciones.

Fomento a los autores locales

Con un pequeño capital, el dueño de la destacada tienda de libros montó una editorial, a la que bautizó, como a su librería, El Siglo Ilustrado. Esta editora hizo que muchos autores locales llevaran sus manuscritos para verlos materializados en un libro sin la necesidad de trasladarse a Buenos Aires o a Córdoba. Por lo general, la edición de un libro era costeada por su autor, ya que gozaba de una solvencia económica para sufragar todos los gastos, pero otros, en cambio, al carecer de medios, dejaban que Verdaguer se hiciera cargo de los costos de edición para fomentar a los escritores mendocinos. Por aquella imprenta pasaron grandes escritores, ensayistas y poetas de nuestra cultura, como el doctor Agustín Álvarez, filósofo de las nuevas ideas; monseñor Aníbal Verdaguer, hermano del fundador de la librería y autor de varias obras editadas en esa imprenta; Jorge A. Calle, con su libro Los iluminados; el doctor Lucio Funes, autor de un sabroso anecdotario de costumbres mendocinas. Pasaron por aquella editorial grandes personajes de la literatura cuyana, como Damián Hudson, autor de Recuerdos históricos de la provincia de Cuyo; el médico y escritor Carlos Ponce; el profesor Julio Leónidas Aguirre, quien con el pseudónimo de ‘Franklin Harrow' puso en prensa su Sociología criolla; el recordado poeta Alfredo R. Bufano y el periodista Enrique Peralta Andrade, entre otros. Con el paso del tiempo se incorporaron nuevas ediciones y en aquella imprenta publicaron renombrados literatos de mediados del siglo pasado, como Leonardo Napolitano, Dionisio Chaca, Vicente Fino, Benito Marianetti, Mercedes Ruiz Vila, César Ponce, Julio Fernández Peláez y Alejandro Santa María Conil. Años después, durante su época de decadencia –a fines de los 50– la famosa librería vendía ejemplares de ediciones agotadas y de segunda mano que no se conseguían en otros comercios del ramo. Su antiguo dueño había fallecido y el negocio pasó luego a manos de sucesivos propietarios, hasta que en 1960 el negocio entró en quiebra y poco tiempo después la librería cerró sus puertas, dejando un gran vacío en una parte de la población que se había nutrido de los ejemplares que había adquirido en ella. Más adelante en el tiempo, los años fueron borrando de la memoria aquella librería que fue uno de los centros más pujantes de la cultura de Mendoza. 

(Fuente: https://www.ciudadanodiario.com.ar/cultura/la-libreria-que-ilustro-a-los-mendocinos-durante-casi-cien-anos)




La Quinta Agronómica. (c.1929) Hoy actual Centro Cívico de la Ciudad de Mendoza



Hotel de Potrerillos. (c.1957) Provincia de Mendoza



Fila de Vehículos en la antigua aduana de Las Cuevas, para vacacionar en Chile. (foto año 1980) Mendoza.



lunes, 5 de julio de 2021

Cómo son los Castillos de Pincheira - Qué podes visitar en Malargüe - Mendoza

Aeroparque de la Ciudad de Mendoza, En el Challao. Actual "Base Condor". (foto año 1970).


A comienzos de los años sesenta la aeronáutica civil pública y privada había logrado un gran desarrollo en la provincia de Mendoza y por tal motivo se comenzó a estudiar la construcción de un nuevo aeródromo. Su objetivo principal era aliviar el creciente flujo de vuelos con destino a la vecina terminal aérea de El Plumerillo, la que ya en esos años, evidenciaba una tendencia a la congestión. Así, luego de varios relevamientos se eligió una zona desértica que se extendía al Noreste del Cerro de la Gloria, a unos quinientos metros del camino a El Challao. Allí, el terreno presenta una constitución rocosa, de excelente firmeza y gran resistencia al impacto. Asimismo, a pesar de encontrarse a escasos kilómetros de la capital, en ese entonces el enclave estaba libre de vegetación y no existia rastro alguno de población en sus alrededores. A fines de 1964 comenzaron las obras de movimiento de suelo, compactación y excavaciones y en menos de un año se inició la construcción tanto de la pista como de las principales edificaciones, todo ello a un ritmo feroz. La inauguración se produjo el 26 de noviembre de 1967 contando entonces la estación con las oficinas centrales, una torre de control, dos hangares y servicio de combustible aeronáutico. La pista inicialmente tuvo una longitud de 1.000 metros, a los que se agregaron otros 200 para las cabeceras Norte y Sur. Se previó un ancho de pista de 30 metros, con dos franjas de protección laterales de 10 metros cada una. Su pista era una de las más elevadas de la República, a 807 metros sobre el nivel del mar. En Julio de 1972 sería ampliada, extendiéndose las cabeceras hasta alcanzar un total de 1.800 metros de largo. 

