miércoles, 17 de diciembre de 2025

Motín en Mendoza: prisioneros españoles se rebelaron contra el maltrato en obras públicas (1818) - Imagen Ilustrativa


En diciembre de 1818, se produjo un motín en Mendoza protagonizado por ochenta prisioneros de guerra españoles que trabajaban en la construcción de un canal de irrigación, ubicado a dos leguas de la ciudad. Los detenidos se rebelaron en protesta por el trato cruel e inhumano que recibían por parte del director de las obras, el señor Herrera, quien había sido denunciado por su brutalidad sistemática hacia los subordinados. Los insurrectos fueron reducidos y castigados con azotes, pero según la prensa local de la época, el castigo no resolvió el conflicto. El periódico advirtió que este episodio se sumaba a otros similares, evidenciando un creciente malestar entre los condenados a trabajos forzados en obras estatales, en contraste con quienes habían sido entregados a particulares. La denuncia pública señaló que Herrera contaba con el respaldo de las autoridades, lo que dificultaba cualquier sanción. Sin embargo, se instó a que se llamara la atención sobre sus abusos, para evitar que se repitieran y derivaran en desgracias irreparables. Este motín reflejó las tensiones sociales y laborales que atravesaban la región en plena etapa de organización republicana, cuando la infraestructura pública se construía muchas veces sobre la explotación de prisioneros y mano de obra forzada. En el contexto de las guerras de independencia, muchos prisioneros realistas fueron destinados a trabajos forzados en obras públicas. Mendoza, en ese período, impulsaba canales de riego para expandir la producción agrícola en el oasis norte. Las denuncias sobre abusos en obras estatales fueron frecuentes en la prensa local entre 1815 y 1820. #Motín1818 #MendozaHistórica #ObrasPúblicas #CanalDeRiego #MemoriaCuyana #PrisionerosDeGuerra #17Diciembre #mendozantigua 

“Entre San Juan y Mendoza: el modismo que nació del vino y se convirtió en cultura” (Imagen Ilustrativa)


El dicho “estar entre San Juan y Mendoza” se usó como eufemismo para referirse a alguien que estaba borracho, inspirado en la histórica fama vitivinícola de ambas provincias cuyanas. La expresión “estar entre San Juan y Mendoza” se empleó en la Argentina como un modismo popular para señalar que una persona se encontraba bajo los efectos del alcohol, ya fuera “machada”, “curada”, “ebria” o “achumada”, según las variantes regionales. Las provincias de San Juan y Mendoza, desde tiempos antiguos, gozaron de prestigio por su abundante producción de vinos, lo que dio origen a la frase. El estado de embriaguez resultaba tan común y natural en estas tierras, gracias a la exuberancia de sus viñedos y a las condiciones favorables de sus suelos, que el dicho se difundió rápidamente en todo el país. Este modismo fue uno de los más reconocidos en el habla popular argentina, reflejando cómo la cultura vitivinícola cuyana impregnó el lenguaje cotidiano. Mendoza, considerada la capital del vino argentino, y San Juan, con su fuerte tradición en la producción de uvas y vinos, consolidaron esta fama que trascendió fronteras. Incluso en el siglo XX, la frase se mantuvo viva en el imaginario colectivo, reforzada por la expansión de la industria vitivinícola y por la identidad cultural de Cuyo como tierra del vino. #EntreSanJuanYMendoza #ModismoArgentino #CulturaDelVino #HistoriaPopular #LenguaViva #Cuyo #mendozantigua 

martes, 16 de diciembre de 2025

Mendoza en 1815: oasis cuyano y cuna del espíritu sanmartiniano. (Imagen Ilustrativa)


En 1815, la ciudad de Mendoza fue descrita por viajeros como un oasis fértil en medio de la aridez pampeana. Sus huertas producían uvas, melones, membrillos, duraznos, peras y hortalizas, gracias al riego de los ríos Mendoza y Tunuyán, aunque más allá predominaba la sequedad de los territorios pehuenches. Las construcciones eran sencillas: casas de adobe blanqueado con cal, techos de cañas y barro, y tapias pardas que rodeaban jardines. Las calles, bordeadas por acequias, ofrecían un aspecto modesto pero más limpio que otras poblaciones. Los viajeros preferían alojarse en casas particulares antes que en las fondas, y las familias mendocinas, de trato afable, solían recibir huéspedes recomendados desde Buenos Aires o Santiago de Chile. La sociedad mendocina se organizaba en un esquema patriarcal, con escasa diferencia entre clases. Existían comerciantes ricos ligados al tráfico de mulas y productos de la viña, familias de linaje sin fortuna y pequeños propietarios que prosperaban con su trabajo. Nadie parecía indigente. El paseo obligado era la Alameda, embellecida en 1814 por el gobernador José de San Martín con álamos introducidos por Juan Cobo, flores, bancos de barro y un templete griego. Al atardecer, damas y caballeros se reunían allí para conversar o disfrutar helados, siendo habitual la presencia de la esposa de San Martín junto a la señora de Luzuriaga. En lo cultural, Mendoza contaba con tres escuelas primarias que reunían unos 600 niños. La ausencia de estudios secundarios preocupó a San Martín, quien impulsó la construcción del Colegio de la Santísima Trinidad, inaugurado en 1817 con apoyo de Joaquín de Sosa y Lima y Manuel Teles Meneses. Este colegio se convirtió en un referente educativo, preparando jóvenes para ingresar a universidades y consolidando el espíritu ilustrado en Cuyo. A pesar del clima bélico, los mendocinos mostraron un alto espíritu público, aceptando impuestos y contribuyendo a la causa patriota sin perder su buen humor. Los bailes y tertulias continuaron con la misma vitalidad que en tiempos de paz, reflejando la energía social de una provincia que se preparaba para ser protagonista en la guerra de independencia.  #Mendoza1815 #SanMartín #AlamedaHistórica #CuyoIndependiente #HistoriaArgentina #EspírituPatriota #17Diciembre #mendozantigua 

Los Tonocotés: guardianes de la llanura santiagueña y su legado perdido. (Imagen Ilustrativa)


Los Tonocotés, también llamados tonokotés o zuritas, fueron un pueblo indígena sedentario que habitó las actuales provincias de Santiago del Estero y parte de Tucumán. Poseyeron una lengua propia, registrada por el jesuita Alonso de Bárzana en su obra Arte y vocabulario, aunque con el tiempo se perdió. Algunas comunidades vecinas, como los lules y otros grupos nómades, adoptaron fragmentos de este idioma. Durante los primeros años de la conquista española, los Tonocotés fueron entregados en encomienda, lo que aceleró la desaparición de su cultura independiente. Entre los siglos XVI y XVIII, se integraron a la vida colonial del interior del país. Gracias a los estudios de misioneros y posteriores investigaciones de antropólogos y arqueólogos, se conservaron valiosas descripciones de sus costumbres. Se caracterizaron por su baja estatura, rostro ancho y nariz mediana, rasgos similares a los pueblos brasílidos. Fueron agricultores, cultivando maíz, zapallo y porotos, y complementaron su dieta con la caza, pesca y recolección de algarrobo. Domesticaron el ñandú y el guanaco, aprovechando su carne, plumas, lana y cuero. Construyeron chozas circulares o rectangulares con techos de paja, agrupadas en poblados defendidos por empalizadas de madera. Los hombres vestían delantales de plumas de ñandú o tejidos adornados con chaquiras de hueso, mientras que las mujeres usaban túnicas de lana o fibras vegetales. Como guerreros, emplearon arcos largos con flechas envenenadas y la macana (garrote de madera dura). Su alfarería destacó por la belleza y técnica, especialmente las urnas funerarias decoradas en rojo y negro sobre fondo blanco. En lo espiritual, veneraron a la divinidad Cachanchic, a quien ofrecieron pájaros, frutas y bebidas de algarrobo o maíz, bajo la mediación de hechiceros. Practicaron una doble inhumación: primero enterraban a sus muertos hasta que se descarnaban y luego depositaban los restos en urnas de barro cerca de sus viviendas. Los españoles los llamaron inicialmente “juríes”, deformación del quichua xuri (ñandú), por sus vestimentas de plumas. En la actualidad, se estima que existen alrededor de 6.000 descendientes mestizos de los Tonocotés en comunidades rurales de Santiago del Estero. Su territorio limitaba con los lules al norte, sanavirones al sur, diaguitas al oeste y el río Salado al este. #Tonocotés #Zuritas #PueblosOriginarios #HistoriaArgentina #SantiagoDelEstero #MemoriaAncestral #CulturaIndígena #mendozantigua 

Los Tolombón fueron una parcialidad del pueblo diaguita en el noroeste argentino.


