Con motivo de otras notas les contábamos que ni gastaran energías en buscar una imagen del calendario Maya en internet. Al introducir el texto 'Calendario Maya', su PC se inundaría de imágenes de una piedra circular repleta de jeroglíficos. Esa imagen pertenece en realidad al calendario Azteca. Bueno calendario no tanto, parecido. No es que en él podrían saber cuando caen los fines de semana largos, es un poco más complicado. Primero aclaremos que estamos hablando de la 'Piedra del sol', una de las piezas más valiosas de la era precolombina mesoamericana. Para los que no han tenido la dicha de verla, aclaremos que mas que una piedra, es una piedrota, mide casi 4 metros de diámetro y pesa 24 toneladas. Cuando decimos que es un poco mas complicado que un calendario es porque como si se tratara de un único lienzo, en ella, los Aztecas quisieron contarnos todo lo que sabían o creían sobre el universo. En el centro está el rostro del dios solar Tonatiuh, que parece que nos saca la lengua pero en realidad esta mordiendo un un cuchillo sacrificatorio. Lo rodean cuatro cuadros que se refieren a las eras de la creación de la tierra previas al sol. El jaguar, el viento, el fuego y el agua. Las duraciones de estas eras fueron 676, 364 o 312 años, todos múltiplos de 52 años, lo que duraba un siglo Azteca. ¿Me van siguiendo?. El primer anillo consolidado está formado por veinte figuras que constituyen los días de cada uno de los 18 meses del año solar. Ustedes dirán, pero faltan 5 días, sí, pero los usaban antes de fin de año para oraciones en general y arrepentimientos en particular. El segundo anillo tiene los puntos cardinales y varias secciones con los 5 días de la semana. Del tercer y cuarto anillo ya hay mas especulaciones que certezas. En ellos hay dos serpientes con cuerpos formados por llamas con la apariencia de los dioses Xiuhtecuhtli y Tonatiuh, la fecha de creación del sol del centro y ocho constelaciones del firmamento. Este disco esta tallado en una piedra volcánica cuya cantera se encuentra a 22 kilómetros de su implantación original, el centro de Tenochtitlan. Confeccionada a mediados del siglo XIII pasó 250 años bastante tranquilos hasta que llegaron los españoles. Fue extraída del templo mayor quedando durante décadas al aire libre hasta que el Alonso de Montúfar ordenó que fuera enterrada por ser un símbolo pagano. Descansó bajo tierra otros 250 años hasta que en 1790 durante obras de alcantarillado en la entonces Plaza Mayor se tropezaron con ella. Conscientes de la importancia histórica la colocaron en la base de una de las torres de la catedral Metropolitana. Pero quedó tan a la vista que durante la ocupación estadounidense la usaban de tiro al blanco. Como la parte mas dañada fue la cara del centro, se nota que los soldados eran unos salames pero con buena puntería. En 1964 con mucho cuidado y paciencia, fue trasladada al Museo de Antropología e Historia donde le deseamos que encuentre el merecido descanso.
(Pequeñas Piezas de la historia por Gabriel Horacio Blasco Dantuono)
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