miércoles, 1 de marzo de 2017

Edificio del destacamento Policial del Barrio La Estanzuela, ubicado hacia el Oeste del departamento de Godoy Cruz ( año 1993) Mendoza


EL gobernador que le gustaban los museos Juan Cornelio Moyano dio nombre al museo que hoy funciona en el parque General San Martín. Como él hubiese querido...

A Juan Cornelio Moyano se lo reconoce generalmente por el nombre de un museo que actualmente existe en el Parque General San Martín. Sin embargo este gran mendocino tuvo una activa actuación como hacedor de la educación y de la cultura durante su gestión como primer mandatario constitucional desde 1856 a 1859. 
Nació en Mendoza el 15 de setiembre de 1798 y fue bautizado al día siguiente como Juan Cornelio de los Dolores. Fueron sus padres, Antonio Moyano y Juana Videla.
Estudió en Córdoba y se recibió de abogado. También fue militar; participó en varias contiendas entre unitarios y federales. Se casó en 1823 con Leonor Quintana.
Luego incursionó en la política y a pesar que se alejó de ella por varios años, reapareció en 1847 como ministro secretario del gobernador Alejo Mallea.
Moyano fue enjuiciado y condenado a muerte por haber ordenado el fusilamiento de un detenido seguidor de Rosas. Se refugió en Chile, en donde vivió hasta 1852 y regresó a Mendoza en ese año.
En 1856, tras la renuncia de Pedro Pascual Segura, asumió como gobernador interino de la Provincia.
En el contexto de la primera presidencia constitucional desempeñada por el general Justo José de Urquiza, y con el trasfondo de la escisión nacional, la lucha entre Buenos Aires y la Confederación y los sucesos de San Juan, transcurrió el primer gobierno constitucional de Mendoza.
El 22 de febrero de 1856 asumió, en forma interina, Juan Cornelio Moyano, en reemplazo de Pedro Pascual Segura. Dos días después fueron elegidos los integrantes de la Cámara Legislativa y el 20 de abril Moyano fue designado gobernador constitucional.
Una de las preocupaciones que distinguieron a este gobierno fue la referida a la educación. La provincia en 1856 contaba con doce establecimientos primarios.
El gobierno decretó la instalación de otros en los cuerpos de milicias de la Capital y departamentos de campaña, como asimismo en las cárceles públicas.
En el aspecto político administrativo, fueron creados los departamentos de Guaymallén y Maipú, y dividido el territorio de San Carlos en los departamentos de Tunuyán -con cabecera en la villa de San Carlos- y Tupungato, con cabecera en La Arboleda. También fue creado el departamento de Junín, separando parte del territorio de San Martín.
Este gobernador fue un gran entusiasta de las ciencias naturales a las que apoyó incansablemente. Gran ilustrado de estos temas, dictó un decreto que estableció por primera vez en Cuyo, un Museo de Historia Natural que pasó a estar -según la resolución rubricada el 9 de marzo de 1858- a la Dirección de la Biblioteca Pública.
Este museo incluyó muestras de minerales, vegetales, y animales disecados.
De ese proyecto lo único que se conoce es su existencia, no descartándose que, de haber funcionado, las colecciones se habrían perdido por el terremoto de 1861.
En 1911, se creó el Museo General Regional y su primer director fue Carlos Read cuyo sueldo dependía de la Dirección General de Escuelas, que luego se lo denominó "Juan Cornelio Moyano".
El gobernador Moyano concluía su mandato constitucional el 20 de abril de 1859. Pero la Legislatura entendió que debían tenerse en cuenta los días correspondientes a su interinato y, por consiguiente, comunicó al primer mandatario que su período gubernativo terminaba el 23 de febrero.
Como respuesta, Moyano suspendió a los legisladores. Se convocó a elecciones de nuevos representantes y resultaron triunfantes los partidarios del gobernador. Entonces el bando opositor pidió la intervención nacional.
El 25 de marzo de ese mismo año Moyano falleció en la ciudad. La intervención no se hizo y el poder recaló en la Legislatura.
 Fuente: http://www.losandes.com.ar/article/el-gobernador-que-le-gustaban-los-museos

Cruce de los Andes. San Martín solicita se repongan los sables que quedaron inutilizados tras la Batalla de Chacabuco. Santiago de Chile, 25 de febrero de 1817.