Los conquistadores españoles los identificaron y nombraron así, reconociendo su pertenencia a una de las tribus más combativas de la región.  Los Tolombón constituyeron una comunidad indígena perteneciente a la gran nación diaguita, asentada en los valles y quebradas del actual noroeste argentino, especialmente en la provincia de Tucumán y zonas aledañas. Los conquistadores españoles, al llegar en el siglo XVI, los denominaron de ese modo al encontrarlos organizados en aldeas fortificadas y con una marcada tradición guerrera. Este pueblo, como otros diaguitas, practicó una agricultura avanzada, cultivando maíz, papa, porotos y quinoa en terrazas escalonadas, y complementó su sustento con la cría de llamas y la producción de tejidos. Se destacó por su habilidad en la alfarería decorada con motivos geométricos y por su arquitectura en piedra, que incluía viviendas y espacios comunitarios. Los Tolombón, junto con los quilmes, pulares y otros grupos diaguitas, resistieron con fuerza la conquista española. Durante las llamadas Guerras Calchaquíes (siglos XVI y XVII), combatieron contra las tropas coloniales, defendiendo sus tierras y su modo de vida. Sin embargo, tras décadas de enfrentamientos, fueron finalmente derrotados y muchos fueron desplazados o trasladados forzosamente a otras regiones, como ocurrió con los quilmes llevados a Buenos Aires. A pesar de la represión colonial, su legado cultural perduró en la memoria regional. Hoy, comunidades diaguitas —incluyendo descendientes de los Tolombón— siguen reclamando reconocimiento y derechos territoriales en el valle de Choromoro (Tucumán).  #Tolombón #Diaguitas #PueblosOriginarios #HistoriaArgentina #ResistenciaIndígena #MemoriaAncestral #17Diciembre

Los Sanavirones: guardianes de Mar Chiquita y vecinos de los Comechingones


Los Sanavirones fueron una parcialidad de los tonocotés que habitó la amplia llanura recorrida por los ríos Dulce y Salado, las sierras de Sumampa en Santiago del Estero y el norte de Córdoba, con su mayor concentración en la región de la laguna Mar Chiquita. En el siglo XV, cuando llegaron los españoles, este pueblo de carácter guerrero presionaba sobre los territorios de los comechingones, aunque finalmente convivió con ellos en un sincretismo cultural que derivó en una vida más sedentaria y agrícola. Durante el período colonial, los Sanavirones fueron de los que más rápidamente adoptaron la doctrina cristiana enseñada por los jesuitas. Sin embargo, el sistema de encomiendas y las epidemias los diezmaron hasta desaparecer como grupo organizado hacia el siglo XVII. Se distinguieron por su estatura mediana, tez oscura y vestimenta andina, con camisetas de lana, gorros y ponchos tejidos. Al inicio vivieron en cuevas semi-subterráneas, pero luego construyeron chozas colectivas de madera y paja, origen del rancho criollo, capaces de albergar familias, guerreros y caballos. Sus aldeas podían reunir hasta 40 viviendas, protegidas por cercos espinosos, una costumbre que aún persiste en sectores rurales del norte argentino. Su economía combinó la caza de guanacos, ciervos y liebres, la pesca, la recolección de algarrobo y chañar, y el cultivo de maíz, porotos y quinua con técnicas andinas escalonadas. Criaron llamas, ovejas y ñandúes, aprovechando su lana, carne y plumas. Fueron hábiles ceramistas, elaborando piezas grises o coloreadas pintadas con tintes vegetales. En lo espiritual, tuvieron escasos ritos, aunque veneraron una divinidad solar y practicaron magia y danzas rituales, como muestran las pinturas rupestres donde se representaron brujos preparando polvos psicotrópicos, probablemente derivados del cebil. Enterraron a sus muertos en posición acurrucada, envueltos en cuero, y a los niños en pequeñas cámaras sepulcrales. Los Sanavirones formaron parte del grupo pámpido, con influencias culturales amazónicas y andinas. En la actualidad, más de 2.800 personas se reconocen como descendientes de esta etnia en Santiago del Estero y Córdoba. Su lengua, distinta de la de los comechingones, se perdió casi por completo, aunque se conservaron algunas palabras aisladas.  #Sanavirones #PueblosOriginarios #HistoriaArgentina #MarChiquita #MemoriaIndígena #17Diciembre #CulturaAncestral #mendozantigua 

🏹 Los Pampas: El Pueblo Cazador que Forjó la Identidad de la Llanura Argentina


Los Pampas constituyeron las etnias originarias de la llanura argentina, habitaron la región antes de la colonización española y sufrieron un trágico declive a partir del siglo XVIII. Históricamente, fueron víctimas de la expansión de los mapuches (a quienes se refirieron como "araucanos") que cruzaron los Andes desde Chile en busca de mejores pastos y ganado, un proceso conocido como "araucanización" que virtualmente extinguió la pureza de la etnia pampa. La geografía del lugar determinó el nombre de este pueblo cazador-recolector, que se dividió en dos grandes grupos: los Taluhet (ubicados al noreste e incluyeron a los Querandíes) y los Diluhet (asentados en el sudoeste). Se destacaron por su gran agilidad y resistencia física, ya que cazaban venados, guanacos, ñandúes y liebres a pie, agotando a sus presas por cansancio. Utilizaron hábilmente las boleadoras y el arco y flecha con punta de pedernal guardada en un carcaj de cuero. En momentos de escasez, recolectaron algarrobas, raíces, semillas e incluso langostas.  Los hombres usaron un taparrabo o un chiripá hasta las rodillas, mientras que las mujeres se cubrieron con una pampanilla de piel, dejando el busto descubierto. Tanto hombres como mujeres se abrigaron con quillangos, que eran mantos cosidos de pieles de guanaco, zorro o nutria. El poncho, una pieza rectangular con abertura central, también fue una prenda de abrigo común. Los hombres se distinguieron por el uso del tembetá o barbote, una varilla insertada en el labio inferior como símbolo de madurez.  Se pintaron el cuerpo con diseños geométricos y, en ocasiones especiales como la guerra, tiñeron sus rostros de negro y rojo con lo que consideraron signos cabalísticos, creyendo que los hacían invulnerables. Practicaron la poligamia y sus matrimonios se concertaron mediante la compra de la mujer. Celebraron ceremonias con danzas al son de sonajas y tamboriles, presididas por el "vicario" de la deidad maléfica Elel. Su industria principal giró en torno al trabajo de la piedra, con la que tallaron puntas de flecha, morteros, bolas para boleadoras y raspadores para curtir las pieles. A través del contacto con otras culturas, probablemente por influencia incaica, adquirieron destreza en la alfarería, especializándose en jarras con asa, y decoraron sus piezas y mantos con intrincados trazos geométricos, a los que atribuyeron un poder mágico. Se resguardaron en paravientos y, más tarde, en toldos más elaborados llamados Kau, hechos con cueros de guanaco o vaca. En combate, el arma más temida fue la chuza, una lanza de caña tacuara de entre 2,40 y 3,60 metros de largo, con una moharra de hierro en la punta. Los guerreros a caballo cargaron en escuadrones compactos con la lanza en ristre, empleando alaridos ensordecedores. Manejaron la lanza con destreza, haciéndola girar o "voltear" para buscar una nueva carga. La caballería indígena usó rastrilladas (huellas dejadas por las chuzas arrastradas) para señalar sus movimientos. Demostraron ingenio táctico, usando vejigas infladas con piedras atadas a las colas de los caballos para espantar a la caballería enemiga, o quemando el campo para crear cortinas de humo. También emplearon el conocimiento del terreno, atrayendo a sus perseguidores a tembladerales o a campos con pastos venenosos como el mío-mío, para dejar a los enemigos sin monturas y luego exterminarlos. Además de la chuza, utilizaron arcos y flechas, la macana (garrote de madera dura), hachas de pedernal, hondas y la temible bola perdida y las boleadoras de dos o tres ramales, que usaron con gran maestría en combates personales. Como protección, se cubrieron con escudos y corazas hechos de varias capas de cuero crudo. #PueblosOriginarios #Pampas #HistoriaArgentina #GauchosPrimitivos #mendozantigua 

