domingo, 8 de febrero de 2015

Subida Washington, camino viejo a Santiago en 1903 Valparaiso (Chile)


Fuente: Valparaiso Nostálgico.
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10204920195078358&set=a.1015957532932.3066.1644909302&type=1&theater



En la Antigua Roma, cuando alguien estornudaba, se respondía: "¡Júpiter!"


Daniel Balmaceda

Los héroes de la revolución en Mendoza del 3 de Febrero de 1905

En la noche del 3 de febrero de aquel año, estalló en Mendoza el alzamiento contra el presidente Quintana. Hubo enfrentamientos sangrientos que dejaron cantidad de muertos y heridos. Los voluntarios fueron protagonistas.

Bajo Cuartel. La Cruz Roja asistió a los heridos de ambos bandos.

El 14 de febrero de 1905 se produjo en Mendoza -y en varias provincias de nuestro país- un alzamiento contra el presidente Manuel de la Quintana. Fue organizado por la Unión Cívica Radical, apoyado por un sector del ejército argentino y dirigido por Hipólito Yrigoyen, quien buscaba destituir al gobierno nacional tras el fraude electoral. El objetivo principal era el voto libre y universal.
En Mendoza, su líder fue el doctor José Néstor Lencinas quien, luego de varias horas de lucha, resultó el vencedor de esa jornada. 
Pero, al margen de aquellos sangrientos episodios, un grupo de hombres y mujeres, cobijados bajo la bandera de la Cruz Roja, arriesgaron sus vidas para socorrer, entre balas y explosiones, a cientos de heridos, sin distinción de bandos. Muchos de estos altruistas no eran médicos sino conocidos abogados, contadores, docentes y comerciantes de aquella época.
Madrugada sangrienta
En la noche del 3 de febrero, los revolucionarios, al mando de Lencinas, se prepararon para planificar el ataque en diferentes puntos estratégicos de la ciudad: el cuartel de Policía, la Casa de Gobierno y el cuartel militar de infantería que se encontraba frente a la plaza San Martín.
Mientras la mayoría de los habitantes dormía, a las 3 de la mañana, los revolucionarios iniciaron las acciones en las desoladas calles principales. Algunos grupos de artillería e infantería se sublevaron a favor de los revolucionarios que, dirigidos por sus oficiales, se apoderaron de la policía y del arsenal de guerra existente en esta ciudad. 
Al amanecer, civiles armados con fusiles Máuser y cartucheras recorrían las calles más céntricas. Se distinguían portando boinas de color blanco y, en el ojal del saco, una escarapela con los colores blanco, verde y rosado. Estos ciudadanos invitaban al pueblo a incorporarse a esta revolución, entregándoles armas y municiones. Una vez tomado el Arsenal y el batallón de Artillería, los amotinados atacaron la Casa de Gobierno y apresaron al gobernador. 
Después de una sangrienta lucha, que se prolongó por varias horas, cayó en poder de los sediciosos el cuartel del Regimiento 2 de Cazadores, ubicado en las calles 9 de Julio y Necochea, actual sucursal del Banco de la Nación.
