lunes, 17 de junio de 2024

Portada de los primeros "Estatutos y Ordenanzas" aprobados por el Rey para la ciudad de Buenos Aires (1695)


Muere Mendoza: Don Pedro de Mendoza partió junto con Ayolas al nuevo fuerte denominado Corpus Christi, situado en las márgenes del río Coronda, y dejó en Buenos Aires una reducida guarnición. Al arribar a destino dispuso el traslado de la población cinco leguas más al sur, y le dió el nombre de Nuestra Señora de la Buena Esperanza. Luego ordenó a Ayolas que remontase el Paraná y buscase el camino que conducía a las tierras del oro y la plata que no había podido hallar Caboto. Una vez que su subordinado se puso en marcha el Adelantado regresó a Buenos Aires. Se encontraba muy enfermo (padecía de sífilis) y estaba totalmente desanimado. Resolvió entonces retornar a España designando como Teniente Gobernador a Ayolas y.. en su ausencia, entregó el gobierno de Buenos Aires a Francisco Ruiz Galán. En su carta a Ayolas, Mendoza le rogaba que velase por sus intereses señalándole en una dramática frase final: "No tengo que comer en España. y toda mi esperanza es en Dios y en Vos. Os dejo por hijo y con cargo tan honrado, que no me olvidéis pues me voy con seis o siete llagas, cuatro en la cabeza y una en cada pierna y otra en la mano, que no me deja escribir ni aún firmar." Mendoza zarpó de Buenos Aires en abril de 1537, dejando en la ciudad apenas 100 hombres. No tuvo, empero, la felicidad de volver a ver a su patria, ya que antes de llegar a las islas Azores falleció a bordo de la carabela "Magdalena" en que viajaba, y su cuerpo fue arrojado al mar. La suerte de Ayolas no fue mejor. Acompañado por el Capitán Domingo Martinez de Irala remontó el río Paraguay, fundó en sus orillas el reducto de Candelaria y, dejando allí a Irala con algunos hombres, emprendió la marcha hacia el noroeste junto con 130 soldados en busca de las legendarias tierras del "Rey Blanco" o "Sierra de la Plata". Después de muchos padecimientos logró arribar a las estribaciones andinas donde, a pesar de la hostilidad de los indígenas, consiguió adueñarse de grandes cantidades de oro y plata "en planchas y en brazaletes y coronas y vasijas pequeñas". Cargado en esos tesoros retornó a Candelaria donde, para su infortunio, comprobó que Irala había partido. Intentó proseguir la marcha pero, poco después, fue ultimado con todos sus compañeros en una emboscada que le tendieron los indígenas. (Del Libro Buenos Aires 4 Siglos. Ricardo Luis Molinari)


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