Los Lules y Vilelas fueron pueblos originarios del noroeste argentino, cazadores y nómades, que resistieron la conquista española pero terminaron desplazados y casi extinguidos hacia mediados del siglo XVIII. (Imagen Ilustrativa)


Los Lules y los Vilelas constituyeron dos grupos indígenas nómades, culturalmente relacionados pero con lenguas distintas. Habitaron el noreste de la actual Argentina, en territorios conocidos como El Tucumán durante la conquista, abarcando el este de Santiago del Estero y el suroeste de Tucumán. Los españoles que acompañaban a Diego de Almagro en 1536 fueron los primeros en describirlos. Almagro los llamó “lules” por su gran altura y delgadez, que les recordaba a los avestruces. Su subsistencia se basaba en la caza del pecarí, la recolección de frutas silvestres, miel y raíces, y en la pesca ocasional. Usaban arcos y flechas envenenadas, macanas de madera dura, boleadoras y dardos. También elaboraban una bebida alcohólica con miel y algarrobo. Una característica singular fue la construcción de cisternas para almacenar agua de lluvia, algo poco común entre otros pueblos de la región. Resistieron con fuerza los primeros asentamientos españoles, pero finalmente se replegaron hacia zonas más remotas. A comienzos del siglo XVIII, los jesuitas intentaron incorporarlos a las reducciones misioneras, pero muchos huyeron. Hacia 1750, los Lule-Vilelas ya habían desaparecido como grupo organizado, quedando apenas algunos individuos dispersos en el Chaco. Los Lules se dividían en parcialidades como Esistiné, Toquistiné y Oristiné, mientras que los Vilelas tenían grupos como Chunupí, Pazaine y Atalala. Su lengua formó parte de la familia lule-vilela, hoy prácticamente extinta, aunque algunos descendientes aún viven en Chaco y Santiago del Estero. La memoria de estos pueblos se conserva en estudios antropológicos y en comunidades que reivindican su herencia cultural.  #LulesVilelas #PueblosOriginarios #HistoriaArgentina #MemoriaIndígena #ResistenciaAncestral #17Diciembre #lules #vilelas #mendozantigua 

Los Charrúas: guerreros del río Uruguay y memoria de resistencia


Los charrúas fueron un pueblo indígena que habitó las márgenes del río Uruguay, extendiéndose por territorios de la actual Argentina, Uruguay y sur de Brasil. Se sustentaron con la caza de venados y ñandúes, la pesca y la recolección de huevos y frutos silvestres. Sus viviendas eran simples paravientos de esteras, y vestían una pampanilla de cuero o mantos de pieles decorados con motivos geométricos. Los hombres portaban adornos corporales como el tembetá y tarugos nasales, se tatuaban el rostro y lo pintaban antes de la guerra. Usaban arcos, flechas líticas, boleadoras, hondas y lanzas, y solían traer las cabezas de sus enemigos como trofeos. En los rituales de duelo, los hombres se clavaban astillas en los brazos y las mujeres se cortaban una falange. También practicaron una alfarería rudimentaria, decorada con incisiones. El jesuita Cayetano Cattáneo describió a los charrúas como hábiles jinetes, capaces de montar sin silla ni estribos y de maniobrar con gran destreza. Su vida nómada, sin asentamientos fijos, dificultó la labor de los misioneros. Las mujeres cargaban con los bienes y los hijos en las mudanzas, mientras los hombres viajaban armados a caballo. Durante el siglo XVIII y XIX, los charrúas resistieron las campañas coloniales y luego participaron en las guerras de independencia, pero fueron perseguidos y casi exterminados en la matanza de Salsipuedes (1831) en Uruguay. Hoy, su memoria se mantiene viva en organizaciones culturales y en comunidades que reivindican su identidad. El término “Uruguay” proviene del guaraní y significa “río de los pájaros pintados”. En el censo uruguayo de 2011, alrededor del 1% de la población se reconoció como descendiente charrúa. Su cultura se vinculó con otros pueblos como los chaná-timbúes, yaros y bohanes. #Charrúas #PueblosOriginarios #MemoriaIndígena #ResistenciaAncestral #HistoriaRioplatense #17Diciembre #IdentidadCultural #mendozantigua 

17 de Diciembre de 1921: La represión en San Julián y el sacrificio de Facón Grande. (Imagen Ilustrativa)


El 17 de diciembre de 1921, en plena represión de las huelgas rurales patagónicas, las tropas del teniente coronel Elbio Anaya avanzaron desde la estancia San José hacia el norte. Al mediodía, tras un tiroteo en la Tapera de Casterán, fueron capturados numerosos huelguistas. Aunque los militares informaron que solo habían muerto el dirigente Albino Argüelles y dos peones, en realidad se fusiló a cerca de un centenar de prisioneros, en uno de los episodios más sangrientos de la llamada Patagonia Rebelde. La última columna activa estaba dirigida por José Font, conocido como “Facón Grande”, un carrero que se convirtió en símbolo de la resistencia obrera. Font operaba en la zona del Ferrocarril Patagónico y dividió sus fuerzas: una columna de 300 hombres marchó hacia Bahía Laura, al sur de Puerto Deseado, mientras él mismo condujo otra hacia Pico Truncado. En su avance ocuparon el poblado de Las Heras, dejando al delegado Antonio Echevarría al mando. La represión de diciembre de 1921 marcó el desenlace de las huelgas iniciadas en 1920, que reclamaban mejores condiciones laborales para los peones de campo. El movimiento fue liderado por figuras como Antonio Soto, Ramón Outerelo y Albino Argüelles, este último fusilado en San José. La violencia estatal dejó un saldo estimado de 1.500 a 2.000 trabajadores asesinados, según investigaciones históricas, y se convirtió en una herida profunda en la memoria social argentina. Albino Argüelles (1896-1921) fue herrero y sindicalista socialista, asesinado el mismo 17 de diciembre. La represión fue ordenada por el presidente Hipólito Yrigoyen, bajo presión de los grandes estancieros y la Sociedad Rural. El episodio fue inmortalizado por Osvaldo Bayer en su investigación La Patagonia Rebelde, y llevado al cine en 1974 por Héctor Olivera. #PatagoniaRebelde #FacónGrande #AlbinoArgüelles #MemoriaHistórica #17Diciembre1921 #LuchaObrera #HistoriaArgentina #mendozantigua 

El 17 de diciembre de 1832, la Legislatura de Buenos Aires eligió al general Juan Ramón Balcarce como gobernador, tras la negativa de Juan Manuel de Rosas de continuar en el cargo y marcharse al sur para encabezar la Campaña al Desierto. (Imagen Ilustrativa)


La decisión profundizó las tensiones dentro del partido federal, dividido entre los moderados —apodados “lomos negros”— y los “federales netos” o “apostólicos”, fieles seguidores de Rosas. En las elecciones de 1833, los moderados triunfaron, lo que provocó la renuncia de varios diputados rosistas y nuevos comicios interrumpidos por disturbios. Mientras tanto, Rosas permanecía en campaña y su esposa Encarnación Ezcurra dirigía la política porteña. Fue ella quien impulsó la Revolución de los Restauradores, que forzó la destitución de Balcarce y la llegada interina de Juan José Viamonte, rápidamente sometido al control rosista. Ese mismo año, Ezcurra organizó la Sociedad Popular Restauradora, conocida como “la Mazorca”, que comenzó como un grupo de adhesión política pero pronto se transformó en una organización represiva y violenta, sembrando miedo entre los opositores y obligando a muchos a emigrar hacia la Banda Oriental. Finalmente, tras la renuncia de Viamonte y breves pasos de otros gobernadores, Rosas aceptó volver al poder el 13 de abril de 1835, imponiendo nuevamente la condición de recibir facultades extraordinarias, lo que consolidó su liderazgo autoritario en Buenos Aires. La división entre “lomos negros” y “apostólicos” marcó el inicio de una fractura interna del federalismo, que debilitó la institucionalidad provincial. La Mazorca fue considerada por historiadores como una de las primeras organizaciones políticas paramilitares en Argentina, símbolo del poder rosista. Rosas gobernó Buenos Aires en dos períodos: 1829-1832 y 1835-1852, consolidando un régimen de control férreo sobre la provincia. #Federales1832 #Rosas #Mazorca #EncarnaciónEzcurra #HistoriaArgentina #15Diciembre #CampañaAlDesierto #mendozantigua 