Los primeros globos 

En Octubre de 1968, una comisión de estudios francesa visitó el aeroparque, para efectuar un relevamiento y trazado de planos con vistas a la realización de un proyecto binacional llamado EOLO que involucraría el lanzamiento desde tres bases en la Argentina, de pequeños globos de superpresión los cuales serían interrogados por un satélite durante su vuelo. Una vez comprobadas las adecuadas condiciones del terreno, en Abril del año siguiente, el Comando en Jefe de la Fuerza Aérea Argentina solicitó formalmente al Estado provincial la concesión de una porción de terreno ubicada en la cabecera norte del Aeroparque para establecer allí la mencionada estación. Conforme lo solicitado, la Provincia cedió el predio requerido en calidad de préstamo gratuito por cinco años prorrogables, a cuyo vencimiento las instalaciones construidas pasarían definitivamente al patrimonio mendocino. EOLO Aeroparque fue la primera de las tres estaciones construidas. Las otras dos se establecieron en el Aeropuerto de la Provincia del Neuquén y en Lago Fagnano (Tierra del Fuego), respectivamente. La operación de las mismas estuvo a cargo del Centre National d'Etudes Espatiales (CNES) de Francia y la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE) de Argentina. La base de lanzamiento era una estructura prefabricada, construida sobre una armadura transportable bajo diseño de la empresa francesa SONECTRO. Asimismo, por fuera de la estructura se instalaban cuatro deflectores de viento para facilitar las tareas de lanzamiento. Dadas las características de los materiales, la estación fue levantada con suma rapidez por lo que a principios de 1970 ya se encontraba practicamente terminada. Fue formalmente inaugurada el 15 de marzo de 1970, con la presencia de autoridades de la Dirección Provincial de Aeronáutica y de ambas agencias espaciales. Los lanzamientos se iniciaron con una frecuencia de cuatro globos por día, en julio de 1971 y continuaron durante el resto de ese año y parte del siguiente. En total -entre las tres estaciones- EOLO lanzó cerca de 500 balones, muchos de los cuales alcanzaron tiempos de vuelo de hasta un año, permitiendo la obtención por vez primera de importante información de los regimenes de viento en la baja estratósfera del hemisferio sur. Finalizado el proyecto, el CNES se retiró de las estaciones construídas, las que quedaron bajo total administración del comando de Regiones Aéreas de la Fuerza Aerea Argentina. No obstante, debido a su carácter estrictamente científico, EOLO Mendoza pronto fue transferida a la órbita de la CNIE, pero sin registrar actividad de relevancia por el siguiente lustro. Luego de siete años, se vuelven a utilizar las instalaciones del aeroparque para el operativo "Galaxia 79" (la denominación "Galaxia" seguida del año de su realización, era el nombre genérico dado a las campañas de lanzamiento de globos estratosféricos en Argentina) desde donde son lanzados con exito 5 globos estratosféricos de gran porte, 3 en abril y 2 en octubre. En 1980 la CNIE constituyó el Centro de Investigaciones y Desarrollos Espaciales Mendoza (CIDEM) que comenzó a funcionar a partir del 1 de septiembre. Este sub-organismo surgió de la vinculación de la CNIE con diversas facultades técnicas de la Universidad Nacional de Cuyo, con la que suscribió convenios generales de cooperación. Entre los logros destacados de dicho centro fue la articulación de un programa de lucha antigranizo (vital para los cultivos de la zona) la creación de una estación terrena para operar con satélites y la transformación del aeródromo en una moderna planta aeroespacial dada en llamar Base Aeroespacial Mendoza. Entre las primeras medidas tomadas para poner en marcha el proyecto se dispuso la reactivación definitiva de la vieja estación EOLO Aeroparque, y la construcción de una pista de 100 x 300 metros para el lanzamiento de globos estratosféricos. Para enero de 1981 el complejo ya estaba nuevamente en servicio y en septiembre se reanudaron los lanzamientos, en virtud del Operativo "Galaxia 81", en el cual participó la Dirección Provincial de Aeronáutica. En la imagen de abajo vemos reproducida una de las operaciones de lanzamiento sobre la pista del aeropuerto. Si bien no se poseen datos precisos de la fecha de la toma es probable que corresponda a los primeros lanzamientos realizados durante finales de los años 70's o principios de los 80's. La imagen de enorme valor histórico fue cedida gentilmente a StratoCat por el Sr. José Lucero. El sitio volvería a ser nuevamente utilizado para efectuar lanzamientos durante "Galaxia 82" pero sin embargo, las experiencias no pasaron de allí. A partir de entonces la estación EOLO quedó deteriorada y subutilizada con una mínima dotación de personal encargado de su custodia. Asimismo, la Base Aeroespacial Mendoza, pronto seguiría el mismo derrotero. Paradójicamente, al igual que las primeras, las ultimas operaciones con globos estratosféricos volvieron a tener al CNES como protagonista. Las campañas Pre-PORTS y PORTS destinadas a estudiar las ondas de gravedad atmosféricas en cercanias del cordón andino tuvieron lugar respectivamente en 1989 y 1990, marcando el final definitivo del uso del Aeroparque provincial como base de lanzamiento para estos ingenios. 