Transcripción:
Excmo. Sr.
Más de la mitad de los sables que del Ejército traía el Regimiento de Granaderos a Caballo se han quebrado en las acciones de Chacabuco, y demás anteriores, efecto seguramente de su mala calidad. Para reemplazar esta falta es de urgentísima necesidad que V.E. se sirva remitirme por lo menos cuatrocientos por la posta con la mayor posible brevedad. 
Dios guíe a V.E. m.a.
Teniente General en Chile, febrero 25 de 1817.
José de San Martín

Efemérides. 1 de marzo de 1879: Se publica "La Vuelta de Martín Fierro", la segunda parte del poema gauchesco de José Hernández.


Efemérides. 1 de marzo: Día del Trabajador Ferroviario, fecha elegida en conmemoración al día que Juan Perón nacionalizó los ferrocarriles en 1948. Video: Modernización del transporte urbano. 1948



Presidente Marcelo T. de Alvear filmando en Mar del Plata 1927.



Fuente: AGN

123 Aniversario de la Batalla de Chacabuco. Imagen en el Paso de los Puntanos. Departamento de Tunuyán. (año 1940) Mendoza

Al pié del cerrillo, del que parte del camino que conduce al Portillo. fué tomada esta imagen en el Paso de los Puntanos, situado en el Valle de el Manzano, lugar donde se conmemoró el 123 aniversario de la Batalla de Chacabuco. 
Vemos en ella al Gobenador de Mendoza; Dr. Corominas Segura, el Comandante del Segundo Ejército, General Reynolds; el Jefe de la Policía Sr. Arlosa; El Presidente de la Comisión Iniciadora de los festejos, Dr. Scarabelli; acompañados de sus respectivas esposas, y otras damas y funcionarios.

Efemérides. 1 de Marzo de 1914. Muere Jorge Newbery

Fallece a los 38 años el aviador y deportista Jorge Alejandro Newbery. Crea el Aero Club Argentino, llegó a ser funcionario público de Buenos Aires a comienzos del siglo XX, desempeñando el cargo de Director General de Instalaciones Eléctricas, Mecánicas y Alumbrado.

El 1° de Marzo de 1914, estando en la estancia Los Tamarindos, en lo que hoy sería El Plumerillo en Mendoza, se disponía a estudiar como iba a ser el primer cruce de la Coordillera de Los Andes en avión, proeza que el mismo realizaría en el próximo mes de Abril.

Como había dejado su propio avión en la ciudad de Buenos Aires, Teodoro Fels, hombre cercano a Jorge Newbery le presta su monoplano Morane Saulnier, que al parecer tenía alguna maña o inconveniente con el ala y éste omitió avisarle a Newbery.

Hacia apenas pasadas las 18:30, luego de hacer algunas acrobacias, el pionero Argentino acompañado por Benjamin Jiménez Lastra se precipita a tierra y fallece al instante, sobreviviendo su compañero quedando con heridas graves.

Así nos deja un vasto legado a la Aeronáutica Militar Argentina y es en este día que se conmemora el Día del Transporte.


Avenida Quintana. Barrio Norte de Buenos Aires. (año 1910)


Fiesta Provincial de la Vendimia del año 1937. Mendoza, Argentina



Nieve en Washington, DC. Enero de 1922


Orden y prosperidad. Esa era la propuesta de los demócratas nacionales para las elecciones de diputados de 1942

Sin embargo, los sectores populares daban otra interpretación a sus intenciones. La sigla de este partido, PDN, era la base de un chiste que circulaba por toda Argentina: PDN, Pobre de Nosotros. 

Ford Sierra Habano (los 80)



martes, 28 de febrero de 2017

Pullman construído totalmente en los talleres Cassano. (calle Barcala 243 de la Ciudad de Mendoza). Este transporte realizaba la travesía San Rafael - Mendoza. (año 1936)


Radio aficionado de Bernal, provincia de Buenos Aires, 1924.



Fuente: AGN

El Rosedal del Parque General San Martín (año 1950) Mendoza


En el año 1928, se inician las obras de prolongación de de la calle Mitre, mas allá de calle Godoy Cruz. Ciudad Capital de Mendoza. Foto: Calle Mitre en el año 1910


Mendoza y las fiestas de antaño Los mendocinos festejaban el Carnaval con mucho jolgorio y chayas, daban rienda suelta a su alegría durante varios días arrojándose agua o harina, asistiendo a bodegones y ramadas improvisadas en las plazas, en las que no faltaban la música, el baile, los juegos ni el alcohol.