17 de diciembre de 1867 se habilitó en Buenos Aires el Cementerio General del Sud, destinado a sepultar a inmigrantes y a las víctimas de la epidemia de cólera que azotó la ciudad. (Imagen Ilustrativa)


El predio, de unas 3 hectáreas en el actual barrio de Parque Patricios, había pertenecido a la familia Escalada, donde en 1823 murió de tuberculosis María de los Remedios, esposa del general José de San Martín. En 1871, la llegada de la fiebre amarilla multiplicó las muertes, especialmente en conventillos sin agua ni cloacas, habitados por inmigrantes pobres. La falta de reacción de las autoridades, que ocultaron la peste para no suspender el carnaval, aceleró la propagación. En abril, la ciudad de 200.000 habitantes registraba más de 400 muertes diarias, los hospitales colapsaron y hasta el presidente Domingo Faustino Sarmiento y el vicepresidente Adolfo Alsina abandonaron la capital. El Cementerio del Sud recibió más de 15.000 cuerpos y fue clausurado en 1872. En 1882, los restos de figuras como el escritor José Mármol y el médico Francisco Muñiz fueron trasladados a la Chacarita, y el lugar pasó a llamarse Parque Bernardino Rivadavia, luego Parque Florentino Ameghino en 1928. Hoy, el parque conserva un monumento de Juan Manuel Blanes en homenaje a las víctimas de la fiebre amarilla y al heroísmo de los vecinos que enfrentaron la tragedia. Bajo su tierra aún descansan restos de quienes vivieron aquella época, convirtiéndolo en un sitio de memoria histórica y valor turístico. La epidemia de fiebre amarilla de 1871 dejó más de 13.000 muertos en Buenos Aires. El Cementerio del Sud fue uno de los antecedentes directos de la creación del Cementerio de la Chacarita, inaugurado en 1871 para contener la crisis sanitaria. En San Andrés de Giles también existió un “Cementerio del Sud”, hoy abandonado, que conserva bóvedas históricas y atrae visitantes por su arquitectura funeraria. #CementerioDelSud #BuenosAires1867 #FiebreAmarilla1871 #MemoriaHistórica #ParqueAmeghino #16Diciembre #HistoriaArgentina #mendozantigua 

El 16 de Diciembre de 2025: Nació el Día Internacional contra la Soledad No Deseada, una llamada global a la conexión humana


El 16 de diciembre de 2025 comenzó a conmemorarse el Día Internacional contra la Soledad No Deseada, proclamado por la Fundación Social Padre Ángel y la organización Mensajeros de la Paz. La fecha coincidió con el aniversario del nacimiento de Ludwig van Beethoven, quien padeció aislamiento social debido a su sordera, pero aun así creó obras universales como la Novena Sinfonía, símbolo de fraternidad y esperanza. La jornada busca visibilizar una epidemia silenciosa que afectó a millones de personas en todas las edades y regiones del mundo, con consecuencias comparables al tabaquismo o la obesidad, según la OMS. En 2023, la organización creó la Comisión sobre Conexión Social, destinada a estudiar durante tres años cómo los vínculos humanos mejoran la salud pública. El impacto de la soledad llevó a que algunos países adoptaran medidas oficiales: Reino Unido creó en 2018 el primer Ministerio de la Soledad, tras comprobar que más de 9 millones de ciudadanos se sentían solos habitualmente. Japón siguió en 2021, tras la pandemia de COVID-19, con un ministerio dedicado a combatir el aislamiento y prevenir el suicidio, especialmente entre jóvenes y ancianos. Los estudios revelaron que 1 de cada 4 personas mayores y 1 de cada 6 adolescentes sufrían aislamiento social, aunque la magnitud real era probablemente mayor. Factores como la discapacidad, problemas de salud, el uso excesivo de tecnología, el teletrabajo, el aumento de hogares unipersonales y el debilitamiento de las estructuras familiares tradicionales intensificaron el problema. La solución requirió un enfoque integral, combinando políticas públicas con acciones personales y comunitarias: fortalecer lazos familiares y amistades, participar en actividades grupales y cuidar la salud mental mediante terapia o grupos de apoyo. La iniciativa buscó ser reconocida oficialmente por la ONU, con apoyo de gobiernos y organizaciones internacionales. La soledad fue reconocida como un factor de riesgo de mortalidad temprana, reforzando la necesidad de políticas globales.  #SoledadNoDeseada #ConexiónHumana #DíaInternacional2025 #FundaciónPadreÁngel #MensajerosDeLaPaz #Beethoven #15Diciembre #SaludPública #mendozantigua 

lunes, 15 de diciembre de 2025

1958: El funeral de Pío XII y el escándalo que cambió los protocolos vaticanos





En octubre de 1958, el funeral del Papa Pío XII se convirtió en un episodio trágico y embarazoso para el Vaticano, debido a un embalsamamiento experimental fallido que provocó la rápida descomposición del cuerpo del pontífice. Su médico personal, Riccardo Galeazzi-Lisi, oftalmólogo sin formación forense, aplicó una técnica no convencional: bañó el cuerpo en aceites aromáticos y lo envolvió en celofán, evitando la extracción de órganos como era habitual. Esta decisión respondió al deseo explícito de Pío XII de conservar intacto su cuerpo. El calor otoñal, la ausencia de refrigeración y el método defectuoso aceleraron la putrefacción anaeróbica. En pocas horas, el cadáver se hinchó, adquirió un tono verdoso-negruzco y emitió un hedor insoportable, provocando desmayos entre los guardias suizos, que debieron rotarse cada 15 minutos. Durante la procesión fúnebre desde Castel Gandolfo a Roma, la acumulación de gases internos provocó la ruptura de la cavidad torácica, generando un estallido audible frente a los dolientes. El rostro fue cubierto con una máscara de cera para disimular el deterioro. El escándalo fue noticia mundial y tuvo consecuencias inmediatas: Galeazzi-Lisi fue expulsado del Vaticano, inhabilitado por el Consejo Médico Italiano y despedido por el Papa Juan XXIII. A raíz del incidente, el Vaticano estableció nuevos protocolos estrictos para garantizar prácticas profesionales en futuros funerales papales. Pío XII (Eugenio Pacelli) fue pontífice entre 1939 y 1958, guiando la Iglesia durante la Segunda Guerra Mundial. El embalsamamiento tradicional en el Vaticano incluía la extracción de órganos y refrigeración inmediata. Desde este evento, los funerales papales se realizan bajo supervisión médica especializada y con técnicas estandarizadas.  #PíoXII1958 #FuneralVaticano #EmbalsamamientoFallido #HistoriaDelPapado #15Diciembre #ProtocoloVaticano

