Bienvenidos al sitio con mayor cantidad de Fotos antiguas de la provincia de Mendoza, Argentina. (mendozantigua@gmail.com) Para las nuevas generaciones, no se olviden que para que Uds. vivan como viven y tengan lo que tienen, primero fue necesario que pase y exista lo que existió... que importante sería que lo comprendan
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viernes, 5 de agosto de 2016
jueves, 4 de agosto de 2016
Efemérides. 4 de agosto: Día Nacional del Panadero. El 4 de agosto de 1887 Enrique Malatesta creó el sindicato de panaderos. En 1957 el Congreso Nacional Argentino declaró esa fecha como el Día Nacional del Panadero.
El 4 de agosto se celebra en Argentina el Día Nacional del Panadero en homenaje a la creación del primer sindicato de panaderos del país, la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos, fundada el 18 de julio de 1887 en Buenos Aires. Este sindicato fue uno de los primeros movimientos obreros en Argentina y jugó un papel crucial en la mejora de las condiciones laborales de los panaderos, quienes enfrentaban largas jornadas de trabajo y bajos salarios. La fecha fue establecida oficialmente en 1957 por el Congreso Nacional para reconocer la importancia de estos trabajadores y su contribución a la sociedad. Además, los panaderos argentinos tienen una tradición única de nombrar sus productos de panadería con términos irónicos y críticos hacia la policía, el ejército y la iglesia, como “vigilantes”, “cañoncitos” y "sacramentos"
Efemérides. 4 de Agosto de 1850: Por un Decreto del Gobernador de Mendoza, Alejo Mallea se asigna el nombre de La Paz a la antigua Villa de Corocorto, con un extenso territorio de 14.000 km2, con el objeto de hacer de ese puesto de la frontera fuerte y capaz de resistir a los ataques de los indios.
miércoles, 3 de agosto de 2016
Efemérides. 3 de agosto de 1896 Nació en Buenos Aires el poeta y letrista argentino Celedonio Esteban Flores. Compositor de tangos como "Mano a mano", "Viejo smoking", "El bulín d la calle Ayacucho", y "Corrientes y Esmeralda". Murió el 28 de julio de 1947. Foto: bailando tango en el Teatro Victoria, 1905.
Te muestro lo que oculto: mujeres en encaje El cabello siempre ha estado relacionado con la sexualidad; el pelo suelto es un importante indicador erótico. De ahí que las mujeres cubrieran su cabeza y sus hombros. Pero aquel encaje que se utilizaba para tapar y ocultarse de Dios y de los hombres también tuvo, y tiene, distintos significados sexuales.
El cabello velado, oculto
debajo de una mantilla, de un pañuelo, de una prenda de encaje ha sido una de
las constantes de la vestimenta femenina. Los más diversos tocados, extraños
sombreros y tupidos velos también sirvieron a lo largo de la historia para ocultar
las melenas de las mujeres. Desde siempre el cabello ha estado relacionado con
la sexualidad; el pelo expuesto, suelto, desmelenado es un importante indicador
erótico. De ahí que hasta no hace tanto tiempo, era corriente y normal
que las jóvenes llevaran el cabello suelto como símbolo de disponibilidad sexual;
una vez que se casaban, debían llevarlo recogido en un moño o rodete, y al
llegar a la edad adulta, viudez incluida, debían cortárselo sobre la nuca. Uno
de los regalos más preciados que podía hacer una doncella a su pretendiente era
obsequiarle un precioso guardapelo con un rizo de cabello atado con una cinta. Sea
para evitar las tentaciones propuestas por la desmelenada Eva, para no
enloquecer de amor como Calisto por Melibea en La Celestina, o para combatir el
capricho de la tricofilia (fetichismo por el cabello a partir del cual se
alcanza la excitación sexual), las mujeres han debido siempre tapar su cabeza y
sus hombros con distintos atuendos por mandato masculino.