La plaza San Martín fue el epicentro de la lucha en toda la ciudad. 
Soldados de la Cruz Roja
A las pocas horas, el presidente de la Cruz Roja local, el doctor Pedro N. Lobos Amigorena, convocó a todos los voluntarios de esa institución, quienes se reunieron en avenida San Martín y Lavalle. Inmediatamente se estableció un hospital de sangre en la imprenta del diario “El Comercio” en calle Lavalle. Allí se encontraba la señorita Amalia Fuentes quien atendía a los heridos que llegaban desde la plaza San Martín.
En un sector del predio, en medio de un tiroteo, un grupo de socorristas encabezados por Emilio Zara y José Marzari, auxiliaron a las víctimas que cayeron heridas tras una balacera que venía desde la basílica de San Francisco.
Cuando la lucha entre los revolucionarios y las fuerzas leales cesó, muchos curiosos se congregaron en la plaza. Un adolescente se puso a jugar con una pieza de artillería abandonada por el ejército. El joven accionó el disparador accidentalmente y una bala explotó entre el público e hizo estragos entre los presentes, matando e hiriendo a más de 20 personas. De inmediato, los miembros de la Cruz Roja llegaron para asistirlos; entre los muertos y heridos se encontraban mujeres y niños, los que fueron trasladados al hospital provincial. 
Otro de los puntos más álgidos de combate fue la Casa de Gobierno y el cuartel de Policía, ubicados en calle Rivadavia y Patricias Mendocinas. Allí, miembros de esa institución dieron los primeros auxilios a los heridos de ambos bandos que cayeron en las refriegas. Las víctimas fueron trasladadas en carruajes que se improvisaron como ambulancias.
Los revolucionarios habían triunfado en Mendoza pero se enteraron de que en Buenos Aires la revuelta había fracasado.
El 6 de febrero, al enterarse que tropas de Córdoba venían a sofocar la revuelta, el líder revolucionario José Néstor Lencinas entregó el mando y partió rumbo a Chile. El orden se restableció, pero la revolución de esos días dejó un saldo de más de 100 muertos y 200 heridos entre militares y civiles.
Voluntarios con nombres 
Aquellos días de lucha revolucionaria, 29 miembros de la Cruz Roja mendocina arriesgaron sus vidas para salvar a cientos de personas voluntariamente.
Entre ellos se encontraban Pedro Lobos Amigorena, José Marzari, Emilio Zara, Alejandro Castillo, Moisés del Campo, José Ruiz Huidobro, el destacado médico Lucio Funes, Tomás Godoy, Julio Palmeiro, Manuel Molina, Miguel de los Ríos, Federico Corbin, Jorge Calle, Dante Rossi, Francisco Borremans, Augusto Candiotti, Emilio Day, Lázaro Gallano, Evaristo Arnut, Héctor Mackern, Vicente Villegas, Pedro Ortiz, Domingo Villar, Enrique Day, Augusto Rafaelli, Martín Laredo, Jovino Alvarado, Amalia Fuentes y Fermín Rodríguez.
Éste es un reconocimiento a aquellos voluntarios por sus heroicos servicios prestados en aquella jornada.