1980: La XXI promoción del I.C.E.I. celebró su paso a la vida adulta


En 1980, el Instituto Cuyano de Educación Integral (I.C.E.I.) celebró la graduación de su vigésimo primera promoción de bachilleres, en un acto cargado de emoción y orgullo académico. Los estudiantes, acompañados por su preceptor Carlos Stipech, cerraron una etapa formativa que los preparó para nuevos desafíos personales y profesionales. La promoción estuvo integrada por 35 jóvenes, entre ellos: Andrea Silvia Bainotti, Astrid Cáneva, Anna Laura Cerutti, María Cecilia Civit, Claudia Federica María Luisa Espinosa, Mariem Hadid, María Alejandra Martínez, Diana Elizabeth Paredes, Mónica Graciela Parisii, Valeria Ponce, Adriana Sales, Ana-María Valeée, Silvia Cira Ginia Vera, María Francisca Vigneaux Browne, María Haydée Villanueva, Juan Francisco Aliaga, José Fabián Barbuzza, Jorge Nadrés Baudón, Adolfo Benegas, Carlos Emilio Cantú, Adolfo Omar Costarelli, Jorge Néstor Criach, Luis Marcelo De Luca, Federico César Dussel, Jorge Horacio Fahnoe, Esteban García, Nelo Muino Morichi, José Daniel Muñoz, Horacio Rodríguez, Arturo Alejandro Ruiz, Marcelo Antonio Sampieri, Mario Fabián Tosi, Pedro Alberto Luis Toso y Rolando Marcelo Yanelli. El I.C.E.I., fundado con una visión integral de la educación, se destacó en Mendoza por su enfoque humanista y su compromiso con la formación crítica de sus estudiantes. La promoción 1980 se inscribió en una época de profundos cambios sociales y políticos en Argentina, y sus egresados fueron parte de una generación que transitó la adolescencia en plena transición democrática. En 1980, Argentina vivía los últimos años del régimen militar, y los jóvenes egresados enfrentaban un contexto de incertidumbre y esperanza. El I.C.E.I. fue uno de los institutos privados con mayor reconocimiento en la región cuyana por su propuesta pedagógica integral. Las promociones del instituto solían realizar actos de colación con participación activa de docentes, familias y autoridades locales. #Promoción1980 #ICEIMendoza #MemoriaEscolar #EducaciónIntegral #BachilleresCuyanos #15Diciembre #RetratoGeneracional #mendozantigua 

1883: El Kasaba, símbolo de linaje y poder entre las mujeres Yomut


En 1883, un retrato capturó a mujeres de la etnia Yomut en Krasnovodsk —actual Türkmenbaşy, Turkmenistán— luciendo el imponente Kasaba, un tocado cilíndrico de gran altura y diseño minucioso que destacaba por su riqueza simbólica y estética. Este tocado no solo cumplía una función ornamental: identificaba a mujeres casadas de alto rango social, reflejando su estatus, riqueza y pertenencia tribal. El Kasaba estaba decorado con plata, turquesas, cornalinas y bordados complejos, cada detalle cargado de significado. Representaba tanto la prosperidad individual como el orgullo por el linaje ancestral, reafirmando la conexión con las tradiciones turcomanas más antiguas. La fotografía, tomada en un estudio, se convirtió en un documento visual de gran valor etnográfico. Las mujeres Yomut, parte de una de las cinco tribus históricas de Turkmenistán, conservaron durante siglos una identidad cultural fuerte, expresada en su vestimenta, dialecto y prácticas sociales. El Kasaba anticipó el uso de la indumentaria como lenguaje visual de pertenencia, mucho antes de que la moda global adoptara códigos similares. Su presencia en retratos del siglo XIX revela cómo el atuendo femenino funcionó como símbolo de poder, respeto y continuidad cultural. La tribu Yomut habitó la costa oriental del mar Caspio y zonas de Irán y Uzbekistán. El uso de piedras como turquesa y cornalina tenía connotaciones espirituales y protectoras en Asia Central. El Kasaba fue documentado por viajeros y antropólogos desde el siglo XIX, como parte de estudios sobre las tribus turcomanas. #Kasaba1883 #YomutTurkmen #TurkmenistánHistórico #VestimentaConIdentidad #RetratoEtnográfico #15Diciembre #MemoriaVisual

1980: Mendoza y la crisis maderera que aún resuena (Imagen Ilustrativa)


El 1 de diciembre de 1980, se visibilizó con fuerza la crisis maderera que afectaba a Mendoza y al país en general. El deterioro del patrimonio forestal era evidente, producto de la tala indiscriminada, el avance de desmontes comerciales, la acción de explotadores clandestinos y la retracción de la actividad forestadora. Aunque se dictaron normativas para frenar el daño, su aplicación fue débil. Los planes de fomento forestal impulsados por organismos oficiales no lograron resultados significativos, en parte por la burocracia lenta y la desarticulación de los créditos, que llegaban fuera de tiempo o no se ajustaban a las especies implantadas. La Cámara de Empresarios Madereros y Afines, que agrupaba a más de 1.600 asociados, alertó sobre el cierre de establecimientos, especialmente en la industria del mueble, afectada por la caída del poder adquisitivo y la falta de materia prima. En Mendoza, aserraderos locales denunciaron prácticas irracionales como la tala de álamos menores de ocho años, cuando su madurez biológica se alcanza entre los 10 y 12 años. Esta situación, calificada como suicida por los propios industriales, evidenciaba una crisis estructural que no era nueva, sino arrastrada por décadas. Paradójicamente, Mendoza producía —y aún produce— la mejor madera blanda del país, especialmente álamo estacionado, que se exportaba a la metrópoli para la industria del mueble. Lo que quedaba en la provincia era insuficiente incluso para cajonería y envases frutícolas, generando una demanda muy superior a la oferta. La falta de incentivos, planificación y control impidió el crecimiento del sector, a pesar de su potencial para fortalecer la economía regional. La crisis maderera de 1980 fue un llamado de atención que aún interpela a Mendoza. El álamo es una de las especies más cultivadas en Mendoza por su rápido crecimiento y versatilidad. La silvicultura mendocina enfrenta desafíos climáticos, edáficos y de gestión que requieren políticas sostenidas. En 1980, Argentina importaba madera para suplir la caída de producción local, especialmente en zonas urbanas.  #CrisisMaderera1980 #MendozaForestal #ÁlamoMendocino #IndustriaDelMueble #SilviculturaEnRiesgo #1Diciembre #EconomíaRegional #mendozantigua 

Tuberías de madera: el ingenio que canalizó el agua durante siglos en Europa y Norte América.







Desde el siglo XVI hasta mediados del XX, las tuberías de madera fueron una solución eficiente y extendida para el transporte de agua en Europa y Norteamérica. Estas estructuras, hechas inicialmente con troncos ahuecados de olmo o roble, se ensamblaban mediante extremos cónicos y campana, que se sellaban naturalmente al hincharse la madera con el agua. Con el tiempo, especialmente en el oeste estadounidense, se desarrollaron oleoductos de gran diámetro construidos con planchas de madera sujetas por aros metálicos, reforzados con collares y sellados con brea o arcilla. Se preferían maderas resistentes como secuoya, cedro, abeto y roble, por su durabilidad frente a la humedad. Estas tuberías fueron ampliamente utilizadas en ciudades como Boston, Filadelfia y Montreal, donde el hierro fundido aún no era accesible. En regiones agrícolas e industriales del noroeste y Pacífico norteamericano, permitieron abastecer agua a largas distancias, siendo clave para el desarrollo de asentamientos y cultivos. Con la llegada de la industrialización, el hierro fundido se volvió más económico y confiable, desplazando progresivamente a la madera. Sin embargo, algunos sistemas de tuberías de madera siguieron operativos hasta mediados del siglo XX, dejando una huella en la historia de la infraestructura hidráulica. En Londres, se descubrieron tuberías de madera aún intactas bajo calles del siglo XXI. El sistema de tuberías de madera de New York City funcionó hasta la década de 1950. En zonas rurales, algunas comunidades mantuvieron estos sistemas por su bajo costo y facilidad de reparación. #TuberíasDeMadera #IngenieríaHistórica #AguaYCivilización #InfraestructuraAntigua #16Diciembre #MemoriaHidráulica #mendozantigua 

1926: Retrato de la familia Gallerani, raíces venetas en tierra de San Carlos. Mendoza