Un triste final 

Concurrente-mente, el volumen de operaciones hacia y desde Aeroparque cayó estrepitosamente a principios de los años noventa, llevando a las autoridades a considerar su cierre a pesar de las muchas iniciativas que desde la sociedad civil y a lo largo de toda la decada, se ofrecieron para evitarlo. Así, el deterioro de las instalaciones, la creciente población del sector -devenido en populoso barrio- y la infinidad de diversos usos que se le dió a diferentes sectores, llevaron a su cierre definitivo como estación aerea en enero de 2002. Actualmente el terreno ha sido asignado en forma exclusiva a la Policía de Mendoza, que lo utiliza como helipuerto, pista de aterrizaje y centro de adiestramiento táctico bajo el nombre de "Base Condor". Asimismo, lo que otrora fuera la estación EOLO, es utilizada por la Federación Mendocina de Asociaciones de Bomberos Voluntarios, como Escuela de Capacitación Bomberil, aunque como se puede apreciar en las imagenes, el estado del edificio es bastante calamitoso, destino compartido con su par de Lago fagnano, el cual a duras penas aún permanece en pie. Gran parte de lo escrito en la presente historia ha sido recogido de un compkletisimo articulo publicado por la revista LV de aviación cuyo autor es Gustavo Maron. Asimismo le agradecemos a Jose "Pepeu" Lucero por las excelentes imagenes que nos dió de las condiciones actuales de la estación. Mas información sobre las instalaciones EOLO se encuentra disponible en : Nos Premières années dans l'espace - http://homepage.mac.com/mbtc/sl/espace.html

🧉 Compartiendo un mate desde el estribo, 1927.



Teatro Infantil Municipal, construido en calle Corrientes esquina Salta, inaugurado el 16 de Noviembre de 1946, bajo la Dirección de Blanca Dalla Torre (foto del año 1970).Mendoza


Publicidad Gráfica de Loción CAPILATYS (año 1943) Mendoza.



Vista desde el cerro Viteau en Comodoro Rivadavia. Chubut, s/f.



Márgenes del Río Mendoza en Lunlunta (Década de 1930) Mendoza.


