En 1820 gran parte de nuestro país estaba en bancarrota. Buenos
Aires no era la excepción. Las familias principales de la ciudad -como los
Escalada- se habían dedicado hasta entonces al comercio, pero la Revolución
abrió las puertas a los ingleses, quienes los desplazaron en meses. Muchos
debieron reinventarse y encontraron en la ganadería un nuevo rumbo. Nació así
la oligarquía terrateniente bonaerense, que tuvo al país en sus manos durante
muchos períodos, comenzando por el de Rosas. Así, la estirpe rural quedó
conformada por apellidos como Anchorena, Álzaga, Lezica, Riglos, Santa Coloma,
Sáenz Valiente, Unzué y Aguirre.
Muchos
de estos terratenientes se vieron beneficiados por la la polémica Ley de
Enfiteusis, promulgada por el gobierno de Bernardino Rivadavia. La Enfiteusis
era una forma de contrato -muy utilizado en la Antigua Roma y de popularidad
medieval- que consistía en alquilar terrenos a perpetuidad o por un número
determinado de años. La ley tuvo varias falencias. Establecía, por ejemplo, que
los vecinos debían tasar el valor de las tierras cuando alguno de ellos deseara
ocuparlas. Así, ya sea por presión, corrupción o amistad, las tasaciones eran
bajísimas e irrisorias y el Estado resultó constantemente defraudado. Entre los
más beneficiados encontramos a un acérrimo enemigo político de Rivadavia:
Manuel Dorrego, que obtuvo nueve leguas. Así, las tierras fueron concentrándose
en pocas manos. Durante el gobierno de Rosas, sus amigos y parientes resultaron
ser los más beneficiados.
Con
respecto al Restaurador, en un principio amasó una inmensa fortuna apelando a
su capacidad. Siendo muy joven discutió con sus padres y decidió comenzar casi
desde cero. Gracias al empeño y la elección de buenos socios, como Juan Terrero
y Luis Dorrego (hermano de Manuel), se construyó a sí mismo tejiendo poderío
económico.
Un
gran aliado de Rosas, Facundo Quiroga, manejó La Rioja como quiso, mientras sus
arcas engordaban. Su máscara “salvaje” cae un poco cuando advertimos que fue un
notorio empresario. Por ejemplo, fundó una compañía minera, otra para acuñar
monedas y obtuvo de Catamarca la concesión sobre los yacimientos mineros
provinciales. Gozaba además de un monopolio ganadero. Quiroga fue prestamista,
tanto de particulares como de provincias. Poseía el dinero suficiente como para
dar préstamos al Estado. Según el testamento que dejó, su fortuna alcanzaría
hoy más de 100 millones de pesos, tanto que su hija pudo comprarse una
isla.
Conocida
es la gran fortuna de Urquiza, gracias a la cual pudo darse lujos como el de
poseer la primera conexión de agua corriente del país. Si bien llegó al poder
siendo ya un gran terrateniente de Entre Ríos, al morir era dueño de la mayoría
de las tierras y fábricas de su provincia. Al morir poseía numerosas haciendas
que comprendían un total de 923.125 hectáreas, a esto se debe sumar -siguiendo
a Beatriz Bosch- una gran cantidad de pequeñas chacras y quintas, además de
numerosas propiedades urbanas en no sólo Entre Ríos, también en Santa Fe,
Córdoba y Buenos Aires.
Otro
habitante ilustre en las memorias del estratega cordobés es el General San
Martín. Podemos definir como inestable a la economía del Gran Capitán. Llegó a
padecer penurias, pero estuvo lejos de morir en la pobreza. Básicamente, su
suerte mejoró al convertirse en albacea testamentario de Alejandro Aguado, uno
de los hombres de mayor fortuna en Europa. Si bien este fallece en 1835
dejándole una considerable suma al prócer, muchos estudiosos coinciden en que
actuó, al menos desde 1833, como benefactor. Simultáneamente, San Martín
comenzó a percibir pensiones que los gobiernos americanos le debían. Entre 1834
y 1835, Don José, adquirió dos propiedades, una de estas sumamente lujosa.
En
uno de aquellos hogares visitó Sarmiento a San Martín en los años 40 del siglo
XIX.
Al morir, Sarmiento dejó muy poco a sus deudos en materia económica, entre las
pertenencias un inmueble comprado hacia el final su vida -actualmente Casa de
San Juan en Buenos Aires- y otro en Paraguay, cuyo terreno le fue donado por el
gobierno de aquel país.
https://losandes.com.ar/article/view?slug=dinero-heroico-las-fortunas-de-los-proceres-por-luciana-sabina
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