Los lecheros venían
in illo téntpore siempre
en larga fila interminable,
que se ponía
en movimiento antes
de aclarar y que continuaba
hasta la tarde.
No se usaban entonces
máquinas para hacer
manteca, pues ésta se
hacía sola en los tarros,
con la agitación
que el trote producía.
Después vinieron los
tambos urbanos con
sus vacas flacas que eran ordeñadas a domicilio, y más tarde
las grandes empresas
acaparadoras del negocio,
que poco a poco fueron saliendo de manos
de los vascos lecheros,
pero que en al año 1901 no les habían podido ser arrebatado
del todo. Los que quedaban,
ya no hacian el reparto a caballo sino en
pequeños carritos de
dos ruedas, pero el vehículo
era incómodo e hizo aguzar el ingenio
de Luis Balzategui, que determinó
ensayar la bicicleta como
medio rápido y seguro de transporte. Y consiguió su objeto
el ingenioso vasco,
que llevaba hasta
cuatro tarros de leche
en cada viaje. Desde el año 1898 que
atiendia por este medio a su clientela y logró salvar muchos
inconvenientes que al
principio se le presentaban,
originados por
su falta de práctica como
ciclista unas veces
y,otras, por la mala voluntad
de cocheros y
carreros.
Su tenacidad venció todas las dificultades,
y Balzategui se constituyo en una
especialidad entre los
lecheros de la ciudad: Fue el único que hizo su
reparto en bicicleta
Caras y Caretas