Lulunta o El Bajo de Lulunta como se le denominaba antiguamente, fué como el Challao, un paraje concurrido por la familias pudientes del viejo Mendoza.
Situado al margen del Río Mendoza a 26 kilómetros de la Ciudad, entre los Departamentos de Maipú y Lujan de Cuyo donde se realizaron cultivos sobre sus bordes, que antiguamente abarcaban mayor extensión en no sólo un punto de gran belleza, sino que el aspecto general era  único en la provincia.
Era un lugar ideal para camping y paseos, contando para el visitante de muy buenas comodidades. 
Desde el Departamento de Lujan partían Micros de la empresa  CITA, en la temporada de verano. 

Estos eran los horarios que realizaban:
Lujan salían: 7:00  8:45  14:00  17:00 19:45
Lulunta salían: 8:10  10:20  15:25  18:25  21:05

Las Tarifas eran: El valor promedio del dolar en el verano del  año 1936(enero, febrero, marzo), era 
 1dolar = $3.41 pesos argentinos

Ida y Vuelta desde Lujan (mayores) .. $ 0,40 ( al precio actual sería $1.40, pesos argentinos)
Ida y Vuelta desde Lujan (menores) .. $0,30  (al precio actual sería $1.00, pesos argentino)
Ida solamente desde Lujan (mayores) .. $0,30

Ida solamente desde Lujan (menores) .. $0,20 (al precio actual sería $0.70, pesos argentinos) 

Solo un poco de ′′ reparación automática ′′ en su coche de pedal, 1950.



Camión LEYLAND al servicio de YPF, usado para el reparto de Mercaderías a larga distancia (Década de 1930) Mendoza.





Francisco Correas, pionero de la prensa mendocina

 Por Carlos Campana


El 7 de junio se celebró el Día del Periodista en la Argentina, en homenaje a la aparición del primer periódico patrio, La Gaceta de Buenos Aires, fundada por Mariano Moreno en 1810. Los que trabajamos todos los días en esta hermosa profesión sabemos del esfuerzo y dedicación que se pone en cada nota para que la sociedad pueda estar informada objetivamente de lo que ocurre a cada minuto. Pero si nos remontamos en el tiempo, en el periodismo local aparece una figura muy destacada en su época pero poco conocida en la actualidad. Se llamó Francisco de Borja Correas, un verdadero entusiasta de las noticias que fundó varios periódicos durante la segunda década del siglo XIX y del que se puede afirmar fue uno de los primeros en defender la libertad de expresión aún a costa de sufrir agresiones y el exilio, en una época muy conflictiva para los medios de ese entonces.

El periodismo en Mendoza

En los primeros años del siglo XIX y luego de la separación de Mendoza de las provincias de Cuyo, el periodismo local hacía sus primeras armas con grandes y afiladas plumas, como las de Juan Gualberto Godoy, Agustín Bardel, Nicolas Villanueva, Juan C. Lafinur y Agustín Delgado, entre otras. Pero uno de los más importantes mentores de la prensa fue Francisco Borja Correas quien editó y redactó por aquellos convulsionados tiempos, varios periódicos. Corría la segunda década del siglo XIX y Mendoza se encontraba sumida en un verdadero caos político luego de la desintegración de las provincias de Cuyo. La prensa mendocina tuvo un período de esplendor que duró diez años. Aquella aldea contaba con tres imprentas: la de Juan Escalante, quien la trajo de Chile y estaba compuesta de elementos escasos y pobres; otra era la imprenta de la Provincia, propiedad del Gobierno, y la última, denominada Imprenta Lancasteriana, fundada a fines de 1820 y llamada así por pertenecer a la Sociedad Lancasteriana, constituida por ciudadanos preocupados por impulsar la instrucción pública. El pionero de los periódicos fue El Termómetro del Día, fundado en 1820 por Escalante. Luego apareció La Gaceta de Mendoza, que también fue dirigida y editada por el mismo imprentero con la colaboración de los periodistas Agustín Delgado y Agustín Bardel. Simultáneamente vio la luz el semanario El Verdadero Amigo del País, editado por la imprenta Lancasteriana y dirigido por Juan Lafinur, quien tuvo a su lado grandes redactores. Contemporáneo a este existía otro, denominado El Orden, creado por el cura Torres y publicado en el mismo taller gráfico, que combatió las reformas liberales del gobierno de Pedro Molina contra el clero. La provincia también tuvo su Registro Ministerial, que salía cada semana e informaba sobre leyes y decretos, cuyo director fue Lafinur. Le siguieron El Amigo del País en 1824 y El Aura Mendocina en 1826, una edición que fundó el canónigo Lorenzo Güiraldes con la colaboración de Juan Gualberto Godoy. El Telégrafo apareció un año después para defender los principios del Partido Federal, siendo sus redactores Jorge Velazco, Lorenzo Güiraldes y Gabino García. El Telégrafo y otro periódico, llamado La Columna Federal, se enfrentaron a El Huracán y El Iris Argentino. Después salieron El Fénix y La Abeja Mendocina, y en 1830 fueron publicados el Boletín del Ejército, El Nuevo Eco de los Andes y El Coracero, que era de tendencia unitaria y redactado todo en verso por Juan Gualberto Godoy. Ese fue el último que vio la luz en aquellos años.

