(S33.10332 W068.88766)
Un lugar especial, para muchos sagrado, que en otros tiempos supo cobijar tantos rezos y plegarias en busca de milagrosas soluciones a diferentes problemas, implora hoy por su recuerdo. El místico sitio donde miles de fieles alguna vez rezaron un Padre nuestro, pidieron perdón por sus pecados, recibieron el bautismo o se unieron en sagrado matrimonio, hoy parece olvidado no sólo por ellos, sino también por los organismos arzobispales, municipales y provinciales.
Cuesta comprender como un sitio tan significativo para la comunidad católica, como lo fuera en el pasado la Capilla de Nuestra Señora de Monte Carmelo, pueda pasar al olvido de tal manera... Era una costumbre para los antiguos terratenientes que profesaban alguna religión, construir una capilla dentro de su propiedad rural. No fué un caso más el de Don Francisco Suárez en la década de 1890, quien erigió un templo para venerar a quien conocemos hoy como Virgen del Carmen. La historia de esta (Virgen está íntimamente ligada a la nuestra, ya que su devoción fue introducida por los misioneros desde el momento de la conquista, es la patrona del Ejèrcito de los Andes que nos liberó, y además con la inmigración de españoles -que tantas veces hemos mencionado- volvió a hacerse presente, ya que en su país está presente en múltiples santuarios.
Antiguamente se sepultaba dentro de las iglesias a las personas notables, y una antigua lápida de mármol atestigua que por aquellos años esta edificación sirvió además como enterratorio para los restos de Don Francisco (los que hoy descansan en otro sitio).
Se sabe que tiempo después, en el año 1939 su viuda, Mercedes Molina, decidió donar la edificación al Arzobispado de la Provincia para que fuese de uso público. Y así sucedió, hasta que en 1980 se construyera otra, una nueva iglesia más cercana al núcleo de Agrelo, condenando al viejo edificio a un lento e inevitable recorrido hacia el olvido…Actualmente sus paredes están muy frágiles y sus coloridos techos rasgados, maltratados duramente por el inminente paso de los años, el abandono y el vandalismo, sólo una pesada y quebradiza cruz en lo más alto del frente del templo les recuerda persignarse a vecinos y transeúntes .
Y es que ya no hay bancos de madera que sostengan a los fieles, ni imágenes de santos a quienes suplicar; tampoco campanas para tocar, y quien pudiera saber en qué lejano rincón de la memoria de esos feligreses que acudían en su llamado, hoy se encuentre su estridente sonar.
Agradecemos a Fabiàn Sevilla por la información brindada en nota Diario Uno - Martes 8 de enero 2008.
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