Uno de los usos más
extendidos, y aún vigente, es la mantilla. Ésta es una variante del velo, del
rebozo y del popular manto que desde antiguo usaban las mujeres para acudir a
las celebraciones religiosas y para mostrarse en público. Esta vestimenta
adquirió, a lo largo de los siglos, caracteres propios en cada región,
ajustándose a las condiciones climáticas, sociales y económicas de las ciudades
y los pueblos. Así, en las zonas de bajas temperaturas, las mantillas tenían
por finalidad el abrigo y se confeccionaban con diferentes tipos de materiales,
desde cueros bien curtidos hasta paños, que iban desde el terciopelo y la seda
al algodón más burdo; en las zonas más cálidas, los tejidos eran más suaves y
ligeros en procura de una prenda más ornamental y lujosa.
Entre los encajes destacaron
los de bolillos, como el Blonda, que se elabora con dos tipos de seda y se
caracteriza por los motivos grandes de tipo floral; el chal francés de
Chantilly que tiene diseños de carácter vegetal y es más etéreo; y los bordados
en tul. Hacia el siglo XVIII se popularizó el uso de las mantillas de encaje
tanto entre las damas de alta condición social como en las cortesanas y en las
villanas, las mujeres del pueblo, que aprovechan los bailes y las ferias para
lucir este atuendo, preferiblemente blanco. En el siglo XIX este textil desplazó
a las mantillas de paño y seda en el arte del tocado y era una prenda
imprescindible para salir a pasear por las tardes.
Poco a poco, jóvencitas y
señoras se fueron despojando de este atavío tan frágil, puesto que la
delicadeza del encaje les imponía un cuidado especial y resultaba francamente
incómodo para bailar y divertirse. Las mujeres siguieron utilizando pequeñas
mantillas hasta bien entrado el siglo XX para ir a misa, conocidas por toquitas
y de media luna. El velo de las monjas, el velo de comunión y el velo de novia
son reminiscencias de aquellos primitivos mantos, cuyo uso fue quedando
relegado a ciertas conmemoraciones y actos específicos, como la Semana Santa en
países de profunda tradición católica, sólo que el color obligatorio para este
vestido es el negro.
Pero como las mujeres saben
perfectamente cómo invertir los signos, aquel encaje que se utilizaba para
tapar y ocultarse de Dios y de los hombres, desde hace un par de décadas se usa
para insinuar y mostrar. Las prendas de encaje se han convertido en uno de los
tejidos más sexys y femeninos del mercado: todo el guardarropa puede ser
confeccionado siguiendo los pasos del viejo bolillo y es el arma mortal,
indiscutible de la lencería que tiene como único objetivo incrementar las
tentaciones que inventa la desmelenada Eva y enloquecer de pasión a todos los
Calistos del mundo.
Fuente: http://www.mdzol.com/nota/378404
martes, 2 de agosto de 2016
Noé Trauman fue el capo mafia de la Zwi Midgal, era ingeniero químico y anarquista, pensaba financiar a los ácratas con las ganancias de la prostitución, hasta puso una fábrica clandestina de explosivos en Mendoza.
El personaje fue quien inspió a Roberto Arlt en la novela Los siete locos, y para crear al personaje de Heffner "el rufián melancólico" se entrevistó una docena de veces con Trauman en la confitería Las Violetas.
Como puede verse en la foto, el señor no era muy agraciado, por eso llama la atención que cuando se hizo la película Heffner fue interpretado por Sergio Renán, que siempre estaba elegantísimo e impecablemente vestido de blanco, son licencias que se toman los directores de cine.
por Carlos Skovgaard
lunes, 1 de agosto de 2016
Médicas contra guerra y marea Genoveva Villanueva y Rosa Pavlovsky, trabajadoras de la salud en el siglo XIX, sufrieron el peso de la sociedad machista. Igualmente, salvaron cientos de vidas. Mendoza
A pesar de vivir en una sociedad machista, existían algunas que aspiraban a tener esa profesión; este fue el caso de Genoveva Villanueva y de Rosa Pavlovsky quienes con su vocación de servicio salvaron ciento de vidas tanto en el campo de batalla como en el contexto de las epidemias.
Genoveva en batalla
Genoveva Villanueva nació el 3 de enero de 1814, hija de José Villanueva y Josefa Godoy.
En 1842, durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, el entonces gobernador de Mendoza, José Alda, obligó a los ciudadanos ponerse en los vestidos o chaquetas una divisa punzó, símbolo del federalismo.