Un apasionado por las noticias

Francisco de Borja Correas, nació en nuestra provincia el 10 de octubre de 1800. Fueron sus padres Juan de Dios Correas y María Eduarda Espíndola y sus primeros estudios los realizó en el colegio de la Santísima Trinidad. En el segundo año se destacó entre sus compañeros por su buen desempeño en las clases de Matemáticas, dictadas por el sabio francés Monseñor Lozier. A los 15 años, él y su hermano Hilarión ingresaron al colegio de Monserrat, en la Ciudad de Córdoba, establecimiento en el que estudiaron hasta 1817. De joven brilló en sus estudios universitarios. En 1821, abocado al estudio de la ciencia del Derecho, fue un alumno sobresaliente en la cátedra que estaba a cargo del doctor Juan Agustín Maza. Años más tarde, Francisco se trasladó a Córdoba animado por el interés de finalizar sus estudios, pero fue más fuerte su vocación por la carrera eclesiástica e ingresó al Seminario de esa provincia. Tiempo antes de consagrarse, viajó a Buenos Aires para continuar con sus estudios de Derecho. Pero en 1824 su padre, Juan de Dios Correas, asumió el cargo de gobernador de la provincia de Mendoza, situación que llevó a Francisco a decidir regresar a su ciudad natal para acompañarlo, abandonando nuevamente el cursado de su carrera. Integrante de una familia de destacados políticos, fue cuñado del general Juan Lavalle, casado con su hermana, Dolores Correas. Fueron sus conocimientos sobre leyes los que le permitieron a este brillante abogado mendocino ejercer como profesor de Derecho Civil y Criminal en el Colegio de Mendoza. Además de su pasión por el Derecho, desde muy joven Francisco se destacó en el periodismo. El primer periódico en el que participó Correas fue El Amigo del País, que salió a la calle el 19 de junio de 1824 y se imprimió en la imprenta de Escalante, publicación que circuló hasta el 2 de octubre de ese mismo año. Después colaboró con El Eco de los Andes, creado por Godoy acompañado por los periodistas José L. Calle y José María Salinas. Este semanario apareció el 23 de setiembre para cesar catorce meses más tarde, el 25 de diciembre de 1825. Constituyó una tribuna donde se publicaban ideas liberales y desapareció por razones políticas. Inmediatamente, Correas creó El Iris Argentino, que vio la luz el 25 de diciembre de 1826. También unitario, sus redactores fueron Juan Gualberto Godoy, Agustín Bardel y José L. Calle. El 4 de julio de 1827 se dejó de editar. Colaboró además con el El Huracán, un semanario burlesco cuyo director y redactor fue el dinámico Juan G. Godoy. Sobrevivió solamente un mes, dado que el gobierno persiguió a sus periodistas, especialmente a Correas y a Godoy, quienes debieron huir a Chile. Pero un año después, Correas regresó a su tierra natal y publicó La Abeja Mendocina, un pasquín semanal que se oponía a la política de Dorrego. En 1830 colaboró con el periódico El Nuevo Eco de los Andes, que apareció bajo la dirección del distinguido periodista José Luis Calle el 24 de mayo de 1830 y dejó de ser editado en agosto del mismo año.

