Vídeo realizado por: ZafiroContenidos
Aportes de: Carlos O. Campana y Jorge O. Campana
La Bandera de los Andes fue bordada por las Patricias
Mendocinas
Cuando el general José de San Martín estaba por
finalizar la organización del Ejército de los Andes, en la provincia de Mendoza
recibió la comunicación oficial de la declaración de la Independencia de las
Provincias Unidas.
El Libertador entendió que era el momento
oportuno para que sus tropas tuvieran un estandarte propio. Éste conservaría
los colores creados por el general Manuel Belgrano y adoptados por la soberana
Asamblea del Año XIII.
La versión tradicional
Fue en aquella aldea mendocina que las Damas Patricias marcaron un hito en
nuestra gloriosa historia. Eran momentos de sumo patriotismo y las mujeres no
estuvieron exentas. Todos los mendocinos colaboraron. Los hombres se alistaban
en los distintos batallones para engrosar el ejército que se instruía en el
campo de instrucción en el Plumerillo. En la ciudad, aquel dinámico fraile,
Luis Beltrán, desde la Maestranza fundía balas y cañones. Desde el vecindario,
las mujeres confeccionaban y teñían aquellos azules uniformes de granaderos que
darían la libertad a los pueblos oprimidos por los realistas.
Cuando ya casi todo estaba preparado, la Bandera
de los Andes, nació como un reto durante la cena de Navidad de 1816. En esa
cálida noche, el Libertador desafió a su mujer y a cuatro amigas a confeccionar
una bandera antes del 5 de enero. El ferviente patriotismo de aquellas damas
fue más allá de la propuesta y sin vacilar, ellas aceptaron el reto. El general
le explicó cómo debía ser aquella insignia. Tanto Remedios, la esposa del
héroe, como las otras, estuvieron diseñando el modelo y al día siguiente,
juntamente con otras señoras recorrieron la ciudad en busca de la tela
necesaria. Por milagro la hallaron en un comercio de las inmediaciones de la
ciudad, en una callejuela que llamaban "Del Cariño Botao", muy cerca
de San Vicente (hoy actual Godoy Cruz). Con la sarga blanca y azul cielo se
confeccionó la enseña en dos fajas unidas verticalmente. La blanca hacia
adentro y la azul cielo hacia fuera. El escudo central fue un bello testimonio
que encerraba los emblemas de las manos unidas, la pica y el gorro de la
libertad, coronado por un sol en la parte superior y orlado el conjunto con
ramas de laureles, muchas de ellas bordadas por doña Remedios Escalada de San
Martín.
De los abanicos de Laureana Ferrari sacaron gran
cantidad de lentejuelas de oro, y también de una roseta de diamantes que
pertenecía a su madre se sacaron varios de estos, con engarce para adornar el
óvalo y el sol del escudo, al que pusieron varias perlas del collar de
Remedios, quien se puso a coser la bandera, mientras Dolores Prat de Hiusi,
Manuela Corvalán y Mercedes Álvarez prepararon las sedas y demás menesteres
para bordar. Carecían de hilo de color piel para zurcir los brazos del escudo,
entonces tuvieron la idea de desteñir con lejía el hilo rojo que también sirvió
para el gorro Frigio. Doña Dolores utilizó una bandeja de plata para dibujar el
óvalo sobre la tela y con estas ideas ya no tuvieron ningún obstáculo para
impedir su confección.
El tiempo jugaba en contra de aquellas mujeres.
Faltaban pocas horas para finalizar el plazo dado por el general San Martín.
Pero, allí las entusiasmadas bordaban sin reposo y por fin a las dos de la
mañana del día 5 de enero de 1817 estaban arrodilladas ante el crucifijo del
oratorio, dando gracias a Dios por haber terminado.
Ese mismo día, agotadas por el cansancio de
aquella labor y casi sin dormir, las Patricias acudieron a la ceremonia que se
realizó a las 10 de la mañana en la plaza de la ciudad.
Una multitud de patriotas mendocinos se
encontraba a la espera del acto más importante que tuvo el Ejército de los
Andes, desde la Iglesia Matriz, ubicada en una de las esquinas de la Plaza
Mayor, se econtraba adornada con gallardetes y distintos decorados patrióticos.