Ante esta orden, la joven Genoveva se negó hacerlo y fue apresada y humillada por el jefe de policía Montero al pasearla atada por la fuerza sobre un burro con un moño de trapo rojo, a modo de divisa punzó que le había sido adherido en su cabeza con brea caliente.
Pero en un gesto de rebeldía, arrancó sus cabellos y el moño con brea, poniendo la divisa federal en su pie.
Este vergonzoso acto, produjo en la población un gran descontento contra el gobernador y en repudio se cerraron las ventanas, puertas y nadie salió a las calles por varios días.
Pero no solamente esta humillación tuvo que soportar Genoveva, también, por su condición de mujer, se le prohibió ir a la universidad.
Aunque no le impidió estudiar medicina, de una forma ingeniosa, a través de su hermano Francisco que era médico.
Ejerció su profesión con heroísmo. Puso su tesón en juego en más de una oportunidad y en 1874, cuando se produjo una revolución en contra del gobierno nacional por el general José Miguel Arredondo, en la localidad de Santa Rosa, leal a las huestes nacionales conducidas por el general Julio Argentino Roca, Genoveva Villanueva estableció un hospital para los heridos y prestó servicio como enfermera voluntaria.
Salvó cientos de vida, muchas de ellas en total estado de abandono sanitario.
Aquella infatigable luchadora falleció el 22 de mayo de 1890 a los 76 años de edad. Después de su muerte, por intermedio de Isaac Godoy, donó un edificio con más de mil metros de terreno en la calle 9 de julio entre Unión -hoy Peatonal Sarmiento- y general Espejo para la Sociedad de San Vicente de Paul.
De Rusia con amor
Rosa Pavlovsky nació en Tangarow, Rusia, en 1863, era hija de judíos rusos. Durante su infancia su familia se trasladó a Francia.
El gobierno argentino encabezado por el presidente Julio A. Roca convenció al hermano mayor de Rosa, el ingeniero agrónomo Aarón Pavlovsky, para radicarse en la Argentina, donde como experto en vitivinicultura podía ser de gran utilidad. Al llegar partió a nuestra provincia.
Se trasladaron años después a Buenos Aires, cuando Rosa ya había obtenido el diploma de enfermera y había cursado dos años de la carrera de Medicina en París. Se radicó en la Capital Federal y ejerció como enfermera.
En diciembre de 1886, se produjo en la provincia una epidemia de cólera. Durante los primeros días causó la muerte de un centenar de personas.
Confirmado el peor de los diagnósticos, el gobierno provincial tomó todas las medidas sanitarias y se creó una comisión para erradicar este flagelo. La situación se tornó insostenible por la cantidad de víctimas, que superaron 4.000 personas.
A tal emergencia acudieron cientos de médicos y enfermeros, muchos de Buenos Aires. Entre ellos, la enfermera Rosa Pavlovsky. Al poco tiempo, de su llegada a Mendoza, el entonces gobernador Rufino Ortega le pidió que se hiciese cargo del Lazarillo, donde se producían hasta 250 muertes diarias.
La practicante rusa, trabajó incansablemente en el cuidado de los enfermos de cólera, dando muestras de su entrega.
En poco tiempo ganó fama por su profesionalidad y dedicación. Vivía en aislamiento junto a los pacientes, muchos de ellos moribundos.
En 1887, regresó a Buenos Aires con la determinación de continuar los estudios de medicina. Al llegar a la Capital Federal, solicitó la aplicación del régimen de equivalencias para seguir la carrera en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.
Lamentablemente, la solicitud le fue negada, por lo que Rosa viajó a París para terminar sus estudios, donde en 1891 obtuvo su título de médica y resolvió retornar a la Argentina. Dos años después, la Universidad de Buenos Aires revalidó su título, tras lo cual se dedicó a la pediatría, tanto en forma particular como en los consultorios del Hospital Francés, en la ciudad metropolitana.
Rosa llegó a convertirse en jefa de Pediatría, y fue condecorada por el gobierno francés con la Legión de Honor por los grandes servicios prestados en la epidemia de cólera en nuestra provincia.
Falleció el 18 de setiembre de 1936 en Buenos Aires, a los 74 años.
Fuente: http://www.losandes.com.ar/article/medicas-contra-guerra-y-marea
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