El exilio en Chile

En 1830, Correas volvió a ser perseguido por sus opositores y se refugió otra vez en el país trasandino. Allí se radicó en región de Aconcagua y después en la ciudad de Valparaíso, donde formó parte de la redacción de El Mercurio bajo la dirección de los argentinos Bartolomé Mitre y Domingo Faustino Sarmiento. Años más tarde se trasladó a Copiapó y ocupó un cargo como administrador de una mina. Luego de la caída de Rosas regresó a nuestra provincia y fue electo senador nacional por Mendoza. Al finalizar su mandato representó al departamento de Belgrano –actual Godoy Cruz– como legislador provincial. Don Francisco de Borja Correas murió en Mendoza el 13 de julio de 1894.

(https://www.ciudadanodiario.com.ar/otro-punto-de-vista/francisco-correas-pionero-de-la-prensa-mendocina)


 

'Juega Bien'

La primera vez que experimenté la envidia fue a mis 6 años en la casa de un amigo, el muy desgraciado tenía una caja llena de bloques 'Lego'. Eso fue un ejemplo de mi posición en la escala social. Yo tenía 'Rasti' que no estaba nada mal, otros tenían 'Mis ladrillos' que era peor. Esa sensación de niño no se me borró nunca, y sobre ella se edificó la imagen de algo mágico, ideal, único y perfecto. Por ello me dio mucho placer conocer su historia y ver que la realidad estaba en línea con mi fantasía. El carpintero Ole Kirk Christiansen vendía muebles y sus réplicas en miniatura para casas de muñecas. Pero un día el fuego redujo la fabrica a cenizas, por suerte Christiansen era danés y testarudo, que no son sinónimos, pero casi. Cayendo en un clásico lugar común, lejos de quedar abatido, lo tomó como una oportunidad, decidió reconstruirla pero para fabricar juguetes. Eligió el nombre de una expresión danesa 'leg godt', que significa 'juega bien', las unió fonéticamente quedando 'LEGO'. En la Feria Internacional de Copenhague de 1946, queda maravillado con las posibilidades del plástico. Invirtió todo el dinero acumulado durante 20 años y re equipó su planta. Luego de 3 años de ingeniería y ensayos, salen a la venta los bloques de encastre fabricados en acetato de celulosa de variados y llamativos colores. El éxito internacional de sus bloques abrieron nuevos y más exigentes mercados. Las mejoras y novedades no cesaron, en 1954 su hijo Godtfred, tiene la idea de incluir en la caja los bloques para formar un juguete o figura determinada combinable con los tradicionales. El siguiente paso fue rediseñar el sistema de encastre que llega a rozar la perfección, la precisión y la calidad de las piezas hace que permanezcan inalterables hasta nuestros días. Un nuevo logro fue el desarrollo del "ABS" (acrilonitrilo butadieno estireno), material no tóxico que mantiene el color y la flexibilidad eternamente. La expansión incluyó las líneas 'Duplo' para niños menores de 3 años, 'Technic' para adultos y temáticas como 'star Wars' y 'Harry Potter'. La gracia y la magia de 'LEGO' se basa en que un bloque comprado hace 50 años tiene el mismo color y encastra perfectamente con uno actual. Ah, y que a los 50 años me pude comprar una caja. (Fuente: Pequeñas Piezas de la Historia. Por Gabriel Horacio Blasco Dantuono)

domingo, 4 de julio de 2021

Los Signos del Zodíaco. (1899) Por Mayol. Caras y Caretas



Elisa Beatriz Bachofen, primera mujer diplomada en ingeniería en el país y América del Sur por la Universidad de Buenos Aires. Feminista, socia fundadora de la Unión Feminista Nacional en 1918.



Construcción de la entrada principal de la Penitenciaria. Mendoza, 1906.



Festejos por el Centenario de la Revolución de Mayo de 1810. Ciudad de San Rafael. Provincia de Mendoza. (1910)

  Col. Juan Pi



Comiendo en la pizzería "Las cuartetas". Buenos Aires, 1958.



Cine La Bolsa: a 58 años de la desaparición de un ícono de la Ciudad de Mendoza

Por Carlos Campana

Quedó en la memoria de muchos mendocinos por sus características muy particulares y por ser el lugar preferido de estudiantes y empleados de comercio para “hacerse la rata”

La popular sala estaba ubicada en la calle Necochea, en la Ciudad.

