Latinoamérica es un territorio muy rico en expresiones de la fe popular. En estas tierras donde el catolicismo "sentó reales", la gente ha multiplicado sus manifestaciones de fe, tanto que se puede reconocer su riqueza recorriendo caminos, rutas y senderos donde se encuentran las "ermitas", que jalonan el itinerario de las "rogativas" a sus vírgenes y santos oficiales tanto como a sus "santitos de canonizaciones populares". En nuestro país se enseñorea como el culto popular más extendido el de la "Difunta Correa", esa mujer a quien se venera por sus virtudes de esposa y madre sacrificada. También aparecen otros cultos no tan extendidos pero de gran importancia para las comunidades de sus devotos y promesantes. Se reconoce en la religión una dualidad formal, es decir, dos formas de expresión que no se excluyen sino que se complementan. Una, la oficial, reconocida como religión, que establece el marco referencial de nuestras acciones a través del dogma, de sus rituales y de su liturgia. La otra, la religiosidad popular, constituye la expresión cotidiana y concreta, tal como lo dice el doctor Daniel Santamaría "es el conjunto de experiencias, actitudes y comportamientos simbólicos que demuestran la existencia de un imaginario social que incluye lo sobrenatural en la realidad cotidiana". En esta segunda manera de ser de la religión podemos reconocer su factura colectiva, su construcción social donde participan todos los sectores, sus sujetos y sus códigos simbólicos dando marco a su fe y a su moral. "Es lo que urge o permanece en el pueblo de forma más o menos al margen de lo institucional y oficial...las expresiones religiosas que son propias de la masa de la población en cuanto distinta de las minorías más cultivadas cultural o religiosamente", esta es la definición del Concilio Vaticano II y aunque no acordamos en su última parte, podemos sí adherir al resto. En ella se delimitan dos cosas: la expresión religiosa del pueblo y el sujeto social que lo conforma. La religiosidad popular es la manifestación propia del pueblo que siente y se expresa a través de la fe, recreando la forma oficial de la expresión, dándole su particular sello, vistiéndola con su idiosincrasia. Así, cualquier culto tiene su propia religiosidad popular y, además, con toda la variabilidad que las regiones, los tiempos y los colectivos van construyendo. Es tan relevante el tema en cuanto sostén de nuestros pueblos que ha llevado a formular categorías para su comprensión. Si bien hay varias maneras de hacerlo, seguimos, en general, la forma del doctor Daniel Santamaría, quien clasifica siete grandes grupos: el catolicismo popular, denominaciones protestantes, denominaciones neocristianas, cultos populares, grupos religiosos de inspiración filosófica o esotérica, grupos religiosos afroamericanos y religiosidad aborigen. De ellos, los que nos importan aquí son los "cultos populares" porque nos permiten conocer el significado de las creencias populares y su sentido en la vida de la comunidad y al mismo tiempo conocer su origen y su dinámica interna. (por Edmundo Jorge Delgado, Ramón Mercado y Olga Rodríguez. Todo es Historia 2004)
Bienvenidos al sitio con mayor cantidad de Fotos antiguas de la provincia de Mendoza, Argentina. (mendozantigua@gmail.com) Para las nuevas generaciones, no se olviden que para que Uds. vivan como viven y tengan lo que tienen, primero fue necesario que pase y exista lo que existió... que importante sería que lo comprendan
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sábado, 22 de abril de 2023
La sepultura de Olegario Álvarez, conocido popularmente como Gaucho Lega, uno de los Cultos Tradicionales de Corrientes.
Latinoamérica es un territorio muy rico en expresiones de la fe popular. En estas tierras donde el catolicismo "sentó reales", la gente ha multiplicado sus manifestaciones de fe, tanto que se puede reconocer su riqueza recorriendo caminos, rutas y senderos donde se encuentran las "ermitas", que jalonan el itinerario de las "rogativas" a sus vírgenes y santos oficiales tanto como a sus "santitos de canonizaciones populares". En nuestro país se enseñorea como el culto popular más extendido el de la "Difunta Correa", esa mujer a quien se venera por sus virtudes de esposa y madre sacrificada. También aparecen otros cultos no tan extendidos pero de gran importancia para las comunidades de sus devotos y promesantes. Se reconoce en la religión una dualidad formal, es decir, dos formas de expresión que no se excluyen sino que se complementan. Una, la oficial, reconocida como religión, que establece el marco referencial de nuestras acciones a través del dogma, de sus rituales y de su liturgia. La otra, la religiosidad popular, constituye la expresión cotidiana y concreta, tal como lo dice el doctor Daniel Santamaría "es el conjunto de experiencias, actitudes y comportamientos simbólicos que demuestran la existencia de un imaginario social que incluye lo sobrenatural en la realidad cotidiana". En esta segunda manera de ser de la religión podemos reconocer su factura colectiva, su construcción social donde participan todos los sectores, sus sujetos y sus códigos simbólicos dando marco a su fe y a su moral. "Es lo que urge o permanece en el pueblo de forma más o menos al margen de lo institucional y oficial...las expresiones religiosas que son propias de la masa de la población en cuanto distinta de las minorías más cultivadas cultural o religiosamente", esta es la definición del Concilio Vaticano II y aunque no acordamos en su última parte, podemos sí adherir al resto. En ella se delimitan dos cosas: la expresión religiosa del pueblo y el sujeto social que lo conforma. La religiosidad popular es la manifestación propia del pueblo que siente y se expresa a través de la fe, recreando la forma oficial de la expresión, dándole su particular sello, vistiéndola con su idiosincrasia. Así, cualquier culto tiene su propia religiosidad popular y, además, con toda la variabilidad que las regiones, los tiempos y los colectivos van construyendo. Es tan relevante el tema en cuanto sostén de nuestros pueblos que ha llevado a formular categorías para su comprensión. Si bien hay varias maneras de hacerlo, seguimos, en general, la forma del doctor Daniel Santamaría, quien clasifica siete grandes grupos: el catolicismo popular, denominaciones protestantes, denominaciones neocristianas, cultos populares, grupos religiosos de inspiración filosófica o esotérica, grupos religiosos afroamericanos y religiosidad aborigen. De ellos, los que nos importan aquí son los "cultos populares" porque nos permiten conocer el significado de las creencias populares y su sentido en la vida de la comunidad y al mismo tiempo conocer su origen y su dinámica interna. (por Edmundo Jorge Delgado, Ramón Mercado y Olga Rodríguez. Todo es Historia 2004)
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