Mendoza a través de los años sufrió muchos cataclismos. Tal vez se cree que los terremotos que se mantienen en la memoria colectiva, con gran cantidad de víctimas fatales, fueron los más destructivos. Por ejemplo el ocurrido el 20 de marzo de 1861, que destruyó virtualmente la vieja ciudad matando a más de 5.000 personas, puede considerarse el peor de todos.
Pero hay que tener en cuenta, otros cataclismos como las epidemias y los aluviones.
Estos últimos, con feroces correntadas que bajaban de las serranías, dejaban aisladas distintas zonas de la provincia, descargando toda su furia sobre las cabezas de los pobladores, dejando un luctuoso saldo de muertos y heridos.
El ocurrido los primeros días de enero de 1895, fue uno de esos devastadores aluviones, el turbión, arrastró todo lo que encontró en su camino muriendo mucha gente, en su mayoría niños de corta edad.
Los cadáveres encontrados fueron conducidos a la morgue judicial, ubicada en el viejo hospital San Antonio, donde los parientes tenían la ingrata tarea de reconocerlos y darle cristiana sepultura.
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