Se cumplieron 55 años de la desaparición de uno de los cines más emblemáticos y populares que tuvo la ciudad de Mendoza. Se llamaba La Bolsa y muchos de los que hoy rondan los 70 deben tenerlo bien presente en su memoria. Era el lugar de las recordadas “sincola" de los alumnos del secundario del Colegio Nacional y de otros establecimientos de la zona, que bajo su techo cobijaba a los estudiantes que por distintos motivos evitaban concurrir a clases. En aquellos tiempos también era el lugar predilecto de muchos adultos que no tenían mucho que hacer de sus vidas, y ese sitio era el único contacto social que tenían. Otros, en cambio, buscaban a La Bolsa como el único lugar para descargar tensiones después de un día muy “ajetreado". El tiempo ha pasado y hoy aquella sala cinematográfica quedó en el anecdotario popular de los mendocinos.

La muerte del cíclope
En una fría mañana de fines de mayo de 1966, los mendocinos vieron con asombro cómo la piqueta del progreso daba muerte a un ícono, que durante muchos años había cobijado en sus entrañas a estudiantes, prestamistas, lustrabotas y canillitas. Un reconocido escritor que plasmó su crónica periodística en aquel año, lo llamó “el cíclope de la calle Necochea”. Al nombrar esta arteria se nos viene a la memoria aquel viejo cine llamado La Bolsa.
Un cine muy singular
No se sabe con exactitud el año de la construcción del cine La Bolsa. Para algunos memoriosos se remonta a 1927 en la segunda década del pasado siglo; otros, en cambio, afirman que fue a principios de 1930. Lo mismo pasa con sus propietarios, a lo que se alude que fueron los hermanos José y Segundo Antún –dueños de la mayoría de las salas cinematográficas de Mendoza- sus verdaderos propietarios. Aunque hasta ahora ese dato es un verdadero misterio. La sala estaba ubicaba en la calle Necochea 85 –donde hoy existe un edificio de varios pisos y un local de alimentos dietéticos– justo antes de llegar a la calle 9 de Julio, de Ciudad. En la actualidad esta zona es conocida por la gran concentración de bancos y entidades financieras, que siguen funcionando desde hace cien años, cuando al igual que hoy, se realizaban transacciones comerciales mucho antes que existiera la Bolsa de Comercio de Mendoza. Para los que no lo conocieron, la construcción del cine La Bolsa era simplemente un típico café de los años 30 y para acceder a él solo se contaba con una puerta principal. También había dos grandes ventanales provistos de una inmensa persiana metálica.
En la parte superior del frente había una inscripción pintada que decía “Bar, Bolsa, Café", y debajo coronaban la leyenda cuatro faroles antiguos. Junto a la puerta de entrada trabajó por muchos años un dicharachero lustrabotas, que llegaba todas las mañanas para ejecutar con maestría su tarea y dejar brillantes los zapatos de los transeúntes que caminaban por esa vereda, y también a los clientes fijos que antes de entrar al cine preferían estar bien arreglados. En la calle Necochea, además del cine y sus “cuevas financieras”, se podía escuchar los pregones de los vendedores de lotería que ofrecían sus billetes tratando de tentar a muchos con la esperanza de ser millonarios. El establecimiento cinematográfico no estaba solo, ya que tenía como vecinos a la casa de lotería La Baskonia y el extinguido café Jamaica, que era otro de los lugares de encuentro de prestamistas y usureros. Por supuesto, allí se realizaban las “transas” comerciales más oscuras que uno se podría imaginar.

¡Vamos a la bolsa!
El cine-bar La Bolsa conformaba una sala atípica de fines de los años 30 y fue la única que se conservó hasta los años 60, porque a diferencia del resto y más tradicionales, ofrecía un servicio de bar. Todas las mañanas abría sus puertas a las 10.30 y las cerraba a la medianoche en punto. Allí se podía tomar la tradicional en cerveza Cóndor, la recordada gaseosa Bidú o algún aperitivo, como el recordado Cynar con soda, acompañados de un sándwich de jamón y queso. Otra de las características más llamativas de esta sala cinematográfica era que, por lo general, las damas no concurrían a ver películas por proyectarse allí filmes “non sanctos" y también porque esto era mal visto por la sociedad de aquel tiempo. Era, por lo tanto, el reducto ideal para la “sincola" de gran parte del estudiantado local. Pero no solamente los alumnos se “hacían la rata" aquí, ya que también muchos de los empleados que trabajaban en el centro pegaban el faltazo para saborear una cerveza y ver una película.

