martes, 18 de junio de 2013

Cuando la partera no dice "macho"

"Es una chancleta", expresión jocosa para anunciar que nació una niña.
En Argentina se usa el término chancleta para llamar a las hijas mujeres, calzados de materiales no perdurables que deben ser reemplazados o abandonados a su suerte.

Durante el último siglo, las estadísticas arrojan cifras impactantes respecto de la longevidad de las mujeres. En la actualidad, las mujeres de Occidente viven, en promedio, ocho años más que los hombres.
Pero no siempre fue así. En la Edad Media y en la Edad Moderna las mujeres (y los niños) morían en la juventud y era extraño que alguna llegara a la edad adulta. La tasa de mortalidad femenina registra números altísimos a causa del embarazo y del parto y a sus complicaciones.
Ante la pérdida durante el embarazo, el niño moría en el vientre y con él, infección generalizada mediante, moría la mujer sin saber bien por qué. Y en el momento del parto, si se presentaban problemas, siempre, sin discusión, se salvaba al niño antes que a la madre. Otro tanto sucedía con las cesáreas, practicadas con poca o ninguna pericia, durante o después de la cual, la mujer moría sin remedio.
Y es que desde su mismo nacimiento la niña era menos deseada, menos importante de anunciar y menos valorada su misma llegada al mundo. Su padre no hacía el orgulloso anuncio de un heredero y su madre se resignaba sabiendo qué vida le esperaba a su hija. Incluso en los pueblos, las campanas de las iglesias repicaban menos tiempo por el bautismo de una niña que por el de un niño, así como por el entierro de una mujer.
Está ampliamente documentado el infanticidio de niñas como una práctica muy antigua habitual en diversas culturas. Hoy sigue siendo una práctica corriente en países como India y China, ya que aquí la limitación a un hijo único, se elimina a las niñas, se las aborta, hasta tener un varón. En 1986 diversas agrupaciones médicas internacionales declararon "crimen contra la humanidad" al "feticidio" femenino.
A diferencia de la que hoy parece una expresión divertida, “Macho, dijo la partera” ante el nacimiento de un niño, su frase antagónica es claramente despectiva: “Es una chancleta” es la expresión “jocosa” para indicar que nació una niña. La palabra chancleta proviene del francés chanclette y ésta del latín zancaque indicaba una especie de bota que cubría parte de la pierna. Yendo más atrás en el origen de la palabra, zanca deriva del persa zanga, que significa pierna (del cual derivan zancadilla, zancudo y zancada).
En Argentina y en otros países se usa el término chancleta para llamar a las hijas mujeres; chancletas son en el uso, más allá de su origen etimológico, sandalias, ojotas y otro tipo de calzados artesanales elaborados con materiales no perdurables que deben ser reemplazados o abandonados a su suerte.
Por extensión, como la mayoría de los niños abandonados en nuestro país eran de sexo femenino y descartando que la mayoría de los hombres prefería tener hijos varones antes que mujeres, la palabra chancleta en su uso sexista, adquirió el significado que hoy tiene.
En el uso coloquial, una niña recién nacida es una chancleta, un zapato viejo, descartable por el uso, destinado a ser usado dentro de la casa; en otra acepción, también se aplica a una persona inepta. El valor simbólico de este término aplicado a las pequeñas es innegable. Dicho de manera inconsciente, como algo naturalizado desde lo cultural y en tono supuestamente jocoso, una bebé representa siglos de desprecio hacia las mujeres.
Sería bueno que dejáramos de ser llamadas como un calzado viejo y pisoteado para ser bienvenidas al mundo si no por nuestro sexo, en el peor de los casos, a imagen de un hermoso zapato de tacos altos para ser lucido orgullosamente en público.
Patricia Rodón

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