Los icónicos elementos que le dan personalidad a ese espacio verde provienen de una fundición ubicada en Glasgow, creada por un personaje que tiene una historia interesante.
En la entrada del Parque General José de San Martín, de la Ciudad, se encuentran unos portones que significan uno de los grandes íconos que tiene la provincia de Mendoza. Su historia es tan interesante, que como tal, contiene varios mitos y leyendas que se mezclaron con el imaginario popular pero la que poco se conoce es la historia de la empresa que los fundió.
El sueño de un gobernador
Se sabe que las piezas de los portones del Parque fueron adquiridas durante la segunda gobernación de Emilio Civit y con la mediación del destacado ingeniero mendocino Juan Molina Civit, el mismo que en 1904 realizó el pedestal y el ensamblado del Cristo Redentor. Los portones fueron adquiridos el 20 de mayo de 1908 en la ciudad de Glasgow, Escocia, Reino Unido, y embarcados en el puerto de Liverpool. Por esta compra el gobierno pagó $27.000 moneda nacional y otros $325 por el transporte y derechos de aduana. Además, se fijó un monto extra –que se desconoce– para que tuviera en la parte superior la imagen a escala de un cóndor. Las partes no están soldadas sino unidas con remaches. La estructura es de hierro forjado, algunos barrotes son de hierro común y los ornamentos de hierro fundido. El conjunto pesa unos 47 mil kilos y cada hoja de las puertas principales pesa 3 toneladas. Saliendo desde el puerto de Liverpool, las piezas fueron embaladas en 46 cajas y depositadas en la bodega del vapor Belgrano, y así llegaron al puerto de Buenos Aires para luego ser traídas en tren hacia Mendoza en seis vagones del entonces Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico.
Los portones llegan a destino
Se cree que los portones fueron colocados en agosto de 1908. En la actualidad son tres las hojas originales que se conservan, pero existieron dos hojas más pequeñas que, emulando el mismo estilo, habían sido colocadas a los costados para el acceso peatonal. Estas piezas, que permanecieron hasta la década de los 40 del siglo pasado, habían sido fabricadas en la provincia y no traídas del exterior. Esto se puede discernir al identificar los sellos grabados en el hierro: casi todo el portón está marcado por su origen de fabricación en Glasgow y dice W. MacFarlane Glasgow, mientras que en las hojas realizadas en nuestra provincia decía Sucesiones de C. Berri y Compañía.
En 1940, el arquitecto Daniel Ramos Correas realizó una serie de cambios en la proyección paisajística del Parque y se decidió que los portones se emplazaran en relación con el eje simétrico de la actual avenida Emilio Civit, para jerarquizar el acceso y que los portones lucieran un aspecto monumental. Fue así que las hojas peatonales del portón fueron removidas y retiradas junto con las balaustradas. En 1990, luego de casi 50 años sin restauración, el emblemático monumento fue intervenido para ponerlo en valor con el reemplazo de las farolas y la reparación de la estructura, fundiendo piezas ausentes. Cuatro años más tarde fue repintado con sus colores originales. El 11 de octubre 2013, tras una ceremonia, los portones fueron nuevamente restaurados y en 2020 se procedió a realizar una limpieza de ellos. Detrás de ellos existe un mito sobre que los portones habían sido en un principio encargados a la empresa escocesa MacFarlane & Co por el sultán turco Abdul-Hamid II, quien luego de sufrir una revolución en su país fue destronado, quedando así los portones sin dueño en aquel establecimiento metalúrgico, a los que el gobierno de la provincia de Mendoza accedió para su compra en 1908. Pero todo esto está lejos de la realidad y solo ha quedado como un mito.
El hombre que fundó un imperio
Se llamaba Walter MacFarlane, y era un escocés nacido en 1817 en la localidad de Torrance de Campsie, East Dunbartonshire. Desde muy joven trabajó para un joyero en Trongate, Glasgow, y posteriormente se unió como aprendiz de herrero a James Buchanan, taller que fue clave para su formación en este arte, adquiriendo una gran experiencia y desarrollando una destacada maestría. Posteriormente fue contratado como capataz de la fundición Cumberland de Moses, McCulloch & Co, Gallowgate, Glasgow, en donde permaneció trabajando diez años. Luego de renunciar a esa empresa, MacFarlane realizó su propio emprendimiento y en 1850 fundó junto a su cuñado Thomas Russell y su amigo y socio capitalista James Marshall, la Walter MacFarlane & Co. Al principio la empresa operó en las instalaciones de Saracen Lane, Gallowgate fabricando piezas de fundición de plomería, pero pronto la producción se convirtió en trabajos de hierro fundido ornamental y sanitario. En 1861 la compañía contaba con unos 120 operarios que se incrementaron durante varios años hasta contar con una fuerza laboral de 1.200 obreros. Un año después, los propietarios se mudaron a un nuevo local ubicado en la calle Washington Street, en la misma ciudad de Glasgow. Diez años después, la empresa había crecido de tal manera que tuvieron que establecerse en un sitio de 3 hectáreas en Saracen Foundry, en Possilpark, Glasgow. A los socios que tenía MacFarlane se unió en 1872 su sobrino, también llamado Walter (1853-1932), quien años después se incorporó definitivamente a la sociedad.
El incremento de trabajo hizo que la fundición se posicionara entre las mejores de su época diseñando impresionantes modelos que fueron comprados en todo el mundo. Para 1880, la empresa cambió su nombre por una sociedad de responsabilidad limitada y pasó a llamarse en algún momento después de 1880, Walter MacFarlane & Co Ltd. El creador de aquel pequeño emprendimiento se transformó en millonario fruto del gran esfuerzo y dedicación, transformándose en un poderoso hombre de negocios. En 1885, Walter MacFarlane, el creador de imperio de la herrería falleció a los 68 años de edad. A pesar de la muerte de su principal propietario, la familia siguió aumentando su capital y fue su sobrino Walter MacFarlane, quien ocupó la presidencia de la compañía hasta su eventual desaparición. Durante el siglo XIX y en los primeros años del siglo XX esta fundición exportó trabajos a todos los confines del imperio británico, en Gales, Inglaterra y fuera de Gran Bretaña, diseminados hacia la India, Tasmania, Fricksburg, Sudáfrica, Singapur, Penang, Malaysia y Chipre, hasta Fortaleza y San Pablo, en Brasil, y Rosario, llegando obviamente a Mendoza. La empresa tuvo grandes éxitos en la Exposición de Glasgow de 1901 y tuvo una reputación mundial por su trabajo de diseño.
Como dato de su importancia, en 1911 el rey Jorge V fue coronado emperador de la India en Delhi, en una sala de hierro fundido prefabricada, hecha por la destacada empresa. En 1965, con la muerte del último sucesor de los MacFarlane, llamado como su tío Walter, la empresa fue adquirida por Allied Founders, que a su vez fue absorbida por otra llamada Glynwed Ltd.
(https://www.ciudadanodiario.com.ar/cultura/macfarlane-el-escoces-que-fabrico-los-portones-del-parque-san-martin) Por Carlos Campana para Ciudadano Diario
No hay comentarios.:
Publicar un comentario