jueves, 16 de marzo de 2023

No surca río. (Por Norma Pinto Chales) Cuiden a sus viejos, el tiempo pasa y el cofre del tesoro esta frente a ustedes.


Los ancianos del pueblo, anfitriones de la antesala de nuestro futuro, suelen estar en sus puertas o veredas con el mate y una sonrisa notable. Tal vez acompaña un bollito de pan, una tortita, unas galletitas, o cualquier panificado que se pueda morder para hacer el mate un desayuno o media tarde servil. Las arrugas son las grietas del tiempo, que el sol y el frío fueron forjando con poca misericordia. Las viejas, también compañeras del viaje hacia el ocaso del viejo, donde ser longevo es opción para pocos, tienen sus manos gastadas del amasado del pan, de la cosecha de uva, del tratamiento del ajo, de la limpieza diaria y del cuidado de los hijos. Esos ancianos tienen una mirada que al parecer son como una proyección de la película de su vida. Los viejos vuelven sus corazones mas tiernos y saben de la tranquilidad que conlleva haber hecho las cosas con esfuerzo, pero bien de la valía de no depender de nadie. Ya no están esos lugares donde solían comprar o beber un vaso de vino, como la cantina de Don Sisti, o la carnicería de Don Coticcelli. Desaparecieron las bicicleterías de Marquesini y Brandi. Se acabo el sueño de ir a ver Boca o River en el Hugo González.  La vida es así. Un montón de experiencias y aventuras que se van con uno como lágrimas en la lluvia.  ( para mis nonos que ame y amaré por siempre )

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