Fue allí en donde se realizó la bendición de la Bandera de los Andes y San
Martín ofreció a la Virgen su bastón de mando.
Luego de esta ceremonia, el Libertador tomó la
insignia patria e hizo jurar a todos los soldados. Después, las huestes
partieron al campo de instrucción. La festividad siguió todo el día y al caer la
noche se iluminaron los edificios públicos. Posteriormente, se realizaron
bailes que se prolongaron hasta altas horas de la madrugada.
La otra versión
Fueron las monjas de la Buena Enseñanza
quienes la confeccionaron
Las Patricias se reunieron en casa de Margarita
Corvalán y después de cambiar ideas acordaron concurrir al día siguiente al
Monasterio de la Buena Enseñanza en donde se celebraba la festividad del Dulce
Nombre de María titular del Monasterio.
Terminada la función religiosa fueron a saludar
a la madre priora R. M. María de las Nieves Godoy a la cual pidieron el
concurso de las mismas para confeccionar la bandera. Las monjas ofrecieron
espontáneamente todo su apoyo a la referida obra y a fines del mes de setiembre
del año 1816 la madre priora con el auxilio de la R. M. María del Carmen del
Niño Dios Correas y de la R. M. Andrea de los Dolores Espínola, profesora de
labores y bordados del Colegio. Habían preparado un ensayo en forma de
estandarte sobre la manera de confeccionar la bandera de acuerdo a la tela que
se disponía. Luego de considerar y después de haber consultado con el general
José de San Martín quedó conformada la bandera de la siguiente forma. Las dos
fajas se unieron perpendiculares la blanca en la parte superior del asta y la azul
al extremo inferior. Una vez unida la tela se dibujó el escudo nacional con sus
emblemas. Éste fue ideado por la R. M. Espínola y fue bordado después con sedas
de colores, las manos de color carne, el gorro de rojo, el sol amarillo y los
laureles verdes. Se colocaron en los ojos del sol 2 topacios y en los rayos
pequeños diamantes, lo mismo que en el término del gorro frigio y en el aro del
óvalo una serie de perlas como también en las ramas del laurel.
Las monjas que tuvieron que confeccionar y
bordar la bandera fueron las siguientes: La R. M. María de las Nieves Godoy,
priora del Monasterio de la Buena Enseñanza, natural de Mendoza, hija de don
Nicolás Godoy y de doña Magdalena Videla; R. M. Andrea de los Dolores Espínola,
también mendocina, hija de Pedro Espínola y de Bárbara Lemos, R. M. María del
Carmen del Niño de Dios Correas, también de Mendoza, hija de Félix Correas y de
Juana Sotomayor.
Las referidas religiosas eran tan distinguidas
por su ilustre linaje como por su noble virtud. Todos los bordados de la
bandera fueron hechos por la R. M. Espínola y secundada por doña Dolores Prat
de Huisi, (natural de Chile) y Manuela Corvalán de Segura, que también donó
otras joyas que se le colocaron al aro que forma el óvalo del escudo asemejando
una cinta envuelta en el medio.
Remedios Escalada de San Martín donó varias
perlas de su collar que se colocaron en el sol; Narcisa Santander entregó en
forma voluntaria una valiosa gargantilla con trescientos cuarenta y dos
diamantes de primera agua y de regular tamaño que se colocaron tres diamantes
en cada hoja de las ramas de laurel. Margarita Corvalán dio los topacios de sus
aros que se aplicaron a los ojos del sol y para darles más brillo y esplendor
algunos diamantes de unas sortijas que se pusieron a los rayos del sol.
Mercedes Álvarez donó algunos diamantes y Laureanita Ferrari las lentejuelas de
oro de dos abanicos y varios diamantes que junto con los de Margarita y
Mercedes se colocaron a los 32 rayos que componen el sol del escudo de la
bandera. Las mencionadas Patricias, después de donar sus joyas fueron las que
secundaron a la R. M. Espínola en el bordado y confección de la bandera. La R.
M. Godoy fue a la que se encargó de distribuir y decorar la bandera aplicando a
la misma las piedras preciosas que se donaron, dándole mayor brillo, esplendor
y grandeza. Por último la R. M. Correas fue quien se la designó para zurcir la
cinta blanca, celeste y blanca, que en forma de moño ataba a las 2 ramas de
laurel y son las únicas que estaban bordadas en la sarga de la bandera a la
cual se le colocaron las seis esmeraldas que donaron las religiosas del
Monasterio. La bandera quedó confeccionada antes del 5 de enero de 1817 día de
su bendición.