En el año 1926, la familia Gallerani posó para una fotografía que hoy es testimonio de una historia de migración, trabajo y arraigo en Mendoza. En la imagen aparecen Ángel, Antonio, Etelvina, Marla, Blanca, Italo y Herminio de pie; mientras que Cândido (padre), Ramón, Yolanda, Arturo (Pipo), Cândido (hijo) y Rita Zanella (madre) se ubicaron sentados, conformando un retrato multigeneracional cargado de afecto y memoria. El patriarca, Cândido Gallerani, había nacido el 23 de septiembre de 1866 en Badia Polesine, provincia de Rovigo, en la región Veneto de Italia. Migró a Argentina y contrajo matrimonio en 1900 con Rita Zanella, en Maipú, Mendoza. Juntos formaron una extensa familia de 15 hijos, de los cuales 13 sobrevivieron desde 1903. Los primeros ocho nacieron en Maipú y los restantes cinco en San Carlos, reflejando el desplazamiento interno dentro de la provincia. La historia de los Gallerani es parte del legado de miles de familias italianas que se establecieron en Cuyo, contribuyendo al desarrollo agrícola, comercial y cultural de la región. Su descendencia se expandió por distintas localidades mendocinas, manteniendo viva la memoria de sus orígenes venetos y el espíritu de trabajo que los caracterizó. La inmigración italiana a Mendoza se intensificó entre 1880 y 1920, especialmente desde regiones como Veneto, Lombardía y Piamonte. Maipú y San Carlos fueron polos de asentamiento agrícola, donde muchas familias italianas se dedicaron a la vitivinicultura y la chacra. El apellido Gallerani tiene origen lombardo-veneto, y aparece en registros migratorios desde fines del siglo XIX. #FamiliaGallerani #RaícesVenetas #Mendoza1926 #MemoriaFamiliar #InmigraciónItaliana #15Diciembre #RetratoDeÉpoca #mendozantigua

Armagnac S.E.2010: el gigante francés que soñó con cruzar el Atlántico



El SNCASE S.E.2010 Armagnac, avión francés de gran porte, realizó su primer vuelo el 2 de abril de 1949. Fue concebido como una aeronave presurizada, espaciosa y flexible, con capacidad para transportar pasajeros en cabinas de descanso de tres niveles, además de ofrecer amplio espacio para carga y equipaje. Con 39,6 metros de longitud, 48,95 de envergadura y un peso máximo de despegue de 77.500 kg, prometía comodidad incluso para los viajeros más altos. Su diseño apuntaba a cubrir la ruta transatlántica, pero su alcance limitado lo dejó fuera de competencia. Tras evaluar el prototipo, Air France rechazó su incorporación en 1952, alegando bajo rendimiento. La aerolínea Transports Aériens Intercontinentaux lo utilizó brevemente, pero lo descartó por su ineficiencia en rutas cortas. El Armagnac encontró utilidad como transporte de carga y tropas, especialmente entre Toulouse y Saigón, donde fue valorado por su capacidad. A pesar de estar equipado con cuatro motores Pratt & Whitney Wasp Majors, los más potentes de pistón fabricados en serie, su desempeño seguía siendo insuficiente. Aunque solo se construyeron nueve unidades, su diseño adelantado presagió la evolución de los aviones comerciales de gran tamaño. El Armagnac quedó en la historia como un hermoso intento fallido, símbolo de una época de ambición tecnológica y estética aeronáutica. SNCASE (Société Nationale de Constructions Aéronautiques du Sud-Est) fue una empresa estatal francesa que luego se integró en Sud Aviation, precursora de Aérospatiale y Airbus. El Armagnac fue exhibido en Le Bourget y otras ferias aéreas como ejemplo de innovación postbélica. Su diseño interior inspiró configuraciones posteriores en aviones como el Boeing 747 y el Lockheed L-1011 TriStar. #Armagnac1949 #GiganteFrancés #HistoriaAeronáutica #AviónOlvidado #AirFrance #15Diciembre #DiseñoVisionario #mendozantigua 

Acequias, canales y urbanización: el sistema hídrico que moldeó Mendoza en el siglo XX. (Imagen Ilustrativa)


Durante el siglo XX, el Área Metropolitana de Mendoza transformó su sistema hídrico en paralelo al cambio de modelo económico: la vitivinicultura reemplazó al cultivo de trigo, y los antiguos molinos se adaptaron con turbinas hidráulicas alimentadas por canales. El casco urbano de Mendoza, con sus 192 manzanas rectangulares, mantuvo el uso de acequias para regar árboles y chacras. En los años 40, la ciudad alcanzó su mayor densidad poblacional, y comenzó a expandirse hacia el sur y el oeste, buscando mayor disponibilidad de agua. El crecimiento urbano absorbió funciones residenciales de los departamentos vecinos, consolidando el llamado Gran Mendoza, cuarta aglomeración del país. La expansión hacia la “cuarta meseta” (zona oeste) trajo consigo villas de emergencia sin acceso al sistema hídrico tradicional. Mientras tanto, barrios de alto poder adquisitivo perforaban pozos propios, y los sectores vulnerables dependían de bombas estatales para acceder al agua. La construcción de las autopistas de Acceso Sur y Este fragmentó el sistema de acequias secundarias, muchas de las cuales desaparecieron por el alto costo de los cruces subterráneos. Esto afectó la capilaridad hídrica, desarticulando un sistema con más de 500 años de historia. Hacia fines del siglo XX, Mendoza conservó su red principal de canales, aunque muchas acequias agrícolas fueron cegadas o rediseñadas. Persisten canales como el Jarillal, el Civit, el del Oeste, y el Zanjón Cacique Guaymallén, que cumplen funciones de riego urbano y colectores aluvionales. El canal Tajamar, entubado desde 1912, sigue abasteciendo plazas y arboledas del casco histórico. La antigua calle de la Cañada, hoy Ituzaingó, aún deriva aguas como colector. Acequias como la Guevara y la Allayme han desaparecido casi por completo, aunque sobreviven tramos menores. El sistema se complementa con perforaciones estratégicas que inyectan agua subterránea a las acequias urbanas. En días de lluvia intensa, antiguos zanjones aluvionales reaparecen como ríos pluviales, recordando a los mendocinos que su ciudad fue moldeada por el agua y sus cauces invisibles. #AcequiasMendoza #SistemaHídrico #UrbanizaciónCuyana #CanalesHistóricos #MemoriaDelAgua #15Diciembre #MendozaSigloXX #mendozantigua 

Bautista Stornell: el hombre que encendió las pantallas de Cuyo (1947)




En 1947, falleció Bautista Stornell, figura clave en el desarrollo de la infraestructura cinematográfica en la región de Cuyo. Junto a su familia, fue pionero en la creación y administración de salas de cine y teatro que marcaron una época en Mendoza y San Juan, no como productor de películas, sino como exhibidor visionario. Bautista inauguró el emblemático Cine Teatro Stornell en Mendoza en mayo de 1927, y otra sala en San Juan en 1942, que resistió el devastador terremoto de 1944, convirtiéndose en símbolo de resiliencia cultural. Durante décadas, dominaron el negocio de las salas cinematográficas en Cuyo, introduciendo comodidades modernas como el aire acondicionado, algo inusual en la época. Su rol fue esencial: ofrecieron los espacios donde el público pudo disfrutar de películas nacionales e internacionales, contribuyendo activamente a la formación de audiencias y al crecimiento de la cultura audiovisual en el interior argentino. El legado de Bautista Stornell fue recordado con respeto y gratitud por quienes reconocieron su aporte silencioso pero decisivo al cine regional. En los años 30 y 40, Mendoza y San Juan vivieron un auge de salas cinematográficas. #Estornell #CineCuyano #Mendoza1927 #SanJuan1942 #MemoriaCinematográfica #15Diciembre #PionerosDelCine #mendozantigua 


1921: “La Cenicienta” brilló en el Teatro Municipal de Mendoza


En el año 1921, la prestigiosa compañía teatral Salvat-Olona, que venía cosechando elogios en el Teatro Municipal de la Ciudad de Mendoza, anunció la puesta en escena de una versión espectacular de “La Cenicienta”, adaptación escénica del célebre cuento, dramatizado por el autor español Jacinto Benavente, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1922. La obra, presentada como un “cuento teatralizado de gran aparato”, combinó elementos de fantasía, escenografía fastuosa y vestuario de época, en una propuesta que deslumbró al público mendocino. El montaje incluyó decorados elaborados, efectos visuales y una cuidada dirección artística, en sintonía con las tendencias teatrales europeas de la época. La compañía Salvat-Olona, reconocida por su repertorio clásico y su compromiso con la calidad interpretativa, consolidó su prestigio en la región con esta producción, que atrajo a familias, críticos y amantes del teatro. El grabado que acompañó la promoción mostraba una escena clave del espectáculo, con personajes en vestuario de gala y ambientación palaciega, reflejando el tono mágico y refinado de la obra. Jacinto Benavente, dramaturgo español, fue una figura central del teatro moderno en lengua castellana. Su versión de “La Cenicienta” incorporó matices psicológicos y sociales al relato clásico. El Teatro Municipal de Mendoza, inaugurado en el siglo XIX, fue uno de los principales escenarios culturales del interior argentino, albergando compañías nacionales e internacionales. La compañía Salvat-Olona tuvo presencia en varias provincias argentinas, destacándose por su adaptaciones de obras europeas y su formación actoral rigurosa. #Teatro1921 #LaCenicienta #JacintoBenavente #MendozaCultural #SalvatOlona #MemoriaEscénica #16Diciembre #mendozantigua 

