En 1830 en El Chacay, cerca del fortín Malargüe (Argentina) los caciques pehuenches Coleto y Mulato bajo las órdenes de los Hermanos Pincheira matan al gobernador federal Juan Corvalán (43), al diputado Juan Agustín Maza (46) y al coronel José Aldao (42). La tragedia de El Chacay, ocurrida el 11 de junio de 1830, tiene algunos aspectos poco conocidos por la memoria popular.
La matanza repercutió en todo los mendocinos, al punto que el hecho fue destacado por el periódico Eco de los Andes, que relató aquel acontecimiento.
Los historiadores han enfocado el tema mediante varias hipótesis. Para algunos, fue el cacique Pincheira quien, por motivos de poder, eliminó al gobernador Juan Corvalán y a sus acompañantes. Para otros, la triste fatalidad que le tocó vivir al mandatario aquel día fue ejecutada por los caciques Coleto y Mulato. Los encuentros entre federales y unitarios en Córdoba repercutieron firmemente en nuestra provincia.
La derrota de Quiroga generó la sublevación de los unitarios al mando del capitán Juan Agustín Moyano y la renuncia del entonces gobernador Corvalán, gran aliado del caudillo federal.
Por otra parte, el sur mendocino estaba dominado por el cacique Pincheira.
En 1829, el mandatario Juan Corvalán inició negociaciones con Pincheira y lo nombró comandante general de la frontera del sud. Luego de la “batalla del Pilar” acontecida en nuestra provincia (donde se enfrentaron unitarios y federales, con el resultado a favor de los últimos), el general Juan Corvalán, restablecido en su cargo de gobernador, marchó meses después hacia la frontera del sur en busca de una alianza con Pincheira. A principios de abril de 1830, el gobernador Corvalán y su comitiva (integrada por su consejero, el doctor Juan Agustín Maza, el funcionario Gabino García, los coroneles José Aldao y Gregorio Rosas, los oficiales Felipe Videla, José Gregorio Sotomayor, Juan Francisco Gutiérrez y José Ilarnes, más 30 soldados) partieron rumbo al sur del territorio mendocino.
En el viaje realizaron varias paradas: la primera fue en el fuerte de San Carlos, donde se reaprovisionaron; siguieron hacia el fuerte de San Rafael, para marchar luego al encuentro del comandante Pincheira, que se encontraba muy cerca del río Malargüe. En el fortín del mismo nombre, los parlamentarios se establecieron por unos días. El gobernador Corvalán y su comitiva establecieron su campamento en la zona llamada “El Chacay”, donde un malón robó parte del ganado que traían.
Pocos días después, el coronel Aldao recibió un mensaje por parte de los indios, quienes lamentaban el incidente.
Para calmar los ánimos -y como prueba de amistad y desagravio- los indios le rogaron al comandante Aldao y al gobernador que pasaran a su campamento, con el fin de devolverle el ganado robado.
Esta situación creó cierta duda entre los parlamentarios, en especial del capitán Gatica, quien propuso no moverse del campamento de ningún modo.
Se decidió que gran parte del bagaje y del ganado partiera hacia el fuerte de San Rafael y solamente quedaran las tropas.
Detrás de todo esto posiblemente estaba el cacique Pincheira, el que tendería una trampa para eliminar al gobernador y su séquito. En su campamento, el gobernador Juan Corvalán y el coronel José Aldao recibieron de los caciques varias invitaciones para que pasasen a reunirse con ellos, con el fin de desagraviar el hecho ocurrido.
Ante esto, Corvalán decidió aceptar la invitación y partió con sus compañeros a aquel lugar.
Por la madrugada, los parlamentarios marcharon rumbo a las tribus del jefe nativo. A la cabeza de ellos cabalgaba el gobernador seguido de Juan Agustín Maza, Felipe Videla y varios soldados.
Al llegar, Juan Corvalán fue recibido por el cacique Coleto, quien le invitó a pasar revista a sus indios y contar su número.
Los visitantes se quedaron tranquilos, al observar que los indios les habían recibido muy bien. Parecía que nada malo les sucedería.
Pero, de repente, y cuando estaban recorriendo en línea, un grupo de indios se dispersó y dejó a los parlamentarios en el centro del campo. Formaron un gran círculo y el cacique dio la orden de cargar contra la comitiva.
Allí se dieron cuenta de que habían sido traicionados y de que su muerte se cernía sobre ellos.
El gobernador y su comitiva fueron finalmente ejecutados con lanzas.
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