El cuerpo de
Alberdi llegó a Tucumán por decisión de Menem para apoyar la candidatura de
Palito Ortega. Luego de la derrota fue olvidado.
Juan Bautista Alberdi falleció el jueves 19 de julio de 1884 a
las 11.30 de la mañana, en un hospicio de París. Sus amigos lo retiraron del
pequeño cuarto donde pasó sus últimos instantes.
Tres
días más tarde se lo embalsamó. Sus restos se depositaron en un nicho de
iglesia, para ser llevado el 18 de octubre al cementerio de Neuilly, aunque el
abogado había comprado previamente un sepulcro, con busto y lápida incluidos,
en el cementerio más importante de Francia: Père Lachaise. El lugar lleva este
nombre en homenaje al Padre (Père) La Chaise, confesor de Luis XIV, el rey Sol.
La tumba vacía del tucumano aún existe, se encuentra cercana a la de Edith
Piaff y en el mismo lugar están los restos de Balzac, Bizet, Bourdieu, María
Callas, Chopin, Comte, Delacroix, Molière, Oscar Wilde, Rossini y Jim Morrison,
entre otros, como los famosos amantes Abelardo y Eloísa.
Lo cierto es que, contrariando sus deseos en vida, Juan Bautista
no ocupó aquel espacio parisino jamás. En 1889 su cuerpo fue trasladado a
Argentina -a donde no deseaba regresar- y depositados en la bóveda de José F.
Ledesma mientras se erigía un mausoleo aprobado por el Congreso Nacional, en La
Recoleta. Alberdi ocuparía el mausoleo homenaje hasta 1991, cuando Carlos Menem
decidió trasladar sus restos para apoyar la candidatura de Ramón
"Palito" Ortega a la gobernación de la provincia.
El entonces presidente lo extirpó sin dar explicación alguna. El
hecho de que los papeles del traslado se hicieran muchos días después de
haberse concretado, dan muestra de aquella total carencia de sensatez, tan
característica del menemismo.
Pero
el desfalco institucional al buen gusto y la solemnidad no terminó allí. El
cuerpo del prócer llegó a Tucumán y cinco días antes de las elecciones se
realizó un fastuoso desfile para homenajearlo. "Una vez terminados los
actos -señala el historiador Eduardo Lazzari-, ganó el candidato oficialista.
Entonces, el ataúd de Alberdi fue olvidado en una oficina de la Casa de
Gobierno tucumana y comenzaron a apilar expedientes sobre él. Luego de diez
años y por la queja de un ministro de la Corte Provincial le hicieron el
catafalco actual". No dejamos de imaginar lo que hubiese escrito el Padre
de la Constitución al respecto.
En
su obra teatral "La Revolución de Mayo-Crónica dramática", Alberdi
pone en boca de Belgrano estas palabras ficticias: "Somos locos, porque
pensamos que hay una justicia eterna que es llamada a gobernar el mundo. (…
) Somos locos, porque pensamos que el reino de la razón ha de venir algún
día, porque no queremos creer que los tiranos, y la impostura y la infamia, han
de gobernar eternamente sobre la tierra (… ) yo me lleno de orgullo de
ser loco de ese modo. Yo me ennoblezco con la locura de creer como
creo".
Sin duda esa manía fue compartida por los grandes hombres
que, como Juan Bautista Alberdi, levantaron nuestro país sobre la nada misma.
Locos, sí. De los que no necesitaron de despojos humanos para montar farsas
populistas. De los que supieron amar a su Patria y -por eso- aún son
correspondidos.
https://losandes.com.ar/article/view?slug=menem-palito-y-el-ataud-de-alberdi-por-luciana-sabina
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