Esta nena tan linda es mi mamá, Nelly, disfrazada de bailarina rusa, de arlequina y de rumbera durante los años ´40. (Foto MDZ / Archivo)

Crónica de diario El Comercio del 26 de febrero de 1903 que da cuenta de la petición de Eugenio Caprioglio para realizar un baile de máscaras en el teatro San Martín.


“Hoy comamos y bebamos y cantemos y folguemos que mañana ayunaremos”, repite el popular villancico del poeta español Juan del Encina. Tal fue su trascendencia que atravesó los siglos, los mares y los continentes para llegar en la voz de los inmigrantes a la Mendoza colonial en los días de carnaval.

Y es que el carnaval (del latín carnelevare, quitar la carne) está asociado al comienzo del ayuno de Cuaresma. Aunque con el paso del tiempo se unificó un heterogéneo conjunto de formas de celebrar el carnaval, los elementos más representativos de esta fiesta popular llegaron a la cultura argentina a través de juegos, disfraces y máscaras, entre otros.

Fiesta pagana por excelencia, en su tradición medieval, las clases populares, los villanos, se permitían satirizar a las autoridades religiosas y cuestionar la jerarquía social existente en una abierta crítica política y social. Al mismo tiempo, se conquistaba por unos días un espacio de libertad individual y colectiva. 

Aunque sus raíces son netamente europeas en nuestra cultura, criollización mediante, el carnaval aparece regulado, controlado, permitido pero a la vez sujeto a las pautas sociales del momento. Los festejos eran vigilados por la autoridad pública, limitados a lugares o zonas específicas de la ciudad donde se prohibían las vulgaridades y cualquier tipo de licencia.

Ilustración de El Comercio que muestra
las cómodas chayas de las señoritas desde
el balcón.

Mendoza, la de dos caras

En Mendoza las noticias sobre los festejos de carnaval son casi nulas hasta 1870, aunque se sabe que se festejaba con mucho jolgorio y chayas. El pueblo daba rienda suelta a su alegría durante varios días seguidos arrojándose agua o harina, asistiendo a bodegones y ramadas improvisadas en las plazas, en las que no faltaban la música, el baile, los juegos ni el alcohol. 

Todo ello, sumado a la excitación de la fiesta promovía el desenfreno de los asistentes que llegaban en su algarabía a alterar el orden público de una sociedad conservadora como la mendocina, donde las festividades religiosas católicas eran las actividades sociales más congregantes.

De ahí que desde las páginas de El Constitucional, uno de los diarios más antiguos de Mendoza, se promoviera la organización de bailes de máscaras y corsos por considerarlos más civilizados que las “carnavalescas” y desafiantes manifestaciones del pueblo. 

Los mendocinos adinerados de finales del siglo XIX se mostraban reacios a organizar y asistir durante los días de carnaval al baile de enmascarados, aunque se realizara en el teatro San Martín. Pero lentamente esta tradición, adoptada por la influencia de otras ciudades más ilustradas, se fue difundiendo en la sociedad mendocina, en especial la costumbre de disfrazarse. 

“Hemos sido agradablemente sorprendidos en las noches del carnaval por un grupo de mascaritas que a uso de nuestra capital, Buenos Aires, visitaban a sus amigos y amigas”, escribe en El Constitucional un periodista en febrero de 1873.

Generalmente eran los elegantes jóvenes de sociedad quienes protagonizaban estas diversiones a través de la organización de bailes y paseos de carrozas.
Ideas de elaborados disfraces de carnaval en el diario El Comercio.

Serpentina, pomos y papel picado

Hacia las primeras décadas del siglo XX, el carnaval y sus rituales estaban completamente instalados en el calendario anual de las modestas ciudades mendocinas. La serpentina, el papel picado, los pomos, los “globitos para agua”, las máscaras y los disfraces eran las armas con que  los vecinos salían a las calles todavía de tierra a pasearse, a coquetear, a jugar a ser otro.

Bajo la apariencia de un borracho o de un torero, de una gitana o de una princesa, los mendocinos se permitían durante esos días desafiar el orden conservador a través de la risa, de lo grotesco, lo ridículo o lo bello. Como en muchas ciudades argentinas no había diferencias sociales y si las había durante estos días y en estas fiestas no existían a simple vista pues el carnaval era una fiesta comunitaria que no creaba lazos especiales entre los miembros y los participantes.

Jóvenes señoritas vestidas con sus mejores galas desde sus balcones o carruajes arrojaban serpentinas a los transeúntes, galanes que usaban gomina lanzaban respetuosas pero atrevidas palabras a las damas y provocadores piropos burlescos, se organizaban “asaltos” a una casa de familia y proliferaban los bailes improvisados, la fiesta anual en el club o en el teatro era muy concurrida donde antifaces de raso apenas escondían los rostros conocidos de chicos y chicas casaderas bajo la atenta mirada de las madres.

