El primer trabajo de Carlitos Balá como protagonista estelar de televisión fue en Canal 9, en 1963. El programa se llamóBalamicina y su libretista fue Gerardo Sofovich. Según contó el cómico, a él le gustaba trabajar al aire libre. Por eso, pasaba a buscar a Sofovich en su autito, llevaban dos reposeras más sándwiches yse instalaban en los bosques de Palermo a escribir las historias. Pero tenían una incompatibilidad: A Carlitos le gustaba el día para trabajar y a Gerardo, la noche. Continuaron trabajando juntos, pero los picnic en Palermo se suspendieron a las dos semanas. De todas maneras, Balamicina fue un éxito.
Más adelante, Canal 13 lo contrató para que hiciera El soldado Balá y después la misma emisora creó un nuevo programa a su medida: Balabasadas, que se estrenó en 1968. Su partenaire fue Carlos D’Agostino y el libretista, Juan Carlos Calabró. Las emisiones eran los martes a las 8:30 y arrancaba con una muy buena idea. Como Carlitos hacía diferentes personajes (un bombero, un médico, un mucamo, un futbolista), al comienzo se mostraba aBalabacín, un muñeco con el característico flequillo de Carlitos, que iba siendo vestido con el uniforme del personaje. Esto era acompañado de una canción sencilla. Y ocurrió algo que no estaba en los planes de nadie: los más chicos, en las casas, le tomaron cariño al cómico, a partir del muñequito y la canción. D’Agostino y Calabró lo advirtieron: Balá tenía que dedicarse a los más chiquitos. Muchos sabemos lo bien que lo hizo.
Ya casado con su atractiva novia, Martha Venturiello, solían pasar la temporada de verano en Mar del Plata, por placer y por trabajo. Tenían un departamento de un ambiente en el centro de la ciudad balnearia, en Colón y Olavarría. Solían ir a Las Toscas, una zona con poca playa, pero muy tranquila.
Martha y Carlitos creen recordar que fue en 1969, cuando se perfilaba como el preferido de los niños. Estaban en Las Toscas y el cómico disfrutaba mirando el mar acomodado en una clásica silla playera. Notó que un chico se acercaba caminando arrodillado en la arena. Entonces dijo, como para ser escuchado: “¡Qué lindo que está el mar!”. El niño se hizo el desentendido. Balá arremetió: “¡El mar! ¿Qué gusto tendrá el mar?”. El pequeño tampoco mostró una reacción. Carlitos no se dio por vencido y dijo: “El mar tiene gusto a sal. Pero, ¿qué gusto tendrá la sal?”. Ahí el chico reaccionó. Lo miró y le respondió: “¡Pero, Carlitos, qué gusto va a tener la sal! ¡Salada!”. Sin esperar respuesta, salió corriendo.
A Balá le causó tanta gracia la ocurrencia del niño, que decidió incorporarla a la nómina de sus geniales frases célebres.
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