El 15 de diciembre de 1939, en el Loew’s Grand Theater de Atlanta, se estrenó la monumental película “Gone With the Wind” (Lo que el viento se llevó)


Basada en la novela de Margaret Mitchell, fue producida por Selznick International Pictures junto a MGM, y dirigida principalmente por Victor Fleming, con participación inicial de George Cukor y Sam Wood. El guion, elaborado por Sidney Howard y revisado por otros escritores, dio vida a una historia épica ambientada en la Guerra de Secesión estadounidense (1861-1865). El elenco reunió a figuras legendarias: Vivien Leigh como Scarlett O’Hara, Clark Gable como Rhett Butler, Olivia de Havilland como Melanie y Leslie Howard como Ashley. La música de Max Steiner reforzó el dramatismo de la obra. La producción fue colosal: la famosa escena del incendio de Atlanta requirió las 7 cámaras Technicolor disponibles en Hollywood y la presencia de 250 bomberos, convirtiéndose en una de las más costosas de la época. La película obtuvo 8 premios Oscar, incluyendo Mejor Película, Director y Actriz, además de otros 10 galardones internacionales, consolidándose como un clásico eterno. El estreno reflejó las tensiones raciales de la época: a la actriz afroamericana Hattie McDaniel, que interpretó a Mammy, se le pidió no asistir por la segregación en Atlanta. Aunque Clark Gable amenazó con boicotear el evento, McDaniel lo convenció de participar para no perjudicar la película. Aun así, ella se convirtió en la primera afroamericana en ganar un Oscar, un hito histórico en la industria. La película fue seleccionada por la Biblioteca del Congreso de EE.UU. para el National Film Registry, por su relevancia cultural. Es considerada una de las películas más taquilleras de la historia, ajustada a la inflación. Décadas después, fue objeto de debates y cancelaciones por su representación romántica de la esclavitud. #LoQueElVientoSeLlevó #GoneWithTheWind #VivienLeigh #ClarkGable #Oscar1939 #HistoriaDelCine #15Diciembre #mendozantigua 

El 15 de diciembre de 1974, en Los Ángeles (EE.UU.), se estrenó la película “Young Frankenstein” (El joven Frankenstein), dirigida por Mel Brooks y escrita junto a Gene Wilder, inspirada en la célebre novela de Mary Shelley.


La producción estuvo a cargo de 20th Century Fox y otras compañías, y contó con un elenco inolvidable: Gene Wilder, Peter Boyle, Marty Feldman, Cloris Leachman, Teri Garr, Madeline Kahn, Gene Hackman, Richard Haydn y Kenneth Mars. La música fue compuesta por John Morris. La trama narraba cómo el joven neurocirujano Frederick Frankenstein intentaba escapar del legado de su abuelo, pero al heredar el castillo y descubrir un manual científico, terminaba creando su propio monstruo. La película, rodada en blanco y negro como homenaje a los clásicos de terror, se convirtió en una obra maestra de la comedia paródica, ganando 11 premios internacionales y consolidando a Brooks como un genio del humor absurdo. Durante la preproducción, Brooks recuperó la escenografía original de las películas de Boris Karloff, conservada por el técnico Ken Strickfaden, quien finalmente fue acreditado en los títulos tras años de olvido. La relación entre Brooks y Wilder fue intensa: incluso tras una fuerte discusión, Brooks se disculpó con su característico humor telefónico. Columbia Pictures había rechazado el proyecto por su estética en blanco y negro, pero 20th Century Fox le otorgó libertad creativa total, lo que permitió que la película se convirtiera en un clásico. En 2007, Brooks adaptó la película en un musical de Broadway, que recibió nominaciones a los premios Tony. “Young Frankenstein” fue seleccionada por la Biblioteca del Congreso de EE.UU. para ser preservada en el National Film Registry por su relevancia cultural e histórica. Es considerada una de las mejores comedias de todos los tiempos, con diálogos y escenas que se volvieron icónicas en la cultura popular.  #YoungFrankenstein #MelBrooks #GeneWilder #ComediaClásica #Cine1974 #MaryShelley #HumorInmortal #mendozantigua 

El 15 de diciembre de 2006, se apagó la vida de Gianclaudio Giuseppe “Clay” Regazzoni, uno de los pilotos más carismáticos y queridos de la Fórmula 1.


Nacido en Mendrisio, Suiza, en 1939, Regazzoni dejó una huella imborrable en el automovilismo internacional por su estilo aguerrido, su pasión por Ferrari y su espíritu indomable. Compitió en la máxima categoría entre 1970 y 1980, logrando 5 victorias, 28 podios, 5 poles y 15 vueltas rápidas. Fue subcampeón mundial en 1974, detrás de Emerson Fittipaldi, y tercero en 1970. Su vínculo con Ferrari lo convirtió en ídolo de los tifosi, y su carácter lo hizo respetado por rivales y fanáticos. En 1980, sufrió un grave accidente en el Gran Premio de Long Beach, que lo dejó parapléjico. Lejos de retirarse del mundo del motor, se convirtió en símbolo de superación, participando en carreras de autos adaptados y promoviendo la accesibilidad en el deporte. Su muerte ocurrió en Fontevivo, Italia, tras un accidente de tránsito. Su vehículo fue embestido y proyectado bajo un camión, cerrando la historia de un hombre que vivió con intensidad cada curva de la vida. Regazzoni fue uno de los últimos pilotos que corrieron “por placer”, como lo definieron sus colegas. Tras su accidente, fundó una asociación para pilotos discapacitados y participó en el Dakar en vehículos adaptados. Su legado sigue vivo en Ferrari, donde es recordado como uno de los grandes de los años 70. #ClayRegazzoni #F1Leyenda #Ferrari1970s #PasiónSobreRuedas #15Diciembre #MemoriaDePista #mendozantigua 

Promoción 1978 – Colegio Nacional de la Ciudad de San Martín, una generación que dejó huella


En el año 1978, egresó una destacada camada de estudiantes del Colegio Nacional de la Ciudad de San Martín, en la provincia de Mendoza. Esta promoción reunió entre ellos a: Andrés Asarchuk, Ricardo Escudero. Edgardo Francese, Hector Mounter, José Rinando, Monica Ana, Zulema Bueno, Monica Campana, Patricia Caramazza, Ana Casoni, RoXana Cuasnicu, Silvia De Gaetano. Estela del Pozzi. Ana Diaz, Maria Espetze, Monica Falco, Nancy Fernandez, Norma Frites, Haydee Gabutti, Myriam Garin, Maria Gavosto, Ana Gropa, Wilma Laborde, Fanny Lucero, Maria Michelli, Laura Mirallas. Monica Monassa. Nelida Neyra, Monica Rios, Laliana Rodato Valeria Rómoli, Sonia Sanchez, Nelly Sondermann, Mabel Torres, Silvia Zárate, Sergio Bront, Pablo Camiolo, Roberto Conill, Carlos Chaban, Francisco De Stefano, Edgardo Di Marco, Alvaro Fernandez. Andrés Fontane. Daniel Prúgoli, Ulises Gómez, Osvaldo Lizana, Carlos Mauro, Julio Vanea, Nora Aguirre. Maria Badul, Ivonne Cabriana. Graciela Casado, Grace Cocconi, Maria Camera, Alejandra Icart, Maria Licarze. Susana Manzanares, Maria Martinez, Andres Olguin, Nélida Pontoni, Patricia Pontoni Maria Ramirez, Gioconda Valente, Mirta Valestra, Olga Vásquez, Ana Zambrana, Juan Argerich, Raúl Bertirosi, Alejandro Bertolini, Mariano Borruel, Gonzalo Carracedo Orueta, Antonio Córica, Elías Chaban, Walter Ferreira, Ricardo Jaliff, Walter Marzonetto, Roy Mayne, Gustavo Miranda, Jorge Pardo, Osvaldo Romagnoli, Edgardo Salvini. Carlos Terranova. María Bertarini, Patricia Córica, Fanny Chapini, Susana González, Elda Herrero. Susana Leytes, Carmen Locamuz, Mabel Maiz, Maria Melica, Alicia Montero, Maria Orbelli. Cecilia Pena, Ana Pizarro y Laura Villar. La fotografía grupal, tomada frente al edificio escolar entre árboles y miradas cómplices, refleja el espíritu de una época marcada por la amistad, el compromiso y el deseo de futuro. En un contexto social complejo, esta generación transitó sus años formativos con entusiasmo y resiliencia, dejando una impronta que aún perdura en la memoria colectiva de San Martín. Muchos de sus integrantes continuaron sus estudios en universidades nacionales, mientras otros se volcaron al trabajo, la docencia, la salud, el comercio o el arte. Algunos se reencontraron décadas después en emotivos aniversarios, celebrando no solo el paso del tiempo, sino el valor de haber compartido una etapa irrepetible. #Promoción1978 #ColegioSanMartín #MemoriaEscolar #EgresadosMendoza #AmistadesQuePerduran #14Diciembre #RecuerdosQueVuelven #mendozantigua. Gentileza de Raúl Bertirosi

