sábado, 22 de abril de 2023

La playa de Mar del Plata en la década de 1950. Todavía la moda femenina imponía la gorra de baño, descartada definitivamente pocos años después.


Audaces o pacatas, moralistas o desvergonzadas, las modas y costumbres de los argentinos en los balnearios fueron evolucionando conforme lo hacía la sociedad y sus valores. Desde los primeros baños nocturnos en el río, pasando por las mujeres de la elite que se atrevieron a desnudar sus tobillos a orillas del mar, hasta las innovadoras bikinis de los años '60, siempre han existido formas muy distintas de disfrutar el verano. Corría el año 1900. Despuntaba el siglo, y Buenos Aires comenzaba a ver al río como un lugar de recreación. A fines de 1918 la inauguración del Balneario Municipal de Costanera Sur, permitió a pobres y ricos disfrutar del río, hasta entonces oculto a los ojos de los porteños. La iniciativa había tenido su origen un año y medio antes, cuando aún no existían rastros de contaminación y el panorama de la ribera estaba oculto por altos yuyales. Fue por inspiración del entonces Diputado Nacional doctor Tomás Le Breton, durante la intendencia de Joaquín Llambías, que se propuso construir playas y otras instalaciones complementarias en los terrenos baldíos que daban al río, en la prolongación de las calles Belgrano y Estados Unidos. Con el decidido empeño del ingeniero Juan Quartino, secretario de obras públicas de la Municipalidad, se comenzó a trabajar sin interrupción para finalizar las obras lo antes posible. Hasta los años 60 el Balneario Municipal fue una auténtica atracción popular, convirtiéndose en la gran piscina de la ciu dad. Algunos minutos en tranvía, más tarde en colectivo, y el aire de la costa, en un predio de 56.000 metros cuadrados pesquisados, estaba al alcance de no menos de cincuenta mil personas que se congregaban durante primavera, verano y otoño. (por Andrea Orozco y Valeria Dávila)



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