Una crónica del diario El Comercio de febrero de 1903 da cuenta de los avatares del baile de disfraces de ese año, repasa la ambientación, la música que interpretó la orquesta, destaca las rápidas notas de las polcas y mazurcas,  “los acordes de un voluptuoso vals”, distingue entre “torbellino de la danza”, con nombre y apellido, a las señoritas con los mejores disfraces y enumera, una por una, a todas las jóvenes que concurrieron al baile de carnaval. 

Las comparsas y los desfiles se hicieron habituales en las calles mendocinas durante las décadas del ´30 y ´40 y la nueva inmigración europea aportó nuevos instrumentos musicales, carros fileteados y la elección de una Reina del Carnaval.

Te conozco, mascarita

La costumbre de disfrazarse enraizó en los hábitos mendocinos en ocasión de esta fiesta y grandes y niños se vestían con las más inesperadas ropas para encarnar durante unos días a personajes insólitos o simplemente, distintos de ellos mismos. 

El disfraz de carnaval se elegía y pensaba con tanta anterioridad como para encargar trajes especiales a las modistas del barrio, que a toda velocidad confeccionaban arlequines, pierrots, bailarinas, odaliscas, reyes, reinas, indios, cazadores, cosacos, payasos, faraones, brujas, piratas, marineros, rumberas, tirolesas, japonesas y hadas, entre muchos otros.

Las familias que no podían pagar los servicios de las siempre hábiles y cómplices modistas, recurrían al ingenio y a los viejos trapos y prendas domésticas. Con imaginación y pedaleando una máquina de coser, las señoras fabricaban singulares disfraces de borrachos, canillitas, lecheros, muertos vivientes, curas, presos o maquinistas, y quemaban muchos corchos para pintar bigotes y barbas en las caras de sus maridos e hijos.

En el caso de las hijas, achicaban, adaptaban y remozaban cuanta ropa de mujer encontraban en sus cajones con brillitos, encajes y tules para confeccionar disfraces de gitanas, mazamorreras, damas antiguas, princesas, floristas, turistas o enfermeras.

Luego, todos disfrazados, salían a la calle y concurrían a un estudio fotográfico para que la fantasía se perpetuara en una imagen que los haría sonreír durante años. Luego llegó la fatídica dictadura de 1976 que directamente abolió los feriados de los carnavales con la ley 21.329 produciendo un quiebre en la práctica popular de esta tradición y haciendo que esta fiesta, eminentemente callejera, enmudeciera. Hasta hoy. Las guerras de agua y de las otras


En los años ´60 y ´70 las batallas de agua entre vecinos dominaban todos los barrios de Mendoza en los días de carnaval. Sin disfraces, con ropa “para ensuciarse” y bien pertrechados, sin distinción de edades ni de sexos, los mendocinos se “mataban” a baldazos.

Munidos de baldes, mangueras o fuentones, chicos y grandes armaban estrategias para esconderse y atacar a los desprevenidos que pasaban por la vereda; las bombitas (a las que se le agregaba pimienta para que doloriera más o témpera de colores para manchar la ropa) eran lanzadas como granadas contra el inocente objetivo y entre corridas y resbalones, gritos y risas, lágrimas de indignación y carcajadas triunfales, el jolgorio general contagiaba hasta al vecino o vecina más hostil.

Una de las variantes es que la traición entre los integrantes de un mismo bando era válida, por lo que generalmente en estas guerras de agua no había ni vencedores ni vencidos porque todos los vecinos, todas las familias terminaban empapadas.
Luego llegó la fatídica dictadura de 1976 que directamente abolió los feriados de los carnavales con la ley 21.329 produciendo un quiebre en la práctica popular de esta tradición y haciendo que esta fiesta, eminentemente callejera, enmudeciera. Hasta hoy. 

Fuente: 
http://www.mdzol.com/nota/274443-mendoza-y-las-fiestas-de-antano/















Efemérides. 28 de febrero de 1875: Muere en París, Mercedes de San Martín y Escalada de Balcarce, la hija única del general José de San Martín y de María de los Remedios de Escalada. Nació en Mendoza el 23 de agosto de 1816. Foto: Daguerrotipo de Mercedes San Martín de Balcarce, hija del prócer, s/f.


Diario La Argentina 6 de octubre de 1906.



Daniel Balmaceda
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