Los Cainguás, de raíz guaraní, fueron una nación poderosa asentada en el Alto Paraná y dispersa entre Paraguay, Brasil y Argentina. (Imagen Ilustrativa)


En Misiones, sus núcleos principales se establecieron en los montes de San Ignacio, manteniendo un modo de vida aislado, con fuerte apego a sus tradiciones y bajo la autoridad de caciques. Los Cainguás (también llamados Caingwt, Cainguú o Caigaá) constituyeron un pueblo de origen genuinamente guaraní, con gran presencia en el territorio paraguayo y una amplia dispersión en la región del Alto Paraná, rodeando los yerbales y extendiéndose hacia zonas boscosas del interior. En tiempos históricos, fueron considerados una nación poderosa, aunque hoy sobreviven como un universo marginal, replegado en comunidades que se resisten a integrarse plenamente a los Estados modernos. Sus poblados se distribuyen en Paraguay y en los estados brasileños de Río Grande do Sul, Santa Catarina y Paraná, además de la provincia argentina de Misiones, donde se asentaron tras cruzar el río Paraná desde las reducciones cercanas a Jesús y Trinidad. En Argentina, sus mayores núcleos se localizaron en los montes de San Ignacio, aunque su hábitat se extendió por gran parte de Misiones y el sector oriental paraguayo. Se caracterizaron por vivir aislados en los bosques, practicando cultivos como el arroz y organizándose en grupos familiares o tribus regionales, bajo la conducción de un cacique. Estudios etnográficos de fines del siglo XIX, como los de Juan Bautista Ambrosetti, destacaron su singularidad dentro de la familia guaraní y su resistencia cultural frente a la colonización. Los Cainguás son considerados parte de los Mbya guaraníes, que aún mantienen rituales como el Ayvu Porã, lenguaje sagrado transmitido por sus líderes espirituales. Su aislamiento cultural fue documentado en censos indígenas del siglo XX, donde se los describió como una “nación oculta” que preservaba sus creencias y prácticas tradicionales. Hoy, comunidades mbya-guaraní continúan habitando Misiones, con fuerte vínculo espiritual con la selva y resistencia frente a la deforestación y el avance agrícola. #Cainguás #Guaraníes #Misiones #AltoParaná #PueblosOriginarios #MemoriaIndígena #15Diciembre

1600 - En el sur argentino, los pueblos fueguinos —Onas/Selk’nam, Yaganes/Yámanas y Alacalufes/Kawésqar— habitaron Tierra del Fuego desde tiempos ancestrales hasta bien entrado el siglo XX.


Su cosmovisión incluía a Teméukel, deidad suprema de los onas, y su vida cotidiana fue descrita por exploradores europeos como ruda y marcada por la supervivencia en un entorno extremo. Hacia el año 1600, los llamados fueguinos ocupaban los territorios de la actual Tierra del Fuego. Diversos estudios los engloban bajo el término “Peschera”, que reunía a tres etnias principales: Onas o Selk’nam, cazadores pedestres de las llanuras, cuya espiritualidad reconocía a Teméukel, creador de hombres, animales y plantas. Yaganes o Yámanas, nómadas canoeros expertos en la navegación de los canales australes, recolectores de mariscos y pescadores. Alacalufes o Kawésqar, habitantes de la zona occidental, también vinculados al mar como fuente de alimento y transporte. El expedicionario francés Dumont d’Urville describió a los fueguinos como personas que pasaban gran parte del tiempo recostadas sobre pieles, rodeadas de perros y caballos, y que incluso para recoger mariscos a pocos metros preferían hacerlo montados. Un marino escocés, Low, relató que los patagones llamaban “zapallos” a los fueguinos, aunque se trataba de un error auditivo. En realidad, los patagones los denominaban “sapallios”, en tono despectivo, aludiendo a su baja estatura y a la práctica de vender hijos recién nacidos como esclavos. Los pueblos fueguinos fueron estudiados desde el siglo XIX por misioneros y científicos europeos, quienes destacaron su adaptación extrema al frío austral. La colonización, el alcohol y las enfermedades aceleraron su desaparición, especialmente en el caso de los selk’nam, víctimas de una verdadera cacería humana durante la expansión ganadera de fines del siglo XIX. Hoy se reconocen descendientes yaganes en Ushuaia y Puerto Williams, que mantienen viva parte de su memoria cultural. #Fueguinos #Selknam #Yaganes #Kawesqar #TierraDelFuego #MemoriaIndígena #HistoriaAustral #mendozantigua 

1600 - En el sur argentino, los pueblos Yagán y Ona habitaron Tierra del Fuego desde tiempos ancestrales. (Imagen Ilustrativa)


Los yaganes fueron nómadas canoeros y pescadores, mientras que los onas vivieron en las llanuras como cazadores de guanacos. Ambos pueblos sufrieron exterminio por enfermedades, alcohol y colonización. El último ona reconocido, Segundo Arteaga, falleció en 1997. Hacia el año 1600, en la actual provincia de Tierra del Fuego, se distinguían dos grandes grupos originarios: los Yaganes (o Yámanas), que habitaban al sur del Lago Fagnano y se desplazaban en canoas por los canales australes, y los Onas (o Selk’nam), establecidos en las llanuras del norte de la isla. Yaganes: fueron expertos navegantes y recolectores marinos. Su dieta incluía peces, mariscos y mamíferos marinos. Desde hace más de 6.000 años, sus antepasados exploraban los canales del Beagle hasta el Cabo de Hornos. Onas/Selk’nam: vivían como cazadores pedestres, alimentándose principalmente de guanacos, cuyos cueros curtían con los dientes para confeccionar vestimenta. También recolectaban mariscos y, en ocasiones, aprovechaban ballenas varadas para celebraciones como el Hain, ceremonia de iniciación de los jóvenes. Ambos pueblos no fueron guerreros, aunque existieron enfrentamientos menores entre clanes. El proceso de transculturización, sumado al impacto del alcohol y las enfermedades introducidas por los colonizadores, provocó su rápida desaparición. En el siglo XX, las comunidades fueron consideradas “extintas”, aunque hoy se reconoce la existencia de descendientes yaganes en Ushuaia y Puerto Williams, que mantienen viva su memoria cultural. El último ona de linaje puro, Segundo Arteaga, murió en 1997, y años antes había fallecido Virginia Choquintel, símbolo de la resistencia cultural selk’nam. Los yaganes fueron estudiados por misioneros y científicos europeos desde el siglo XIX, destacando su adaptación extrema al frío austral. El pueblo selk’nam fue objeto de una verdadera cacería humana durante la colonización ganadera de fines del siglo XIX, especialmente en la Isla Grande de Tierra del Fuego.  #Yaganes #Onas #Selknam #TierraDelFuego #PueblosOriginarios #MemoriaIndígena #15Diciembre #mendozantigua 

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