Fuente: http://www.losandes.com.ar/article/los-heroes-de-la-revolucion-de-1905



En el s.XVI se llamaba garrafales a las cerezas de enorme tamaño. De ahí llamamos "error garrafal" a un error exorbitante.


Fuente: https://www.facebook.com/daniel balmaceda

jueves, 5 de febrero de 2015

¿De quién es el Lago del Parque general San Martín de Mendoza?

Marcelo Padilla abre la polémica en torno a los usos de zonas de Mendoza. En este caso, el Lago del Parque General San Martín.
La columna de Padilla: ¿de quién es el Lago del Parque?
Marcelo Padilla
 Todos sabemos que el calor de los veranos en Mendoza es insoportable. Todos lo padecemos. Digo todos porque me resulta más fácil generalizar que ponerme a diseccionar. Y cuando digo todos (ustedes saben lo englobante del término) digo “todos”, ahora, con entrecomillado. Algunos menos. Y la gran mayoría es ese “todos” al que me refiero. “Nosotros”, “todos” somos los que tenemos que soportarlo mucho más. No digo “el pueblo” porque seguro se molestarán por el uso del término anacrónico, según algunos. Aunque a decir verdad, “nosotros”, la mayoría, al pertenecer a ese “todos”, pertenecemos al pueblo.
1937. Se inaugura el balneario Playas Serranas.
Mendoza, “la suicita” argentina, tiene el histórico obstáculo del uso del agua. Desierto conquistado, tierra crujiente. Un orgullo para los mendocinos. Son motivo de orgullo: la vitivinicultura, la montaña, los ríos, los lagos, los árboles, el Parque General San Martín, y su lago. Ahora el Dique Potrerillos. Estas imágenes vendrían a constituir parte del reservorio de la identidad de Mendoza. Un patrimonio “común” que se inscribe en todos los discursos de todos los gobiernos y de todos los empresarios. Para asegurar la eficacia simbólica de esos discursos están la escuela y los medios de comunicación. Luego la gente los asume y los hace circular. Así funciona la ideología, con ese mecanismo particularísimo que hace pasar como de“interés general” cuestiones que responden a “intereses particulares”.
Pero el mecanismo particular de construcción ideológica no termina ni descansa ahí. Debemos admitir que, entre medio, en los pliegues mismos del discurso, en las propias instituciones que lo hacen circular y en la propia gente que los asume, hay quiebres, contradicciones. Miradas y símbolos en pugna. Usos sociales enfrentados. La lucha por la apropiación de los símbolos y su efectivo uso también forma parte del proceso ideológico hegemónico. Esto podría extenderse como marco de análisis a innumerables fenómenos sociales y culturales. Pero lo que ocupa el interés de esta nota es uno particular que a la vez es general. Que involucra al “todos” de los discursos.
Y empezamos con una pregunta que puede resultar banal, para “algunos”. ¿De quién es el Lago del Parque? Una primera respuesta automática podría decir: “de todos”. Así en seco. En parte es verdad (cierto) porque quienes administran estatalmente el rubro “parques y zoológico” pertenecen a la administración del estado, y, como reza la vulgata “el estado somos todos”. Pero en la práctica, en el uso social concreto, para el caso que ocupa esta nota, el Lago del Parque no es de todos. Se lo puede mirar, rodear, o tomar fotografías. Circundar en un trote, caminando o en bicicleta. Pero de “todos” (y ahora espero se entienda porqué tanto rodeo al principio con el término “todos”) no lo es. Es de todos en el plano simbólico de los discursos. Vayamos a un ejemplo: cuando un turista nos dice “ustedes que tienen una provincia tan hermosa, tan limpia, ordenada, ustedes que tienen ese parque y ese lago, etc.” Ahí se refuerza el efecto ideológico, cuando nos devuelve la mirada el otro (como una cinta transportadora) cumpliendo el ciclo de la circulación del producto ideológico que va y viene.
En otros tiempos, a principios del siglo XX, el Lago del Parque era un natatorio para las clases populares. Las Playas Serranas fueron pensadas para eso. Un espacio de recreación para ese “todos” de los discursos. La gente se bañaba allí. Sitio cercano a las barriadas, las familias podíanpasar tardes enteras jugando y refrescándose. Con el tiempo los sectores populares se empoderaron de los espacios (políticos y culturales) y ejercieron su ocupación. Igual que ahora la gente lo hace con el Río Mendoza, cubriendo de sillas, quitasoles, parrillas y heladeritas sus márgenes. Igual en la montaña. Es que los usos sociales son los que definen ese “todos”, no los discursos. La apropiación por el uso. La ocupación del espacio. En todo caso es allí donde se genera un “nuevo discurso social de ocupación”.

Hoy los pobres también viven en countries cerrados. En barrios con alambrados imaginarios. Por desplazamiento de la especie hacia los márgenes. Guetos pobres y guetos ricos. La privatización constante del espacio público montada al discurso sobre la inseguridad hace que los pobres, la mayoría social, no puedan acceder al uso de ese “todos”. Hoy todo es inseguro: el parque, las plazas, las calles de la ciudad, la montaña, los paseos. Y en estos sitios de “todos”, los pobres son los sospechosos de siempre.
El Lago del Parque se supone es público. Pero al ser regenteada la zona por el Club Regatas, es como si fuera privado. Así funciona el capitalismo de los talentosos. Como es público hay que cuidarlo de los depredadores. Entonces solo pueden tocar el agua los botes de ese club con sus remeros. Los custodios de lo público resultaron en definitiva privados.
Vuelvo, ¿de quién es el Lago del Parque entonces?
Fuentehttp://www.mdzol.com/opinion/586431-columna-de-padilla-de-quien-es-el-lago-del-parque/

Una carrera de amputados (año 1918)


Nueva York 

El trago del verano en la BsAs colonial era el sorbete: limón, naranja, sidra, ananá, ibaporú y otras frutas.


Daniel Balmaceda

Portones de ingreso al Parque General San Martín. Aún estaban los portones laterales, hoy desaparecidos (año 1920) Mendoza.


William Harley y Arthur Davidson, 1914 - Los fundadores de Harley Davidson


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