Antes de partir a liberar el territorio chileno,
el 15 de enero de 1817, el general José de San Martín se dirigió a la madre
priora del Monasterio con palabras de elogio a las Monjas patriotas por la
valiosa ayuda y colaboración de haber tenido el gran privilegio de bordar la
Bandera de la patria, en un párrafo que dice: (...) “la patria ha quedado
eternamente comprometida ante ese Monasterio como así también el honor de mi
espada”.
Conclusión
Las monjas del Monasterio realizaron el
trabajo
Por mucho tiempo se creyó que las Patricias
Mendocinas habían confeccionado y bordado la gloriosa Bandera de los Andes,
hasta que una profunda investigación realizada por el profesor mendocino
Esteban Fontana aportó una nueva teoría, aunque no está totalmente aclarado
este tema, pero existen pruebas documentales que son irrefutables.
La tradición nos comenta que la Bandera de los
Andes nació como un reto durante la cena de Navidad de 1816. El general San
Martín desafió a su mujer junto a sus cuatro amigas a confeccionar una bandera
antes del 5 de enero de 1817.
Es probable que la Bandera de los Andes fuese
creada por una resolución del gobierno de las Provincias Unidas del Sud, cuando
se formaron los dos ejércitos del Norte y de los Andes, el 1º de agosto de 1816
y no por una iniciativa del general San Martín. Recordemos que las ordenanzas
militares eran estrictas en esa materia. Existe documentación que reglamenta el
uso de banderas o estandartes de los batallones y regimientos que estuvieron o
fueron creados en nuestra provincia desde 1814 hasta 1817.
Es importante destacar dos hechos que han sido
mal interpretados por algunos de los historiadores en lo que respecta a la
participación de las Patricias Mendocinas.
Es innegable que doña Remedios Escalada de San
Martín junto con Laureana Ferrari fueron a recorrer las tiendas de la ciudad de
Mendoza en busca de la tela apropiada para confeccionar la Bandera de los
Andes. Al escasear el color de las telas en la ciudad se dirigieron rumbo a San
Vicente, actual Departamento de Godoy Cruz y, al llegar a la calle denominada
del “Cariño Botao” entraron a un pequeño negocio y con sorpresa vieron la tela
color azul. Otra son las donaciones que sin lugar a dudas realizaron aquellas
Damas. Doña Remedios Escalada de San Martín contribuyó con varias perlas de su
collar que se colocaron en el sol; Narcisa Santander donó los trescientos
cuarenta diamantes de una valiosa gargantilla; Margarita Corvalán dio los
topacios; Mercedes Álvarez colaboró con otros joyas, al igual que Laureanita
Ferrari que cedió las lentejuelas de oro de sus abanicos.
Según lo expuesto por Fontana, las monjas que
tuvieron el honor de confeccionar y bordar la bandera fueron las siguientes:
madre priora María de las Nieves Godoy; R. M. Andrea de los Dolores Espínola y
R. M. María del Carmen del Niño de Dios Correas.
Queda claro, que los bordados de la bandera
fueron hechos por la R. M. Espínola y secundada por las damas doña Dolores Prat
de Huisi, Manuela Corvalán de Segura La R. M. Espínola fue la encargada de la
confección de la bandera. La R. M. Godoy distribuyó y decoró dicha insignia, la
que aplicó las piedras preciosas donadas, dándole mayor brillo, esplendor y
grandeza y por último la R. M. Correas fue la encomendada de bordar la cinta
blanca, celeste y blanca (y no celeste, blanca, celeste) que en forma de moño
ata a las 2 ramas de laureles y son las únicas que están bordadas en la sarga
de la bandera a la cual se le colocaron 6 esmeraldas que donaron las
religiosas.
Para concluir, es importante destacar la nota
dirigida a la madre priora del Monasterio de la Buena Enseñanza, fechada el día
15 de enero de 1817 y firmada por el general San Martín, en que agradece la
intervención de estas monjas en la confección de la bandera.