 ¡Cuidado con las cabezas!
Después de pasar por el bar y sacar la entrada, los “sincoleados” se sentaban en las butacas para poder ver la película. Al comenzar la proyección toda la sala quedaba en silencio, pero con el transcurrir de los minutos comenzaban las travesuras. Una de las más comunes era la de gritar mientras se proyectaba el filme; otra era la de silbar o chiflar cuando alguna actriz mostraba sus atributos naturales; y cuando la película se ponía “muy pesada" lo habitual era tirar objetos contundentes a cuanta cabeza asomara de las filas de butacas. Una vez desaparecido, aquel cine dejó un recuerdo imborrable en gran parte de la población y hoy todavía persiste en la memoria de los mendocinos.(Fuente: https://www.ciudadanodiario.com.ar/cultura/cine-la-bolsa-a-55-anos-de-la-desaparicion-de-un-icono-de-mendoza) 

 



Calle Belgrano, Departamento de Tupungato (Noviembre de 1979) Mendoza.



💉 Campaña de vacunación en Clorinda. Formosa, 1947.



Publicidad Gráfica de FERNET BRANCA. (año 1914) Mendoza.



'Señoras y señores, con ustedes, el dinosaurio'

Hoy en día la mayoría de los mortales manejamos una cantidad inconmensurable de información que incluso para genios de los siglos pasados era desconocida. Pero a no confundirse, que mi cuñado sepa de la existencia del átomo, los microbios o la galaxia de Andrómeda, no significa que sea mas inteligente que Arquímedes. En el marco de esa injusticia del conocimiento, me resulta increíble pensar que Leonardo Da Vinci, Cristóbal Colón, Napoleón Bonaparte, Manuel Belgrano, George Washington, Wolfgang Amadeus Mozart y toda otra persona que haya muerto antes de 1824, desconociera la existencia de los dinosaurios. El responsable que los niños jueguen con tiranosaurios de plástico y que Steven Spielberg haya amasado una fortuna fue el geólogo Británico William Buckland, que paseando por una cantera de pizarra de Oxfordshire hizo el descubrimiento mas importante de la historia de la paleontología. Lo curioso de nuestro amigo Buckland, es que era un ferviente católico que abrazaba el creacionismo y defendía la existencia del diluvio universal, su pasión por la geología nace con la idea de confirmar científicamente los postulados de la iglesia. Su dualidad académico eclesiástica lo fue enfrentando al replanteo de sus creencias, así fue que elegantemente reinterpretó la palabra "Creación" como un proceso y no un hecho, por ello mientras el Corpus Christi College lo invitó a retirarse, la Royal Society lo invitaba a incorporarse. Obsesionado en descubrir como era la vida animal antidiluviana, cambió la geología por la paleontología, así fue que el 26 de octubre de 1824, descubre un gran diente y un trozo de maxilar. William no encontró animal alguno del que pudiera proceder ese fósil aunque estaba convencido que se trataba de un reptil, lo bautizó "Megalosaurus" (gran lagarto), cuando elaboró una proyección de su apariencia en vida el mundo quedó horrorizado. La Geological Society of London estaba tan desorientada que no sabía si echarlo o premiarlo, mientras lo debatían, el geólogo Gideon Mantell presenta un descubrimiento similar, el "Iguanodón", tema resuelto, Buckland presidente de la GSL. Estos descubrimientos dieron origen a una nueva rama de la paleontología, el biólogo Richard Owen acuñó la palabra dinosaurio (deinos: terrible, saurus: reptil), para infundir respeto y temor, nunca imaginó que 150 años después los niños amarían y jugarían con uno violeta llamado Barney. (Pequeñas Piezas de la historia por Gabriel Horacio Blasco Dantuono

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