La construcción del acueducto se inició en 1804 y se terminó en 1810.
La obra fue monumental para la época, de 12 km de extensión, y fue posible, “debido al reinado de los borbones, que pertenecían al racionalismo y, por este motivo, eran capaces de impulsar tales trabajos”. Hasta ese entonces, los pobladores de la Mendoza antigua consumían el agua proveniente de las acequias, luego de un proceso de filtrado a través de rocas permeables.
Los restos encontrados en El Challao son una construcción de arcos de medio punto, que se levantaron para sortear los accidentes geograficos. Sobre las arcadas se asentaba un albañal, una especie de cañada rústica construída con ladrillos trabajados con bisel. Los arcos apoyaban sobre fundaciones de piedra.
Según se cree luego del gran terremoto de 1861 gran parte de esta obra quedo inutilizada. Fue el fin de las funciones del acueducto.
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